jueves, 4 de diciembre de 2025


 El arte de morir por otros

El patriotismo, nos dice Nietzsche, es un arte oscuro: no una celebración del amor a la tierra, sino un truco refinado para convertir la sangre de los pobres en oro para los ricos. Se nos enseña a sentir orgullo, a cantar himnos, a alzar banderas, mientras detrás de la parafernalia, las élites cuentan ganancias y vidas como fichas en un tablero que no es nuestro.

Los jóvenes marchan con la mirada brillante y el corazón lleno de certezas; los discursos prometen honor y gloria. Pero la gloria nunca llega a sus manos: llega a las oficinas, a los bancos, a los hombres que jamás pisarán el barro ni respirarán el humo de los cañones. El patriotismo se convierte entonces en una mentira elegante, una mentira que viste de nobleza el sacrificio ajeno.

Y, sin embargo, seguimos aplaudiendo a la patria, celebrando héroes mientras ignoramos que su valor ha sido moldeado por quienes nunca corrieron peligro. Nietzsche nos empuja a ver más allá del desfile, a cuestionar: ¿Por qué nuestra lealtad sirve a otros? ¿Por qué nuestra sangre sostiene castillos ajenos?

La reflexión es urgente: el patriotismo puede ser un sentimiento verdadero, pero también puede ser un instrumento. Conocer la diferencia es un acto de coraje. Y acaso, la verdadera valentía consiste en no morir por los ricos, sino vivir con conciencia y rebeldía, desafiando el arte que pretende convencernos de lo contrario.

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