Quien permanece en el Tao al gobernar a los hombres
no intenta forzar un resultado
ni derrotar al enemigo por la fuerza de las armas.
Para cada fuerza hay una contrafuerza.
La violencia, aunque bienintencionada,
siempre recae sobre uno mismo.
El Maestro hace su tarea
y después se detiene.
Comprende que siempre el universo
escapa a todo control
y que intentar dominar los eventos
es ir a contracorriente del Tao.
Puesto que cree en sí mismo,
no intenta convencer a nadie.
Puesto que está contento consigo,
no necesita la aprobación de otros.
Puesto que se acepta a sí mismo,
el mundo entero lo acepta.
Lao Tse
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