viernes, 28 de marzo de 2025

 Cuando debí acudir, sólo supe dudar;

Cuando debí llamar, callé.

Demasiado tiempo persistí en mi camino, solitaria;

Nunca imaginé que fueras a morir.


Nunca preví que fuera a secarse la fuente

Donde uno se refresca y se baña,

Ni supe que existieran en el mundo

Misteriosas frutas que maduran al morir.


Obstinada, siempre busqué en la ruta del sol tu sombra;

Ahora el amor es una palabra, el tiempo un número

Y mis penas chocan contra los ángulos de una tumba.


La muerte, menos indecisa, supo cómo acercarse a ti;

Si ahora piensas en nosotras, tu corazón debe

compadecernos.

Uno se ciega cuando muere una antorcha.


Marguerite Yourcenar

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