miércoles, 23 de abril de 2025

 


Cada niño tiene en él un dios; nuestros intentos por moldearlo convertirán al niño en un demonio. Hay una hermosa película italiana dirigida por Federico Fellini, llamada 81/2. En una escena aparece un hermano cristiano en una excursión con un grupo de muchachos de ocho a diez años. Están en la playa, caminando, mientras el hermano viene detrás con tres o cuatro muchachos a su alrededor. Se encuentran con una mujer mayor que es prostituta, y le dicen: - Hola. Ella contesta: - Hola. Ellos preguntan: ¿Quién eres tú? Y ella dice - Yo soy una prostituta. Ellos no saben qué es eso, pero fingen saberlo. Uno de los muchachos que sabe más que los otros dice: - Una prostituta es una mujer que hace ciertas cosas si uno le paga. Ellos preguntan: -¿Haría ella esas cosas si le pagamos? ¿Por qué no? fue la respuesta. De manera que hacen una colecta, le dan el dinero y le dicen: -¿Haría ciertas cosas ahora que te hemos dado el dinero? Ella responde: - Por supuesto muchachos, ¿qué quieren que haga? Lo único que se les ocurre a los muchachos es que ella se quite la ropa. Y ella lo hace. Bueno, la miran; nunca habían visto a una mujer desnuda. No saben qué más hacer, de modo que le dicen: -¿Quieres bailar? ella dice: -Por supuesto Ellos se reúnen alrededor de ella cantando y batiendo palmas; la prostituta mueve el trasero, y ellos se divierten de lo lindo. El hermano ve todo esto. Corre por la playa y le grita a la mujer. La hace vestir, y el narrador dice: "En ese momento, los niños se corrompieron, hasta entonces eran inocentes, hermosos".

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