Como ser humano, por tanto, se encuentra con dos factores principales que le hacen propenso (de forma sana, tal como hemos visto en el anterior capítulo) a la ansiedad: primero, su biología o tendencias hereditarias a ser precavido y vigilante; segundo, muchos factores de su entorno vital que frustran y obstaculizan sus deseos y de los que se tiene que ocupar. Como humano, además, tiene la particularidad de nacer y crecer con cierto derecho de elección o voluntad. Puede usted tomar decisiones y elegir entre una u otra forma de actividad. A pesar de estar parcialmente restringido por la biología y el entorno, es usted agente de pleno derecho y, por ende, tiene la posibilidad de escoger. Esto significa que puede decidir ir a una u otra parte, que cuando quiere conseguir más de lo que desea y menos de lo que no desea, intenta adivinar por qué camino es mejor seguir y que, a medida que va avanzando, va descubriendo lo que es «bueno» y lo que es «malo» para usted —es decir, aquello que colmará sus deseos y lo que los podría bloquear—. Sin embargo, al escoger el camino, rara vez puede estar seguro de que ése sea el mejor y, a lo largo del recorrido, puede cometer errores fácilmente que no podría prever con antelación. Puede también que el camino mismo sufra cambios frecuentes. Así que, como ser humano, siempre tiene dudas en alguna medida. Rara vez sabe con certeza —aunque crea que lo sabe— lo que está «bien» o lo que está «mal», o lo que es «bueno» o «malo» para usted. Tiene que experimentar, asumir algunos riesgos y, en última instancia, descubrir el camino «correcto». Sin embargo, dado que a menudo sabe lo que quiere y lo que no quiere, y que tiene que descubrir qué camino es el «bueno», no tiene certeza absoluta, ni reglas invariables a las que atenerse para asegurar que se cumplan sus deseos. Su existencia misma es incierta y, como mucho, probabilística. Usted cree que conoce la manera correcta, pero nunca puede estar completamente seguro. Esto deriva del hecho de tener cierto derecho de elección: elección de metas o intenciones y de cómo llevarlas a cabo. En este sentido, los existencialistas hablan de su «ansiedad existencial». La elección conlleva duda e incertidumbre; por eso está usted siempre algo ansioso —es decir, que duda en principio sobre el resultado de sus elecciones, con la esperanza de que haya tomado la decisión correcta pero nunca totalmente seguro de lo que será bueno para usted.
Afortunadamente, sin embargo, hay algunas cuestiones muy importantes que puede usted cambiar y que tienen una enorme influencia sobre el grado de ansiedad que le pueden provocar determinadas situaciones. Cosas que puede modificar para tener ansiedad sana y no malsana ante las dificultades que se le presenten. Me refiero a su propio pensamiento, sus propios sentimientos y su propia conducta, que son los máximos responsables de la ansiedad que padece y de que ésta sea sana o no. Quizá crea usted, equivocadamente, que su biología es, básicamente, la que controla su ansiedad. O puede que piense, también erróneamente, que la influencia principal sobre la ansiedad que padece proviene de su entorno —su educación, sus primeros aprendizajes, o los sucesos de su vida actual—. Bueno, el caso es que ambas cuestiones son importantes y tienen su influencia en la ansiedad, pero no son el factor principal ni crucial. El tercer factor, usted mismo —y la forma en que elige pensar, sentir y actuar— es, en gran medida, el más importante y más influyente en la creación de su propia ansiedad, sea de forma sana o malsana
Albert Ellis
No hay comentarios:
Publicar un comentario