Ha sido asiático pero no ha sido Murakami. Mo Yan, representante de la narrativa china que floreció en los años 80 con la tímida liberalización del régimen comunista es el ganador del Premio Nobel de Literatura de 2012.
La elección de Mo Yan (seudónimo que significa 'No hables' en chino) tiene algo de agridulce. Por un lado, es un desagravio para la literatura china. Mo Yan es el segundo Nobel de su país, y el primero con méritos literarios fuertes. La elección de Gao Xingjian, su antecesor, siempre ha sido entendido como un galardón político, un premio a la disidencia de su país.
La polémica procede, precisamente, por el perfil político del escritor, a veces crítico, a veces amable con el sistema comunista chino. Estos días, algunos intelectuales disidentes chinos comentaban su candidatura con cierto desdén. Su postura no es fácil de explicar en una sola palabra, colaboracionista o crítico.
Para empezar, Mo Yan es una víctima de la Revolución Cultural China y esas son palabras importantes. Nació en una familia rural del norte del país, pasó hambre y sufrió el destino elegido por el Partido Comunista para él y para millones de campesinos. Dejó de estudiar, fue trasladado al sur y entró en el Ejército Popular de Liberación, donde empezó a escribir en los primeros años 80. La censura fue intransigente con él en los primeros momentos, hasta que el Partido empezó a levantar la mano. Sus novelas, en una parte sustancial, toman como tema ese momento histórico, el retrato de la vida en aquella China destrozada por los políticos comunistas.
Lo malo es que esa carga crítica no se ha hecho expresa fuera de sus novelas. Al contrario, Mo Yan ha seguido viviendo en China y ha convivido sin demasiados problemas con el sistema. Hace unos meses, Mo Yan participó en un homenaje a Mao Zedong. Antes, recibió los premios oficiales del estado.
El fallo llega dos años después de la afrenta que supuso el Nobel de la Paz de Liu Xiaobo, al que el Gobierno chino no dejó acudir a la ceremonia de entrega en Oslo..
Las buenas noticias
El contrapunto a esas características, extrañas en el palmarés reciente del Nobel, es la literatura del Nobel, elogiada con bastante unanimidad. Un Kafka chino, dice una caracterización bastante recurrente, en referencia ala claustrofobia de sus relatos. Sin embargo, Ángel Fermoselle, el editor que más ha apostado por Mo Yan en el mercado español, tiene otra referencia: "Hay mucho de Gabriel García Márquez, a pesar de los miles de kilómetros que los separan. Está el realismo y está la magia y no a un nivel menor que en Gabo".Fermoselle dice que no puede elegir un "libro bueno" entre los de 'su nobel'. "Todos los son". Pero si tiene que elegir uno como el más querido, se acuerda de 'Grandes pechos, amplias caderas', que narra la vida de Shangguan Lu, una mujer maltratada por su familia política por no 'ser capaz' de engendrar un varón.
Antes, la primera noticia que tuvieron los lectores españoles de Mo Yan llegó a finales de los años 80, cuando la película 'Sorgo rojo' de Zhang Yimou (1987) adaptó otro relato suyo sobre una chica obligada a casarse con un anciano enfermo de lepra.
Esta misma mañana, el nuevo Nobel ya ha tenido la ocasión de agradecer el fallo. Según la agencia Dpa, el escritor chino se siente "tremendamente feliz y asustado" por el premio. El escritor se enteró de la noticia en su pueblo natal, Gaomi, en la provincia oriental china de Shandong. Normalmente reside en Pekín, pero se trasladó a Gaomi para pasar un par de semanas con su padre. Esta mañana, Mo no estaba localizable en su teléfono móvil.
Poco después, un posterior despacho de la agencia Efe citaba una breve entrevista del escritor con ChinaNews, la agencia oficial china, en la que el galardonado relativizaba el premio. "Ganar no representa nada". Mo seguirá "centrado en la creación de nuevas obras. Continuaré trabajando duro, gracias a todos". Sobre la importancia del premio para la literatura de su país, el nuevo Nobel aseguró que "China tiene muchos autores excelentes, cuyos destacados trabajos podrán también ser reconocidos en el mundo".
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