miércoles, 30 de abril de 2025

 



 Estoy habitada por un grito.

Cada noche alza el vuelo
Buscando, con sus garfios, algo que amar.

Me aterroriza esta cosa oscura
Que duerme en mí;
Todo el día siento sus suaves y sedosos vuelcos, su malignidad.

Pasan nubes y se dispersan.
¿son esas las caras del amor, esos pálidos irrecuperables?
¿Es por tales que agito mi corazón?

Soy incapaz de un mayor saber.
¿Qué es esto, esta cara
Tan asesina en su enmarañamiento de ramas?

Sus solapados ácidos besan
Petrifica la voluntad. Son los errores lentos, aislados
Que matan, que matan, que matan.


• Sylvia Plath



 

 Me di cuenta, una vez más, de que aquello que yo creía ser era una deformación arbitraria, una máscara racional flotando en la infinita sombra interna no explorada. Más tarde comprendí que las enfermedades no son nuestras sino de aquel que creemos ser. Se alcanza la salud venciendo las prohibiciones, saliéndonos de caminos que no nos pertenecen, dejando de perseguir ideales impuestos, hasta llegar a ser uno mismo: la conciencia impersonal que no se autodefine.

Jodorowsky

martes, 29 de abril de 2025

 Dicen que nacì una noche de enero, 

que hacia fiesta la luna en el cielo
y que desde que abrì los ojos al mundo
le cante a un lucero
Que hice mil coplas con mi desespero...
Que hubo silencio , silencio y nervios.
GRACIAS!!!
A raudales han surgido mis pasiones
Que por tiempos he guardado en mi ser
a menudo he tenido reflexiones conmigo misma
Por que me he sumergido en el no se que hacer!

Alba Miriam


 "La huella de un sueño no es menos real que la de una pisada" es una afirmación poética que invita a reconsiderar la naturaleza de la realidad y el impacto de nuestros mundos internos. Analicémosla:
 * "La huella de un sueño": Se refiere a la consecuencia, el impacto o el recuerdo que un sueño deja en nosotros. Esto podría ser una emoción persistente, una idea que surge del sueño, o simplemente la sensación de haber vivido una experiencia, aunque sea en el plano onírico.
 * "no es menos real que la de una pisada": Una "pisada" es una marca física, tangible, que demuestra que alguien o algo estuvo en un lugar concreto. Representa una realidad física y verificable.
Análisis:
La frase establece una equiparación entre la realidad subjetiva de un sueño y la realidad objetiva de una acción física. Sugiere que el impacto de un sueño puede ser tan significativo y "real" en sus efectos como la evidencia física de una pisada.
Podemos interpretarlo de varias maneras:
 * El poder de la mente y las emociones: Los sueños pueden evocar emociones intensas, generar ideas creativas o incluso influir en nuestro estado de ánimo y nuestras decisiones al despertar. En este sentido, su "huella" emocional o mental es innegable.
 * La realidad de la experiencia subjetiva: Aunque los sueños no ocurran en el mundo físico, la experiencia de soñar es real para quien la vive. Sus efectos internos son tan válidos como las experiencias del mundo exterior.
 * La importancia de lo intangible: Al equiparar la huella de un sueño con la de una pisada, la frase podría estar resaltando la importancia de aspectos no tangibles de la existencia humana, como la imaginación, las emociones y el mundo interior.

 Es en sociedades sin rumbo, en las que la satisfacción material deja insatisfecho al espíritu, y en el que los insatisfechos se cansan de esperar, donde los textos más dogmáticos se han apoderado de la imaginación de las mayorías. Imaginemos lo que Hitler hubiese hecho con una pantalla de televisión. Este es el peligro. Vivimos en la aldea global de comunicaciones masivas, adelantos técnicos e interdependencia económica, pero podemos fácilmente alimentar los temores e incluso la rebelión de la aldea local que no se ve reflejada en dichos medios, y que, como Tántalo, en vano trata de alcanzar los frutos que la tentación publicitaria ofrece en todas las pantallas del mundo.

    Un capitalismo autoritario, ya sin enemigo comunista totalitario enfrente, se cierne como posibilidad desgraciada en algunos horizontes del mundo. Su amenaza no sólo a la lectura y al libro, sino al empleo libre y creativo de los propios medios audiovisuales, sólo puede ser contrarrestada por un orden democrático pleno, por una vigilancia política pluralista sobre el uso de los medios y sobre todo, por una decisión, política también y también social, de mantener en su grado más alto de abundancia, calidad y eficacia, los programas de educación pública, de bibliotecas públicas, de libros de texto gratuitos y de plena libertad para la creación escrita.
    Hemos sido testigos y actores, durante el último medio siglo, de la creación de un gran círculo en cada país latinoamericano, un círculo que va del escritor al editor al distribuidor al librero al público y de regreso al autor.
    Al contrario de lo que sucede en países de mayor desarrollo mercantil pero de menor atención intelectual, en México y la América Latina hay libros que nunca desaparecen de los anaqueles. Neruda y Borges, Cortázar y García Márquez, Vallejo y Paz, siempre están presentes en nuestras librerías.
    Lo están porque sus lectores se renuevan constantemente pero jamás se agotan. Son lectores jóvenes, entre los quince y los veinticinco años. Son hombres y mujeres de la clase trabajadora, de la clase media o del tránsito entre ambas, portadores de los cambios y de las esperanzas de nuestro continente.
    Hoy, las sucesivas crisis económicas sufridas por Latinoamérica desde los años ochenta amenazan esa continuidad de la lectura, reflejo de la continuidad de la sociedad. Varias generaciones de latinoamericanos jóvenes han descubierto su identidad leyendo a Gabriela Mistral, Juan Carlos Onetti o Jorge Amado. La ruptura del círculo de la lectura significaría una pérdida del ser para muchos jóvenes. No los condenemos a salir de las librerías y de las bibliotecas para perderse en los subterráneos de la miseria, el crimen y el abandono.

Carlos Fuentes

lunes, 28 de abril de 2025



 

En nuestra juventud vivimos como si fuéramos inmortales. La conciencia de la mortalidad nos rodea juguetonamente como una frágil cinta de papel que apenas nos roza la piel. ¿En qué momento de la vida cambia eso? ¿Cuándo comienza a apretar la cinta cada vez más hasta que nos ahoga? ¿Cómo reconocemos esa presión suave pero inflexible que nos anuncia que nunca más cederá? ¿Cómo la reconocemos en los otros? ¿Cómo, en nosotros mismos?

Pascal Mercier

  "Y verás sin duda el

resurgir poderoso

del guerrero,

sin miedo a leyes

ni a nostalgias;

Y lo verás caer una

y mil veces y levantarse

de nuevo, con la pura

bandera de su raza."


Manolo Chinato




 "En un instante podemos quedarnos ciegos en medio de la luz, muertos en medio de la vida, solos en medio del amor".



domingo, 27 de abril de 2025

 


La frase "Poetry is what happens when nothing else can" (La poesía es lo que sucede cuando nada más puede) sugiere que la poesía surge en momentos de límite, cuando otros medios de expresión —como el lenguaje común, la lógica o la acción— ya no son suficientes.

Explicación más profunda:

  • Emocionalmente, la poesía aparece cuando los sentimientos son tan intensos o complejos que no pueden expresarse con palabras directas o simples.
  • Creativamente, la poesía es una forma de dar forma a lo inexpresable, lo ambiguo, lo doloroso o lo bello de maneras que otras formas de comunicación no permiten.
  • Humanamente, cuando la realidad nos sobrepasa (por amor, dolor, pérdida, belleza, esperanza), recurrimos a la poesía para intentar darle sentido o simplemente para habitar ese instante con palabras cargadas de significados múltiples.

 Y por más que crezca, vas a estar aquí

Aunque yo me oculte tras la montaña

Y encuentre un campo lleno de caña

No habrá manera, mi rayo de Luna

Que tú te vayas

 


 Imagínate, antes que Beethoven, Bach, seguramente, el músico más grande de la humanidad. Mozart. Haydn. Pero él es el primero que dice: “La música va a hablar de mí”. Es la primera persona que escribe, así se llama en su etapa heroica, él se convierte en el héroe de su propia música para decir: “Yo soy un artista”, algo que los pintores ya habían hecho antes. Velázquez se pinta en ‘Las Meninas’ al lado de la familia real. Lo hace con toda la intención del mundo para decir: “Estoy aquí al lado de la familia real y me estoy pintando. ¿Sí? Yo no soy un cualquiera, yo no soy un artesano, yo no soy alguien que solo pinta cuadros. Soy un artista. Pero el primero que hace eso en la música es Beethoven. Es el primer tío que empieza a escribir música pensando en esa idea, en la idea del creador, en la idea de que todo lo que yo hago pasa por mí. “Todo lo que yo sea capaz de plasmar en la partitura es porque yo, Beethoven, soy genial”. En lugar de adquirir una posición chulesca, una posición de superioridad, él hace todo lo contrario. Dice: “¿Y sabéis qué voy a hacer ahora que os he dicho que soy Beethoven y que soy el más grande? Os voy a desnudar mi alma entera para que la veáis por dentro porque es mi regalo”. Y frente a eso, yo me rindo.

Desde la ‘Marcha fúnebre’ de la 3ª sinfonía hasta el ‘Himno de la alegría’ de la 9ª sinfonía está toda nuestra vida. Que no la suya, que también, sino toda la nuestra, para decirnos desde el principio hasta el final cómo somos. Es el hombre que es capaz, mejor que nadie, de explicar quiénes somos y por qué somos como somos. Y lo hace sin ninguna pretensión, siendo sordo. Un hombre que se avergonzaba, se ocultaba de los demás porque era sordo.

Esto que acabamos de tocar él nunca lo escuchó. Pensad un momento en esto.

Otra vez cuatro notas, ¿eh? Otra vez cuatro notas. Pero ¡qué demonios! El tío tenía un teléfono para hablar con Dios. Porque Beethoven no era un gran melodista. Su armonía muchas veces es débil, su ritmo muchas veces es primario. Pero cuando tú coges todas esas cosas que separadas no son nada y las juntas, milagro.

Por eso Beethoven… Yo animo a todo el mundo, a los que estéis aquí, os animo a todos a que escojáis el héroe de vuestra vida, la heroína de vuestra vida. Yo, en mi vida, cuando la música llegó por tercera vez después de que me persiguiera y me persiguiera y me persiguiera, decidí que esa persona que me acompañaría siempre sería Beethoven, y lo sería por todas esas cosas. Por ser el primer artista, por ser el primer músico con conciencia de artista, por ser el primer músico que dijo: “Habrá mil príncipes, pero Beethoven solo hay uno. ¿Y sabes qué? Soy yo”. Él, quiero decir.

Ramón Gener

sábado, 26 de abril de 2025

Sigo cruzando ríos, andando selvas, amando el Sol
Cada día, sigo sacando espinas de lo profundo del corazón
En la noche, sigo encendiendo sueños
Para limpiar, con el humo sagrado, cada recuerdo


 

 


¡Prefiero ser cenizas que polvo! Prefiero que mi chispa se apague en un resplandor brillante a que sea sofocada por la podredumbre seca. Preferiría ser un soberbio meteoro, cada átomo de mí en magnífico resplandor, que un planeta adormecido y permanente. La función apropiada del hombre es vivir, no existir. No desperdiciaré mis días tratando de prolongarlos. Aprovecharé mi tiempo.“



 "Toda vida humana tiene sus estaciones, y no hay caos interior que dure indefinidamente. El invierno no dura siempre. También existen el verano y la primavera, y aunque a veces, cuando las ramas siguen oscuras y la tierra se resquebraja con el hielo, llega uno a pensar que nunca van a llegar, esa primavera y ese verano llegan, llegan siempre."

Truman Capote

 …Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros

cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

      Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

      Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostáljico…

      Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

Juan Ramón Jiménez

viernes, 25 de abril de 2025

 Ibamos a vivir toda la vida juntos.

Ibamos a morir toda la muerte juntos.
Adiós.

No sé si sabes lo que quiere decir adiós.
Adiós quiere decir ya no mirarse nunca,
vivir entre otras gentes,
reírse de otras cosas,
morirse de otras penas.
Adiós es separarse ¿entiendes?, separarse,
olvidando, como traje inútil, la juventud.

!Ibamos a hacer tantas cosas juntos!
Ahora tenemos otras citas.
Estrellas diferentes nos alumbran en noches diferentes.
La lluvia que te moja me deja seco a mí.
Está bien: adiós.
Contra el viento el poeta nada puede.

A la hora en que parten los adioses,
el poeta sólo puede pedirle a las golondrinas
que vuelen sin cesar sobre tu sueño.

Manuel Scorza


 

 En la plaza, frente a la estación, me quedé mirando a un chico. Y una vez más me admiré de cómo en la infancia el tiempo va despacio, como si estuviera quieto. Es un infinito que se extiende entre la Fiesta de Reyes que ha pasado y la que vendrá, y los cumpleaños de los chicos suceden después de tantos hechos, o sueños, que el próximo aparece tan distante para ellos, como la ancianidad. Este remanso hace de la niñez el período más fértil y más vulnerable, los chicos comparten la serenidad de los árboles y el germinar de la tierra. Viven un tiempo que no se acaba: ¿cuánto falta para que llegue la Navidad?, ¿cuánto falta para mi cumpleaños? Para ellos el pasado no existe y el futuro es invisible. Y entonces, cada día es eterno. Muchas veces me he detenido, solo en mi estudio, o con amigos, a cavilar sobre este tema, sobre la diferencia entre el tiempo existencial y el tiempo cronológico: éste es igual para todos; aquél, lo más personal de cada hombre. Así como despaciosas son las horas de la infancia, cuando uno se va haciendo viejo, las horas se achican, como un astro que girara cada vez en órbitas más pequeñas, y a mayor velocidad, de modo que los regalos de cumpleaños no se han llegado a gozar cuando ya viene, emboscado, un nuevo aniversario. Con los años, el pasado va aumentando de peso, y la gravedad de la existencia parece desfondarse hacia ese costado. Cuando uno ya ha abandonado la energía de los trabajos, el ardor de la pasión, la ilusión de otros proyectos, con frecuencia, queda habitando el presente, distraídamente, como un juego al que ya no se le prestara atención, porque el yo más profundo ha quedado anclado en esos momentos cuando la vida resplandecía. Pero ¡cuántas veces he sentido la vida renovada como la de un águila!, ¡cuántas veces la creación me había entregado un fulgor de eternidad! He vuelto a leer a San Agustín, y he recordado aproximaciones y diferencias. Él plantea, creo que por primera vez en la historia de la filosofía de Occidente, esta idea existencial del tiempo que tanto me había entusiasmado; en cambio, entonces, yo ni me había detenido en su valoración de la eternidad. En la eternidad nada pasa, sino todo está presente, el pasado viene empujado por un futuro, y el futuro viene en pos de un pasado, ¿quién detendrá el corazón del hombre para ver que se pare y vea, cómo estando la eternidad inmóvil, gobierna los tiempos futuros y pasados, la eternidad ni futura ni pasada? Antes, en aquellas épocas, una ansiedad creadora me lanzaba siempre más allá, el ser y el tiempo me parecían inseparables, y yo avanzaba hacia el futuro como hacia mi destino. Después, el tiempo fue acelerándose, y yo sentí que debía resignarme y abandonar tantos proyectos. Cuando murió Jorge Federico, la concepción que entonces tenía del tiempo resultó inválida. Ya no fue vertiginoso su pasar ni agobiante su pasado, todo quedó suspendido en un vacío desgarrador. En mi imposibilidad de revivir a Jorge, busqué en las religiones, en la parapsicología, en las habladurías esotéricas, pero no buscaba a Dios como una afirmación o una negación, sino como a una persona que me salvara, que me llevara de la mano como a un niño que sufre. Lo que antes había leído con juicio crítico, ahora lo absorbía como un sediento. Volví a Jaspers. A las pocas páginas di con una cita de Epicteto: “El origen de la filosofía es percatarse de la propia debilidad e impotencia”. ¡Cuántas veces, hundido en negras depresiones, en la más desesperada angustia, el acto creativo había sido mi salvación y mi baluarte! Creía entonces en Pavese cuando dijo que al sufrir aprendemos una alquimia que transfigura en oro al barro, la desdicha en privilegio. Pero la ausencia de Jorge es irreparable. Supe que ninguna obra nacida de mis manos me podía aliviar, y me pareció hasta mezquino que intentara distraerme, o aun pintar o escribir algo. Temblando recordé uno de esos graves presagios que he tenido en la vida. Varios años antes de su muerte, yo me había propuesto escribir una historia sobre un hombre mayor, un artesano de pueblo, uno de esos hombres que son puro corazón y creyentes de la vida. Iba a tener como único familiar a una nieta a quien amaba y a quien le contaba hermosas leyendas. Mi intención era ponerlo en una situación límite: si perdía a su chiquita, por su gran bondad ¿seguiría creyendo en la vida? Yo no sabía cuál iba a ser la reacción de ese abuelo, esperaba que la intuición me guiara. Pero estaba tan inmerso en la pintura que no llegué a escribirlo. Ahora siento a pleno el límite de la vida y el dolor ha detenido el tiempo en un ardor eterno. Sé que Jaspers dice que “hay en las situaciones límite un impulso fundamental que mueve a encontrar en el fracaso el camino que lleva al ser”, y también “que la forma en que experimenta su fracaso es lo que determina en qué acabará el hombre”. No sé. Sí puedo decir que el tiempo de mi vida se quebró, que después de la muerte de Jorge ya no soy el mismo, me he convertido en un ser extremadamente necesitado, que no para de buscar un indicio que muestre esa eternidad donde recuperar su abrazo.

Ernesto Sabato

jueves, 24 de abril de 2025

"El viviente enfrenta la realidad como el "lugar" de su sobrevivencia, y la constituye como realidad "objetiva " actualizándola antes como "verdadera", para poder manejarla." Enrique Dussel

En el siguiente artículo, el académico, filósofo, historiador y teólogo argentino naturalizado mexicano, Enrique Dussel,  explora la relación entre la vida humana y el criterio de verdad, destacando cómo la existencia en comunidad es fundamental para la realidad humana.

La vida humana en comunidad es el modo de realidad del ser humano y, por ello, al mismo tiempo, es el criterio de verdad práctica y teórica1. Todo enunciado, juicio o "acto-de-habla" (Speech act) tiene por última "referencia" a la vida humana. Esta ética pretende fundarse en mero juicios des- criptivos, de hecho, empíricos -y no simplemente de valor-. Debemos situarnos entonces en el nivel de los enunciados o juicios descriptivos, juicios de hecho, pero teniendo conciencia que los hay formales abstractos y materiales concretos o prácticos:.

"Los juicios de hecho cuyo criterio de verdad es la vida y muerte son a la vez los juicios constituyentes de la realidad objetiva [...] La realidad objetiva no es algo dado independientemente de la vida del hombre. La vida del hombre, al lograr evitar la muerte, mantiene la realidad como realidad objetiva. Por eso en el suicidio se disuelve la realidad, y en el suicidio colectivo de la humanidad la realidad se disuelve definitivamente [...] La objetividad de la realidad no antecede a la vida humana, sino es tanto su producto como su presupuesto”

 La verdad es la actualidad de la realidad de lo real en la subjetividad humana -y la realidad dicha actualidad referida a lo real como de suyo nos diría X. Zubiri. Pero dicha actualidad depende del "acceso" que el viviente, desde su vida y para su vida, tenga de lo real. Por ello la vida es criterio de verdad. Si la vida humana es criterio de verdad debemos antes aclarar de qué "verdad" estamos hablando.

En efecto, la tradición analítica o positivista no criticó sólo el pensamiento metafísico ingenuo, sino que igualmente negó la posibilidad de rigor científico a toda ética normativa (por consistir sólo en "juicios de valor" o "enunciados normativos" considerados como incompatibles con dicho rigor). Escribe:

"Los juicios de valor [...] en la medida en que no son científicos, no son, literalmente hablando, significativos, sino que son simples expresiones de emoción que no pueden ser verdaderas ni falsas"

Al intentar demostrarse que "los conceptos éticos normativos son irreductibles a conceptos empíricos", se pretende que la filosofía ética es que nos toca ahora indicar la manera de tratar esta ardua cuestión y relacionar tres términos: realidad, verdad y validez. Nos remitiremos al pensamiento crítico del pragmatismo de Putnam como figura en torno a la cual deseamos desarrollar la crítica a la "falacia reductivista" (como la denomina Apel) de la posición tarskiana sobre la verdad.

Putnam muestra muy bien cómo un "lenguaje formalizado" (L en el ejemplo de Tarski), desde un "metalenguaje" (ML), debe establecer un "criterio de verdad" (criterio W o convención T). Sin embargo, pensamos que por último todo termina siendo sólo un "criterio de inteligibilidad", ya que lo "verdadero" en Tarski "no es el verdadero clásico". Putnam niega, entre otros aspectos, la pretensión tarskiana de hablar de "verdad en general" en el caso determinado de la "verdad de un determinado lenguaje" (L), siendo que se trata de una abstracción del lenguaje ordinario de un ámbito analítico formalizado que evita las "antinomias semánticas" (y, por supuesto, las pragmáticas). La "correspondencia " se establece entre dos términos dentro del horizonte del lenguaje definido, y en el que ninguno de los cuales pretende ser la realidad:

"La nieve es blanca" es verdadera si y sólo si la nieve es blanca.”

Esta expresión tautológica lógico-semántica, se dirije exclusivamente al desarrollo de una teoría del "significado-sentido" (con pretensión de inteligibilidad) que intenta responder a la pregunta: "¿Qué significa entender una proposición?"

"De acuerdo con Tarski, Carnap, Quine, Ayer y teóricos semejantes, saber estos hechos [tales como "la nieve es blanca"] constituye la clave para entender las palabras es verdadero. En suma, para entender P es verdadero, donde P es una oración entrecomillada, sólo hay que desentrecomillar P -eliminar las comillas- (y borrar es verdadero)"

Esto significa haber borrado toda referencia a una realidad extralingüística, tal como la vida humana como modo de realidad. ¿En qué se convierte la relación en el ejemplo dado entre el término del enunciado y el otro término (el "objeto" o "cosa")? 

Pienso que en la posición analítica o positivista dió preeminencia a la "verdad" o al horizonte de un "lenguaje", sobre el lenguaje ordinario del mundo del sentido Común . El mismo Carnap lo muestra:

"El sentido de una proposición radica en que puede expresar un hecho. Si una (pseudo)proposición no expresa un hecho (pensable), entonces no tiene sentido y es sólo aparentemente una proposición. Si una proposición expresa un hecho, entonces indudablemente tiene sentido; más específicamente, es verdadera si se presenta un hecho, y es falsa si no lo presenta"

Se trata del horizonte del significado-sentido (inteligibilidad) de una proposición en el ámbito del lenguaje abstracto determinado. En cierta manera tendríamos aquí una noción "analítica de verdad", Pero, como ha mostrado Cristina Lafont, hay una larga tradición donde se ha dado preeminencia "al significado sobre la referencia", que desde Hamann, pasando de Humboldt remata en Heidegger.

Hay entonces al menos tres niveles en la cuestión de la verdad: a) el de la coherencia significativa o de sentido del "mundo" lingüístico (formal desde Frege a Davidson, u ontológico desde Humboldt a Heidegger); b) el de la intersubjetividad válida de los acuerdos de una comunidad de comunicación (desde Peirce a Apelo Habermas); c) el del intento de "abrirse", por la pro- blemática de la "referenciabilidad" hacia lo real, los "objetos" o las "cosas" reales (desde un Kripke a Putnam ya la propia Ética de la Liberación):

"Siempre que el aprendizaje, la posibilidad de revisión, es inherente a una determinada praxis -es decir, en contextos inductivos y no deductivos (como el de la matemática o el de la jurisprudencia, por ejemplo), las expresiones designativas se usan referencialmente. Pues, a la base del uso referencial de las expresiones designativas se encuentra la suposición de algo que ha de ser descubierto y no legislado, es decir, algo en relación con lo cual nuestro saber tiene que poder autocorregirse"

Ante (a) el relativismo de la incomensurabilidad o incomunicación de cada mundo lingüístico, de un concepto de verdad como lo sólo "comprensible (understandable)" o inteligible26 -que en ética lleva a un relativismo más o menos escéptico y antiuniversalista-, que como hemos indicado puede tener dos variantes: una formalista (la de los analíticos) y otra ontológico-culturalista (la de Humboldt a Heidegger), (b) Apel intenta salvar el universalismo por medio de una reflexión pragmática desde una teoría consensual de la verdad -que en ética lleva a un formalismo sin contenido material alguno, y por ello a su inaplicabilidad-. Por su parte, (c) la corriente "referencialista " intenta salvar la validez ética del sentido común pragmático pero no llega todavía a describir "aquello" a lo que se "refiere" de manera convincente -cae al saltar la última valla-. Pienso que la Ética de la Liberación, en el momento del análisis de las estructuras fundamentales, debe afirmar una pretensión y un criterio de verdad universales (desde la reproducción y desarrollo de la vida del sujeto humano en general) -cumpliendo así más radicalmente el intento "referencialista "-que incluye los momentos culturales (aquí también con pretensión de rectitud, porque es verdad práctica) de todos los "mundos lingüísticos" posibles (aún los formales, pero con conciencia de que son "reducciones abstractas" que deben ser resituadas en el contexto de lo real para alcanzar la verdad práctica). La Ética de la Liberación puede al mismo tiempo subsumir todo lo positivo de las morales formales (entre ellas la Ética del Discurso) en cuanto a la pretensión y al criterio de validez (la verdad como consenso) intersubjetivo (que debiendo tener "referencia " a un contenido material es ahora aplicable y no pierde su universalidad aún en el diálogo intercultural). y puede también afirmar la pretensión (o condición de la comunicación) de inteligibilidad y el criterio de significatividad (la verdad como comprensibilidad) del sentido con coherencia, también desde el sentido común y como articulable en el plexo de la acción (tal como lo descubre el pragmatismo desde su origen, el cual la Ética de la Liberación pretender ser su pleno desarrollo). Y todo esto porque el criterio último de verdad es la misma vida humana, modo de realidad que abre el horizonte de la realidad como mediación para la vida. El viviente enfrenta la realidad como el "lugar" de su sobrevivencia, y la constituye como realidad "objetiva " actualizándola antes como "verdadera", para poder manejarla. De equivocarse (como el confundir: "Esto es alimento", siendo en "verdad" veneno) corre el riesgo de perder la vida. No es sólo un juicio falso, al ser práctico es un juicio mortal.

 Por Enrique Dussel


 

 Una de las cosas más importantes que hay que entender del hombre es que el hombre está dormido. Aun cuando cree que está despierto, no lo está. Su estado de vigilia es muy frágil; su estado de vigilia es tan insignificante que carece por completo de importancia. Su vigilia es sólo una bonita palabra, pero totalmente vacía. Uno duerme de noche, duerme de día... desde el nacimiento hasta la muerte, uno va cambiando sus pautas de sueño; pero nunca llega a despertar de verdad. Sólo porque hayas abierto los ojos, no te engañes a ti mismo pensando que estás despierto. A menos que se te abran los ojos interiores, a menos que tu interior se llene de luz, a menos que puedas verte a ti mismo, ver quién eres... no creas que estás despierto. Esa es la mayor ilusión en la que vive el hombre. Y si uno se convence de que está verdaderamente despierto, entonces ya no tiene sentido hacer ningún esfuerzo por despertar. Lo primero que debes grabarte bien en el corazón es que estás dormido, completamente dormido. Estás soñando, un día tras otro. A veces sueñas con los ojos abiertos y otras veces con los ojos cerrados, pero estás soñando... tú mismo eres un sueño. Todavía no eres una realidad. Por supuesto, cualquier cosa que hagas en un sueño carece de sentido. Cualquier cosa que pienses es insustancial; cualquier cosa que proyectes seguirá formando parte de tus sueños y nunca te permitirá ver la realidad. Por eso todos los budas han insistido en una única cosa: ¡Despierta! Continuamente, a lo largo de los siglos, todas sus enseñanzas se pueden resumir en una sola frase: debes despertar. Y para ello han ideado métodos, estrategias, han creado contextos y espacios y campos de energía en los que un choque te puede hacer despertar. Sí, a menos que sufras un choque que te sacuda de arriba a abajo, no despertarás. El sueño ha durado tanto que ha llegado al centro mismo de tu ser; estás empapado en él. Cada célula de tu cuerpo y cada fibra de tu mente se han llenado de sueño. No es un fenómeno de poca monta. Por eso se necesita un gran esfuerzo para mantenerse alerta, atento, vigilante. Para convertirse en un testigo. Si hay una cuestión en la que están de acuerdo todos los budas del mundo, es esta: Que el hombre, tal como es, está dormido y debería despertar. El despertar es el objetivo y el despertar es la esencia de todas sus enseñanzas. Zaratustra, Lao Tzu, Jesús, Buda, Bahauddin, Kabir, Nanak... todos los despiertos han enseñado una única lección. En diferentes idiomas, con diferentes metáforas, pero su canción es la misma. Así como el mar tiene un sabor salado, ya se pruebe por el norte o por el sur, por el este o por el oeste, el sabor de la condición búdica es el estado de vigilia. Pero si sigues creyendo que ya estás despierto, no harás ningún esfuerzo. Te parecerá que no tiene sentido hacer esfuerzo alguno. ¿Para qué molestarse? Y habéis creado religiones, dioses, oraciones, ritos, sacados de los sueños. Vuestros dioses son parte de vuestros sueños, como todo lo demás. Vuestra política es parte de vuestros sueños, vuestras religiones son parte de vuestros sueños, vuestra poesía, vuestra pintura, vuestro arte... todo lo que hacéis. Como estáis dormidos, hacéis cosas según vuestro estado mental. Vuestros dioses no pueden ser diferentes de vosotros. ¿Quién los va a crear? ¿Quién les dará cuerpo, forma y color? Vosotros los creáis, vosotros los esculpís; tienen ojos como los vuestros, narices como las vuestras... ¡y mentes como las vuestras! El Dios del Antiguo Testamento dice: «Soy un Dios muy celoso.» Vamos a ver: ¿quién ha creado este Dios tan celoso? Dios no puede ser celoso, y si Dios es celoso, entonces ¿qué tiene de malo ser celoso? Si hasta Dios es celoso, ¿por qué tú habrías de pensar que estás haciendo algo malo cuando sientes celos? ¡Los celos son algo divino! El Dios del Antiguo Testamento dice: «Soy un Dios muy colérico. Si no cumplís mis mandamientos, os destruiré. Os arrojaré al fuego del infierno para toda la eternidad. Y como soy celoso, sigue diciendo Dios, no debéis adorar a nadie más. No puedo tolerarlo. ¿Quién creó semejante Dios? Esta imagen tuvo que crearse a partir de nuestros propios celos, de nuestra propia cólera. Es una proyección, una sombra nuestra. Un eco del hombre y de nadie más. Y lo mismo se puede decir de todos los dioses de todas las religiones. Por eso Buda nunca hablaba de Dios. «¿Qué sentido tiene hablarle de Dios a gente que está dormida? Escucharán en sueños. Soñarán con lo que se les diga y crearán sus propios dioses que serán completamente falsos, completamente absurdos. Es mejor prescindir de tales dioses.» Por eso a Buda no le interesa hablar de dioses. Lo único que le interesa es despertaros.

“I am one of the searchers. There are, I believe, millions of us. We are not unhappy, but neither are we really content. We continue to explore life, hoping to uncover its ultimate secret. We continue to explore ourselves, hoping to understand. We like to walk along the beach, we are drawn by the ocean, taken by its power, its unceasing motion, its mystery and unspeakable beauty. We like forests and mountains, deserts and hidden rivers, and the lonely cities as well. Our sadness is as much a part of our lives as is our laughter. To share our sadness with one we love is perhaps as great a joy as we can know – unless it be to share our laughter.
We searchers are ambitious only for life itself, for everything beautiful it can provide. Most of all we love and want to be loved. We want to live in a relationship that will not impede our wandering, nor prevent our search, nor lock us in prison walls; that will take us for what little we have to give. We do not want to prove ourselves to another or compete for love.

For wanderers, dreamers, and lovers, for lonely men and women who dare to ask of life everything good and beautiful. It is for those who are too gentle to live among wolves.

miércoles, 23 de abril de 2025




 


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.”
El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda

 


Cada niño tiene en él un dios; nuestros intentos por moldearlo convertirán al niño en un demonio. Hay una hermosa película italiana dirigida por Federico Fellini, llamada 81/2. En una escena aparece un hermano cristiano en una excursión con un grupo de muchachos de ocho a diez años. Están en la playa, caminando, mientras el hermano viene detrás con tres o cuatro muchachos a su alrededor. Se encuentran con una mujer mayor que es prostituta, y le dicen: - Hola. Ella contesta: - Hola. Ellos preguntan: ¿Quién eres tú? Y ella dice - Yo soy una prostituta. Ellos no saben qué es eso, pero fingen saberlo. Uno de los muchachos que sabe más que los otros dice: - Una prostituta es una mujer que hace ciertas cosas si uno le paga. Ellos preguntan: -¿Haría ella esas cosas si le pagamos? ¿Por qué no? fue la respuesta. De manera que hacen una colecta, le dan el dinero y le dicen: -¿Haría ciertas cosas ahora que te hemos dado el dinero? Ella responde: - Por supuesto muchachos, ¿qué quieren que haga? Lo único que se les ocurre a los muchachos es que ella se quite la ropa. Y ella lo hace. Bueno, la miran; nunca habían visto a una mujer desnuda. No saben qué más hacer, de modo que le dicen: -¿Quieres bailar? ella dice: -Por supuesto Ellos se reúnen alrededor de ella cantando y batiendo palmas; la prostituta mueve el trasero, y ellos se divierten de lo lindo. El hermano ve todo esto. Corre por la playa y le grita a la mujer. La hace vestir, y el narrador dice: "En ese momento, los niños se corrompieron, hasta entonces eran inocentes, hermosos".

 «En 1930 recibí una grata sorpresa. Esto era que, a lo largo de ese año, se habían vendido veintisiete libros míos. Yo estaba tan emocionado que quería saber el nombre de cada uno de mis lectores para ir a agradecerles personalmente por haber comprado mi libro. Esto se lo conté a mi madre y ella se emocionó mucho. Veintisiete libros es una cantidad increíble, me dijo. Y agregó: Estás empezando a ser un hombre famoso».

 Jorge Luis Borges

lunes, 21 de abril de 2025




 

 La inquisicion y el índice fueron respuestas básicamente negativas por parte de la Iglesia católica. Esta actitud quedó ejemplificada en Pablo III, la persona que había concibido estos dos pavorosos instrumentos. En España, y durante mucho tiempo, el simple hecho de poseer un libro incluido en el Índice se castigaba con la muerte.[2111] (La lista continuó actualizándose hasta 1959, y fue abolida finalmente por el papa Pablo VI en 1966). Pablo IV fue igual de intransigente. Había sido el primer Inquisidor General y, tras haberse convertido en pontífice, fue quien ordenó que se colocaran hojas de parra a los desnudos de la famosa colección de estatuas antiguas del Vaticano y quien contrató a Daniele da Volterra, el pintor al que se encargó cubrir las «más flagrantes muestras de desnudez» del Juicio Final de Miguel Ángel.[2112] Pío V siguió su ejemplo. Como anota Bamber Gascoigne: «A Calvino se le conocía como el papa de Ginebra, pero Pío ciertamente demostró ser el Calvino de Roma». Otro antiguo Gran Inquisidor se propuso convertir el adulterio en crimen capital y realizó grandes esfuerzos para erradicar a las prostitutas de la ciudad, pero fracasó en ambos intentos. Con todo, acaso comprendió que las medidas negativas no eran suficientes y fue en gran parte el responsable de que se implementaran las decisiones del Concilio de Trento, que se había reunido de manera intermitente de 1545 a 1560.

Peter Watson 



 

 Los amigos de Jules Henri Poincaré  destacaban de este matemático francés su particular torpeza para dibujar el esquema más sencillo.

De ahí que le llamaran el ambidextro, ya que “podía dibujar igual de mal con la mano derecha que con la izquierda.”


 

sábado, 19 de abril de 2025

 Encontramos al primer científico verdadero, Tales de Mileto, una ciudad de la costa jónica, en el siglo VI a. C. No obstante, «ciencia» es una palabra moderna que sólo empezó a ser empleada con el significado que le damos actualmente a principios del siglo XIX: los antiguos griegos no la entendían de la misma manera. Para ellos no había límites entre la ciencia y los demás campos del conocimiento, y de hecho fueron quienes formularon las preguntas que dieron origen tanto a la ciencia como a la filosofía.[557] Tales no fue el primer personaje de la antigüedad que especuló sobre el origen y la naturaleza del universo, pero fue el primero «que expresó sus ideas en términos lógicos y no en términos mitológicos».[558] Como era mercader, había viajado a Egipto y había aprendido sobre la marcha suficientes matemáticas y astronomía babilónica para poder predecir un eclipse total de sol en el año 585 a. C., eclipse que ocurrió a su debido momento el día correspondiente a nuestro 29 de mayo. (Dos siglos más tarde, Aristóteles consideraría que este acontecimiento marcaba el inicio de la filosofía griega).[559] Sin embargo, Tales es recordado más a menudo por una pregunta que formuló: ¿de qué está hecho el mundo? La repuesta que ofreció —de agua— era incorrecta, pero el hecho mismo de plantear una cuestión tan fundamental para la ciencia y la filosofía era toda una innovación. Su respuesta también era nueva porque sugería que el mundo no consistía en una innumerable cantidad de cosas (un hecho obvio a simple vista) sino que, por debajo de esta apariencia de multiplicidad, estaba formado por un único elemento. En otras palabras, para Tales el universo no era sólo racional, y por tanto cognoscible, sino también simple.[560] Hasta este momento, se pensaba que el mundo había sido hecho por los dioses y que su propósito sólo podía conocerse de forma indirecta, a través de mitos, o, en el caso de los judíos, que no podía conocerse en absoluto. Este cambio marcó un hito en la historia del pensamiento (aunque, es importante señalarlo, en un principio afectó únicamente a un grupo muy reducido de personas).

Peter Watson 


 

 "Tal vez todo esto no sea más que una ilusión, pero no puedo poner en duda que lo sentí. El recuerdo es también una experiencia". 

Shohei Ooka 


 

 "No me llores, no, 

porque si lloras, yo peno. 

En cambio, si tú me cantas, 

yo siempre vivo y nunca muero..." 


— Andrés Henestrosa

miércoles, 16 de abril de 2025


 

 Otra cosa que podemos hacer durante nuestra meditación estoica es juzgar nuestro progreso como estoicos. Hay muchos indicadores a partir de los cuales medir este progreso. Para empezar , a medida que el estoicismo encuentre su lugar en nosotros , advertiremos que nuestras relaciones con otras personas han cambiado. Descubriremos , dice Epicteto, que nuestros sentimientos no se ven heridos cuando los demás nos dicen que no tenemos ni idea o que somos «tontos rematados» en relación con las cuestiones externas . También tendremos que encogernos de hombros ante cualquier elogio que nos sea dirigido. De hecho, Epicteto cree que la admiración de otras personas es un barómetro negativo de nuestro progreso como estoicos: «Si la gente te considera un personaje, desconfía de ti mismo». [5]

 Otros signos de progreso, según Epicteto , son los siguientes: dejaremos de culpar, censurar y elogiar a otros; no alardearemos sobre nosotros mismos ni nos jactaremos de nuestro saber; y nos culparemos a nosotros, y no a las circunstancias externas, cuando nuestros deseos no se cumplan. Y como hemos adquirido cierto grado de dominio sobre nuestros deseos , descubriremos que deseamos menos cosas que antes; Epicteto asegura que descubriremos que «nuestros impulsos hacia las cosas han disminuido». Y de forma significativa, si hemos progresado como estoicos nos consideraremos a nosotros mismos no como a un amigo cuyo deseo ha de ser satisfecho, sino «como un enemigo al acecho ». [6]

 Según los estoicos, la práctica de esta filosofía de vida no solo influirá en nuestros pensamientos y deseos en la vigilia, sino también en nuestra vida onírica. En concreto , Zenón sugería que a medida que progresemos en nuestra práctica dejaremos de tener sueños en los que sentimos placer ante situaciones deplorables. [7] Otra señal de progreso en nuestra práctica del estoicismo consiste en que nuestra filosofía consistirá en actos más que en palabras. Lo más importante, señala Epicteto, no es nuestra capacidad para hablar de los principios estoicos, sino nuestra capacidad para vivir de acuerdo con ellos. Por lo tanto, en un banquete un estoico aficionado podría pasar el tiempo hablando de qué debería comer un individuo filosóficamente iluminado ; un estoico que ha avanzado más en el camino se limitará a alimentarse así. Análogamente, un aprendiz de estoico puede jactarse de su sencillo estilo de vida o de haber renunciado al vino por el agua; un estoico más avanzado , después de haber hecho exactamente lo mismo, no sentirá la necesidad de comentarlo. De hecho, Epicteto cree que en nuestra práctica del estoicismo hemos de ser discretos para que los demás no nos etiqueten como estoicos, y ni siquiera como filósofos. [8]

 Sin embargo, la señal más importante de que estamos progresando como estoicos es un cambio en nuestra vida emocional. No es, como los que ignoran la verdadera naturaleza del estoicismo suelen creer, que dejemos de experimentar emociones. Por el contrario, lo que experimentaremos son menos emociones negativas. También invertiremos menos tiempo deseando que las cosas sean de otro modo y más disfrutando de las cosas tal como son . En líneas generales, disfrutaremos de un grado de serenidad del que carecíamos previamente. Asimismo, descubriremos, quizá para nuestra sorpresa, que nuestra práctica del estoicismo nos ha hecho susceptibles a pequeños estallidos de alegría: de pronto nos complacerá ser la persona que somos, vivir la vida que vivimos, en el universo que habitamos.

 Sin embargo, para la prueba última del progreso realizado en el estoicismo tendremos que esperar a afrontar la muerte. Solo entonces, dice Séneca, sabremos si nuestro estoicismo ha sido verdadero. 

William Irvine

 "No sé lo que era pero teníamos algo especial y lo sabíamos. Lo podías ver en el modo que nos movíamos y hablábamos. No hablábamos mucho, lo dábamos todo por sobreentendido, y eso era lo que ponía negro a todo el mundo, el aire de seguridad que despedíamos."

CharlesBukowski


 

 Quien permanece en el Tao al gobernar a los hombres

    no intenta forzar un resultado
    ni derrotar al enemigo por la fuerza de las armas.
    Para cada fuerza hay una contrafuerza.
    La violencia, aunque bienintencionada,
    siempre recae sobre uno mismo.
    El Maestro hace su tarea
    y después se detiene.
    Comprende que siempre el universo
    escapa a todo control
    y que intentar dominar los eventos
    es ir a contracorriente del Tao.
    Puesto que cree en sí mismo,
    no intenta convencer a nadie.
    Puesto que está contento consigo,
    no necesita la aprobación de otros.
    Puesto que se acepta a sí mismo,
    el mundo entero lo acepta.

Lao Tse

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