"Dios no es necesario para crear la culpabilidad ni para castigar. Nuestros semejantes, ayudados por nosotros mismos, bastan para ello. El otro día hablaba usted del Juicio Final. Permítame que me ría respetuosamente de eso. Lo espero a pie firme. Conocí algo peor: el juicio de los hombres. Para ellos no existen atenuantes y hasta la buena intención la imputan al crimen... Le diré un gran secreto, querido amigo. No espere usted el Juicio Final, tiene lugar todos los días".
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