martes, 16 de octubre de 2012

Ada Lovelace


Ada Lovelace fue la primera persona que ejecutó un algoritmo programado para una máquina, una primitiva computadora. Era hija del poeta Lord Byron.
Una mujer y no un hombre, es el primer programador de la historia. Ada Lovelace es la octava y última dama elegida para conmemorar el día (mes) internacional de la mujer, que se celebra cada 8 de marzo. Esta pionera de la programación informática tiene otro destacado dato biográfico: era hija del poeta romántico por excelencia, Lord Byron; rapsoda y revolucionario idealista implicado en las revueltas italianas y griegas del XIX, no en vano moriría de malaria en la ciudad griega de Missolonghi.

Una decisión materna

Fue decisión de la madre y fruto de la rivalidad eterna entre “ciencias y letras” que Ada se convirtiera a una temprana edad en un genio de las matemáticas. Su madre, Annabella Milbanke, lady Byron, quiso alejarla desde el primer mes de vida del ambiente poético y bohemio de su padre. Lo hizo formándola desde sus primeros años en las materias que ella consideraba alejadas de las pasiones literarias del padre: en los números y en las ciencias.
Lo que quizás no sospechaba Annabella es que las matemáticas están tan próximas a la poesía, como la métrica a los números. Que de ecuaciones están llenos los nacimientos de versos. Y esa relación de la medida lírica y la abstracción numérica se verá en la lógica y el trabajo de la joven Ada.

Matemática y poesía

En Londres, el 10 de diciembre de 1815, nace la única hija del matrimonio. Una relación matrimonial que dura un par de meses, Lord Byron marchó a deshacer entuertos por el mundo y a narrarlos en verso cuando su hija contaba apenas los sesenta días.
La ley británica de la época favorecía a la potestad paterna para quedarse con los hijos en caso de separación o divorcio. Lord Byron, ni que decir tiene, nunca hizo uso de ese privilegio. Apenas vio a su hija, pero dedicó poemas a la niña y mantuvo una correspondencia con ella hasta su muerte, cuando la pequeña contaba con ocho años y él con treinta y seis. Ese cordón umbilical no se rompería del todo, como veremos al final.
Gracias a su madre, apasionada de las matemáticas, con tan solo diecisiete años Ada Byron tendrá como tutora a la conocida como “la reina de las ciencias del siglo XIX”, la prestigiosa Mary Sommerville, que será quien le presente al científico Charles Babbage, considerado el padre de las computadoras. Babbage estaba ideando la “máquina analítica”, y en su construcción pasó por alto idear también una interpretación, un lenguaje, que explicase la utilidad de la máquina.

La intérprete de la “máquina analítica”

Colaboradora y alumna, porque desde el momento en el que se conocieron el profesor Babbage quiso tenerla a su lado; reconocería siempre en Ada a su mejor “intérprete” y a una matemática de lúcida lógica. Fue entonces su alumna y colaboradora, Ada Byron, quien programaría por primera vez un lenguaje para entender y usar su máquina analítica, computadora pionera.
Pocos años después, en julio de 1835, se casó con William King, octavo barón de King y que fue nombrado más tarde Conde de Lovelace, por lo que Ada Byron pasó a conocerse como la Condesa de Lovelace y posteriormente como Lady Ada Lovelace. Tuvo suerte y su marido, doce años mayor que ella, permitió esos extravagantes entretenimientos de su joven esposa, lo que le permitió continuar estudiando matemáticas.

El lenguaje ADA

Lo que hace a Lady Lovelace genial es su aportación al trabajo de Babbage, una máquina capaz de interactuar con su operador, dotada de una memoria, una unidad operativa. Ada empleó una perforadora de tarjetas para “comunicarse” con esa memoria. Además, diseñó conjuntos de instrucciones que permiten que otras (instrucciones) se repitan en un bucle o subrutina; también inventó una notación para describir los algoritmos de la máquina analítica, es decir, el primer lenguaje de programación.
Por todo ello, en 1979 el Departamento de Defensa de los EEUU, puso su nombre, ADA, a un lenguaje de programación en entorno PASCAL. Fue un homenaje y un reconocimiento a su aportación científica más de cien años después de su muerte. Murió en noviembre de 1852, tras unas sangrías inútiles que pretendían curarle un cáncer de útero. Pidió expresamente que la enterrasen en el panteón de los Byron, junto a los restos de su padre. Los dos fallecieron a los 36 años y Ada pareció ver en ello un verso programado.


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