Si está usted bajo mucho estrés —como ocurre cuando está traumatizado por algún acto de violencia, una violación, un abuso o un accidente grave— es muy posible que entre en estado de pánico, estalle, y pierda el control por un tiempo, sintiendo que se está volviendo loco y actuando de forma extraña. Por grave que sea, en general tenderá a superarlo y a recuperar el control de sus pensamientos y acciones, pasado un tiempo del primer efecto del trauma. Temporalmente, sin embargo, y especialmente en casos de acontecimientos traumáticos inesperados, pasa por tal estado de shock que no puede pensar con claridad. Afortunadamente, estos casos son excepcionales. En términos generales, su cerebro y su sistema nervioso central funcionan bastante bien y tiene usted capacidad para elegir sus pensamientos, sentimientos y acciones —¡a condición, claro está, de que así lo crea!—. Si usted cree que todo ello está fuera de su control y que actúa usted completamente a merced de sus pensamientos y emociones, es probable que provoque precisamente ese resultado. Teóricamente, usted está capacitado para modificar sus pensamientos, emociones y conductas, pero es posible que esté convencido de que no lo puede hacer y, por tanto, se rinda y se deje controlar por ellos. Así por ejemplo, puede que piense que no hay forma alguna de frenar la ansiedad o el pánico, y entonces deje de luchar y permita que éstos invadan su vida. En realidad es usted capaz de hacer algo al respecto, incluso cuando se encuentra en grave estado de pánico, pero sigue pensando que no puede hacer nada y acaba teniendo pánico de su pánico. ¡Entonces sí que se arma una buena y pierde del todo el control!
Albert Ellis
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