martes, 17 de febrero de 2015

Javier Castaño

El limpiabotas de Málaga que regala sus nombres en Twitter a las ciudades

Javier Castaño lleva desde 2007 cediendo usuarios de Twitter a lugares como Madrid, Roma y Canadá

Javier Castaño, en su puesto en Málaga
Javier Castaño, en su puesto en Málaga.  AFP

Javier Castaño escuchó hablar de Twitter en marzo de 2007 y le hizo gracia intentar expresarse en solo 140 caracteres, así que se abrió la cuenta @xabel(equivalente a Javier en asturiano, de donde es él). En esos momentos la red social no tenía muchos usuarios y probó si el nombre de su pueblo estaba libre: sí, nadie había registrado @mieres. Pasó lo mismo con @asturias, con @malaga -la ciudad donde vive desde hace 16 años-, y así con once cuentas de lugares relevantes que registró. Desde hace ocho años ha intentado cederlas de manera desinteresada a los gobiernos de esas ciudades y países y ahora su aventura está a punto de terminar: solo le queda una, @japan.
Castaño, que ahora tiene 50 años, empieza a trabajar a las 8 de la mañana en el Café Central de Málaga lustrando botas y zapatos. Desde hace tres años es el limpiabotas de políticos y ciudadanos anónimos de lunes a viernes, hasta las 3, pero no siempre fue así. Antes de la crisis trabajaba como diseñador gráfico y en marketing y siempre ha sido “un friki de la tecnología”. “Me puse a probar y registré las cuentas de lugares que me tocaban más de cerca. No me creía que esos estuvieran libres y pensé: ‘Voy a hacerlo antes de que lo haga a saber quién”, explica por teléfono. En aquellos días de 2007 se hizo con @mieres, @asturias, @oviedo, @gijon, @madrid, @malaga, @andalucía, @roma, @canada, @riodejaneiro y @japan.
La compraventa de usuarios de Twitter está prohibida por la compañía para evitar que haya gente dedicada a registrar nombres de empresas y lugares y lucrarse después con su venta. Aunque han trascendido algunos casos en los que un gobierno o una institución han pagado por un nombre, la mayoría de las veces ocurre de manera discreta. Otras empresas han logrado esquivar la ilegalidad con soluciones como contratar al administrador de la cuenta. Javier Castaño asegura que no se ha llevado ni un duro por ceder las cuentas que registró y que lo único que ha obtenido a cambio son “detalles” de agradecimiento como un libro firmado por el alcalde de Roma.



“Yo lo que siempre he querido es que @andalucia sea de los andaluces, @canada de los canadienses, @japan de los japoneses. No quiero vender algo que no es mío”. Y eso que desde que se hizo las cuentas su situación laboral ha cambiado. “Claro que he pasado malos momentos pero es un tema de orgullo, un chute de autoestima. Poder decir: aunque sea limpiabotas, puedo tener un detalle con 130 millones de japoneses”.
Las primeras veces que contactó con ayuntamientos y comunidades autónomas no le hicieron caso porque nadie conocía Twitter. Pero con el paso de los años ha conseguido ceder casi todas las cuentas. Las últimas semanas han sido especialmente productivas: @canada, una cuenta que regaló hace dos años, ha empezado a funcionar y también ha conseguido traspasar @riodejaneiro, @asturias y @gijon. Otras, como @madrid, o @malaga, cambiaron de manos hace años y funcionan con normalidad. @andalucia está inactiva, lo que le genera mucha frustración. “Mi labor no acaba con darles las contraseñas; si no las usan, se lo recuerdo, para que no las pierdan. Mantener las cuentas estos años ha sido un trabajo. Tenía que tener activos los correos electrónicos y algunos dominos desaparecieron y tuve que cambiarlos”.

Insisto en que parece imposible creer que no haya intentado hacer negocio con algo que sabía que era tan valioso. “Mucha gente se extraña, pero yo no lo veo así. Es bonito que @madrid sea de los madrileños y no de una caja de ahorros o de un club de fútbol. Y me encantaría que otros me siguieran porque hay muchas cuentas que están cautivas porque la gente quiere sacar provecho”. Castaño dice que las mayores satisfacciones se las han dado los agradecimientos públicos de cuentas como la de Canadá o la de Río.
Otros usuarios han intentado comprarle los nombres para hacer negocio, a lo que se ha negado. “Solo he hablado con gobiernos. Lo demás no me interesaba”. Ahora está en contacto con la Embajada de Japón en Madrid para conseguir terminar una labor a la que ha dedicado ocho años.
Solo se le queda una espinita clavada. También registró @ny pero le hackearon la cuenta y le cambiaron las contraseñas. “Eso me da rabia. Yo me lo imaginaba como un lema: ‘I @ny’ en vez de I love NY. Habría sido una gran marca. Ahora trabajo como limpiabotas, pero soy el limpiabotas que hace el mejor marketing”, bromea.

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