Imagínate, antes que Beethoven, Bach, seguramente, el músico más grande de la humanidad. Mozart. Haydn. Pero él es el primero que dice: “La música va a hablar de mí”. Es la primera persona que escribe, así se llama en su etapa heroica, él se convierte en el héroe de su propia música para decir: “Yo soy un artista”, algo que los pintores ya habían hecho antes. Velázquez se pinta en ‘Las Meninas’ al lado de la familia real. Lo hace con toda la intención del mundo para decir: “Estoy aquí al lado de la familia real y me estoy pintando. ¿Sí? Yo no soy un cualquiera, yo no soy un artesano, yo no soy alguien que solo pinta cuadros. Soy un artista. Pero el primero que hace eso en la música es Beethoven. Es el primer tío que empieza a escribir música pensando en esa idea, en la idea del creador, en la idea de que todo lo que yo hago pasa por mí. “Todo lo que yo sea capaz de plasmar en la partitura es porque yo, Beethoven, soy genial”. En lugar de adquirir una posición chulesca, una posición de superioridad, él hace todo lo contrario. Dice: “¿Y sabéis qué voy a hacer ahora que os he dicho que soy Beethoven y que soy el más grande? Os voy a desnudar mi alma entera para que la veáis por dentro porque es mi regalo”. Y frente a eso, yo me rindo.
Desde la ‘Marcha fúnebre’ de la 3ª sinfonía hasta el ‘Himno de la alegría’ de la 9ª sinfonía está toda nuestra vida. Que no la suya, que también, sino toda la nuestra, para decirnos desde el principio hasta el final cómo somos. Es el hombre que es capaz, mejor que nadie, de explicar quiénes somos y por qué somos como somos. Y lo hace sin ninguna pretensión, siendo sordo. Un hombre que se avergonzaba, se ocultaba de los demás porque era sordo.
Esto que acabamos de tocar él nunca lo escuchó. Pensad un momento en esto.
Otra vez cuatro notas, ¿eh? Otra vez cuatro notas. Pero ¡qué demonios! El tío tenía un teléfono para hablar con Dios. Porque Beethoven no era un gran melodista. Su armonía muchas veces es débil, su ritmo muchas veces es primario. Pero cuando tú coges todas esas cosas que separadas no son nada y las juntas, milagro.
Por eso Beethoven… Yo animo a todo el mundo, a los que estéis aquí, os animo a todos a que escojáis el héroe de vuestra vida, la heroína de vuestra vida. Yo, en mi vida, cuando la música llegó por tercera vez después de que me persiguiera y me persiguiera y me persiguiera, decidí que esa persona que me acompañaría siempre sería Beethoven, y lo sería por todas esas cosas. Por ser el primer artista, por ser el primer músico con conciencia de artista, por ser el primer músico que dijo: “Habrá mil príncipes, pero Beethoven solo hay uno. ¿Y sabes qué? Soy yo”. Él, quiero decir.
Ramón Gener
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