Terry Fox era un chico común, nacido en Winnipeg, Canadá en 1958. Desde chico fue incentivado por sus padres Rolly y Betty a la práctica de deportes. En el básquet se formó como deportista. Pero en 1977, los dolores en su pierna derecha, lo obligaron a dejar la actividad.
La agresividad del tratamiento no bajó sus defensas, sino que las potenció. Los primeros estudios, le dieron a Fox un 15% de posibilidades de vida. Pero al poco tiempo, a través del desarrollo de la medicina, su esperanza de vida había crecido al 50%.
Esa fue la inyección anímica que Terry necesitaba para comenzar con su cruzada. En agosto de 1979 se inscribió en la maratón de Prince George. A pesar de contar con una precaria pierna ortopédica, y los dolores que le causaba andar, completó el recorrido y prendió su pasión.
Recaudar fondos
Inspirado por Dick Traum, el primer amputado en completar la maratón de Nueva York, Terry comenzó el 12 de abril de 1981 una acción solidaria que conmovió a todo Canadá. El objetivo era recaudar un millón de dólares para el estudio de la enfermedad. Lo llamó “Maratón de la Esperanza”.
“Necesitamos su ayuda. Las personas en los hospitales con Cáncer, en todo el mundo, necesita creer en milagros. No soy un soñador. Mi acción no dará respuestas definitivas para encontrar la cura del Cancer. Pero creo en los milagros. Tengo que hacerlo”. Estas palabras fueron escritas por Terry en una carta que le envió a la Sociedad Canadiense de la lucha contra el Cáncer, luego de que se le amputara la pierna.
En silencio y con bajo perfil, comenzó a unir el Océano Atlántico con el Pacifico, corriendo. La ceremonia de inicio fue mojar su pierna ortopédica en el agua. A partir de allí, comenzó a correr. Hoy, en ese lugar, hay un monumento que lo recuerda.
A medida que pasaban los kilómetros, su historia se fue difundiendo y cada vez más personas lo acompañaron. Su hermano, Darrell estaba con él en una camioneta.
A un promedio de 42 kilómetros darios, Terry comenzó a atravesar Canadá. Su legado fue creciendo y las distancias quedaban atrás.
Pero el 1 de septiembre de 1980 en Thunder Bay, Terry tuvo que abandonar la carrera después de 5373 kilómetros y 143 días. Un fuerte dolor en el pecho le impedía respirar con normalidad. Fue trasladado a un hospital. El Cáncer se había propagado a los pulmones.
Comienza la leyenda
“Voy a dar lo mejor. Voy a pelear. Prometo que no me voy a rendir”, dijo Terry cuando era trasladado al hospital. A esa altura, se llevaban recaudado más de 24 millones de dólares.
Mensajes de esperanza de todo el mundo comenzaron a llegar. Incluso el Papa, Juan Pablo Segundo, envió un telegrama de apoyo.
El 28 de junio de 1981 Terry murió, pero su legado apenas comenzaba. El 13 de septiembre de ese mismo año, se realizó la primera edición de la Maratón Terry Fox. Llegó a convocar a más de 300 mil canadienses y se recaudaron 3,5 millones de dólares. La prueba se realiza hasta el día de hoy, y no hay vencedores, solo es parte de una acción caritativa.
La hermana de Terry, Judith, lídera su Fundación y unas 4 mil competencias en su nombre, se realizan en todo el mundo.
En Canadá, es una de las personas más recordadas. Existen distintos monumentos por donde estuvo corriendo. Al cumplirse 25 años de su proeza, en forma conmemorativa, su cara apareció en la moneda de un dólar y Adidas, lanzó una zapatilla con su nombre. Lo recaudado en ventas, fue destinado a la fundación. El cine no se perdió su historia, y también hay una película que lo recuerda.
Desde el deporte, a 30 años de su hazaña, la memoria de Terry Fox continúa vigente.
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