domingo, 5 de marzo de 2023

 "En la primavera de 1938 estaba trabajando por el contorno de Versailles, Missouri. Las escuelas eran pobres y los caminos malos; estaba tan solitaria y desalentada que llegué a pensar en el suicidio. Me parecía que el triunfo era imposible. Mi vida no tenía finalidad. Me asustaba el despertarme cada mañana para enfrentar la existencia. Tenía miedo de todo: de no poder pagar las cuotas del coche, de retrasarme en los alquileres de mi habitación, de no tener lo suficiente para comer. Temía que mi salud se quebrantara y que careciera de dinero para llamar al médico. Lo que me impedía suicidarme era pensar en la pena que causaría a mi hermana y en que no habría dinero para pagar mi entierro. "Pero un día leí un artículo que me sacó de mi desaliento y me dio el valor de vivir. Nunca dejaré de agradecer a una inspirada frase de este artículo. Decía: 'Cada día es una nueva vida para el hombre sabio'. Copié esta frase y la coloqué en el parabrisas de mi automóvil; allí podía verla mientras conducía.. Encontré que no resultaba tan duro vivir un solo día cada vez. Aprendí a olvidar los ayeres y a no pensar en los mañanas. Cada mañana, me decía: Hoy es una nueva vida. "Había conseguido vencer mi miedo a la soledad, mi miedo a la pobreza. Ahora soy feliz y prospero bastante; poseo entusiasmo y tengo amor a la vida. Ahora sé que no debo nunca tener miedo, con independencia de lo que la vida me pueda reservar. Ahora sé que no debo temer al futuro. Ahora sé que debo vivir un día cada vez y que cada día es una nueva vida para el hombre sabio." ¿De quién se creerá que son los versos que siguen? Feliz es sólo el hombre bien templado que de hoy se hace dueño indiscutido, que al mañana increparle puede osado: "extrema tu rigor, que hoy he vivido". Estas palabras parecen modernas, ¿no es así? Sin embargo, fueron escritas treinta años antes de que naciera Cristo por el poeta romano Horacio

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