Cito a Freud.
La meta final de toda vida siempre es la muerte.
Hemos
dicho que la vida es un breve período de existencia que navega entre
dos grandes inexistencias. Que nada éramos antes de nacer y nada seremos
después de morir.
La pulsión de muerte lo sabe y
quiere retornar a ese vacío inanimado que éramos antes de nacer. Por eso
intenta alcanzar su fin, la muerte, lo antes posible.
La pulsión de vida le dará batalla apostando al placer que puede generarnos la experiencia de la vida.
Estas
dos pulsiones están mezcladas y en permanente lucha dentro de cada ser
humano. A veces se impone una, a veces la otra. Esta lucha es tan
encarnizada que nuestro nivel de salud o enfermedad depende de su
resultado.
En una persona sana la pulsión de vida
domina sobre la pulsión de muerte. Cuando la balanza se inclina en favor
de esta última, el precio es la enfermedad, las malas elecciones y el
sufrimiento.
Gabriel Rolon
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