1. De dónde surge la idea de que hay que castigarse por una divinidad
a) Religiones antiguas y el intercambio con lo divino
Desde las primeras civilizaciones, los humanos imaginaron a lo divino
como algo poderoso, impredecible y a veces peligroso. Surgió la lógica
del “do ut des”:
te doy algo (sacrificio, dolor, ayuno) para que tú me des algo (protección, salud, perdón).
Cuando no había algo material que ofrecer, el cuerpo se volvió ofrenda.
El dolor era la moneda del alma.
b) Culpa + poder
Con el tiempo apareció la idea de que el ser humano es imperfecto, pecador, culpable por naturaleza.
Si eres culpable, entonces debes expiar. ¿Cómo? A través del sufrimiento.
Eso deriva de mitos como:
- el pecado original en el cristianismo,
- la impureza ritual en religiones antiguas,
- el karma como deuda (en interpretaciones duras del hinduismo).
La culpa crea la necesidad de limpieza, y el dolor se vuelve “jabón espiritual”.
2. ¿Por qué caminar de rodillas, flagelarse o hacer sacrificios físicos?
a) El dolor como prueba de devoción
En muchas culturas el dolor extremo comunica una cosa: seriedad absoluta.
Si sufres por algo, es porque lo consideras importante.
La gente cree que:
- Dios verá su dolor y lo tomará como prueba de amor.
- El sacrificio demuestra sinceridad.
- Si yo doy mi dolor, Dios me responde.
Es una lógica primitiva pero poderosa: entre más me duela, más me escuchará.
b) El cuerpo como puente emocional
El dolor altera la conciencia. Te hace entrar en un estado liminal:
algo entre trance, shock y entrega emocional.
Mucha gente lo vive como purificación, catarsis, una sensación de renacimiento.
3. ¿Un dios querría que sufrieras?
Depende radicalmente de la teología que adoptes.
a) Si Dios es un juez
Entonces castigar tu cuerpo “tiene sentido”: pagas una deuda.
b) Si Dios es un padre amoroso
Entonces la idea es absurda: ningún padre sano quiere que su hijo se lastime.
c) Si Dios es símbolo, y no persona
Entonces el sacrificio representa otra cosa:
- la renuncia al ego,
- la disciplina,
- la transformación interior.
Pero no un deseo real de que te dañes.
4. ¿Entonces por qué tanta gente lo hace?
Porque el ser humano es una criatura compleja: mezcla de culpa, tradición, necesidad de sentido, miedo a la muerte, y deseo de sentirse elegido por algo mayor.
Además:
- La comunidad lo refuerza (“así hacemos aquí”).
- La tradición lo legitima.
- El dolor genera una sensación real de trascendencia que la psicología puede explicar.
Nadie se flagela por gusto: se flagela porque siente que es la única forma de ser escuchado, perdonado o visto.
5. La parte crucial: el sufrimiento como identidad
Algunos sistemas religiosos enseñan:
“Si sufres, eres bueno”.
Eso marca a las personas desde la infancia.
Y cuando la vida duele —como siempre duele— la idea encaja perfecto:
Si sufro, estoy haciendo algo bien. Si no sufro, soy egoísta.
Es una visión peligrosa porque convierte el dolor en virtud.
Si existe un Dios —uno verdaderamente sabio— entonces es ilógico
pensar que necesita verte sangrar para escucharte. Eso es una proyección
humana:
un eco de padres autoritarios, de imperios violentos, de culturas que premiaban la obediencia y castigaban el cuerpo.
La espiritualidad más lúcida no pide castigo, sino consciencia.
No pide sangre, pide responsabilidad.
No pide dolor, pide verdad.
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