lunes, 15 de enero de 2024

Álvaro Neil ‘Biciclown’

Mi nombre es Álvaro Neil, el ‘Biciclown’, y os voy a contar una historia. En realidad, vais a viajar conmigo por el mundo y vamos a aprender muchas cosas de este viaje. Yo tengo la intuición de que vamos a aprender. Y justo es la intuición la que ha hecho que yo esté aquí. Yo he estudiado la carrera de Derecho. He opositado a notarías. Durante cinco años estuve estudiando nueve horas al día. Es lo más duro que he hecho en mi vida. Más incluso que la vuelta al mundo en bicicleta. Llegué a aprobar unos exámenes, pero no todos, así que decidí dejarlo. Y encontré trabajo en una notaría, casualmente, no como notario, sino como oficial. Pero un día pensé: «Quizás hay otras formas de vivir». Yo tenía una enfermedad que se llama «mapamunditis». Que ves un mapa del mundo y dices: «Ay, ¿cómo será China? ¿Y cómo será Australia? ¿Y Bután? ¿Y Nepal? ¿Y…?». Y entonces echas números y dices: «A ver, yo trabajo, así que tengo un mes de vacaciones al año». Si sumo los países que hay en el mundo, creo que son más de 190. Yo necesitaría más de 190 meses de vacaciones. Es decir, tendría que vivir 190 años. Nadie lo ha conseguido.
El trabajo me daba dinero, pero me quitaba tiempo. Así que la intuición me dijo que podría hacer otra cosa con mi vida. Y probé suerte. El ocho de octubre de 2001… ¿Habéis nacido en el 2001 vosotros? ¡Madre mía! Incluso antes de que hubierais nacido, yo ya cambié de vida, y en 2001 empecé a recorrer en bicicleta América del Sur. Llegué a La Paz, Bolivia, bajé hasta Ushuaia, Tierra del Fuego, subí Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil, Paraguay y Uruguay. Un viaje de año y medio. Más de 31.000 kilómetros. Cuando yo trabajaba en Madrid, tenía una afición. Yo soy payaso. Yo soy de las pocas personas que le llamas payaso y no se enfada. Cuando yo escucho en un accidente de tráfico: «¿Pero no me viste que venía? ¡Payaso!». Digo: «¡Eh, ese soy yo!». A nadie le llamas policía, bombero, carpintero… Pero «payaso» parece un insulto. Yo soy payaso a mucha honra. Y decidí llevarme el payaso conmigo a Sudamérica. Pero no lo llevé para ganar dinero, lo llevé para regalar. Yo hacía el espectáculo en los lugares más humildes: en orfanatos, en cárceles… Entonces, diréis: «Bueno, ¿y cómo financiaste el viaje?». Bueno, pues fue un proyecto autofinanciado. Vendí el auto. Vendí el coche que tenía y con el dinero del auto pagué el viaje. Pero como no era un Mercedes, era simplemente un Twingo, no me daba para mucho. Así que tenía que ir pidiendo alojamiento en bomberos, en iglesias… He dormido en los lugares más insospechados. Y al terminar ese viaje, volví. Y todos pensaron: «¿Ya te has curado?». Y digo: «No, ahora es peor. Ahora tengo que dar la vuelta al mundo. Esto es incontrolable».
Porque los sueños te vuelven la vida patas arriba. Los sueños, cuando son de verdad intensos y nacen del fondo del corazón, te cambian la vida. Y me la cambió. Escribí un libro de aquella experiencia, Kilómetros de sonrisas. Y en el libro escribí: «El autor se irá a dar la vuelta al mundo el 19 de noviembre del 2004». ¿Sabéis por qué puse una fecha? Porque los sueños solo los cumples cuando les pones fecha. Cuando haces público tu sueño, cuando publicas, cuando te comprometes. Así que el 19 de noviembre del 2004, había un montón de gente esperando que me fuera, y yo no estaba preparado. Pero el camino te prepara. El camino te enseña. En el camino aprendes. Y partí. Partí sin saber cuántos años iba a tardar. Yo pensé ocho o nueve, no sé. Salí de Oviedo, recorrí España, entré a África, recorrí África por la costa oeste hasta Sudáfrica. Subí… Todo esto en bicicleta, ¿eh? Subí hasta El Cairo. Ahí, a los tres años, me paré, escribí un libro: África con un par. Seguí por Asia, Oriente Medio, pasé por Siria antes de la guerra, en el 2008. Uno de los pueblos más hospitalarios. Recuerdo una conferencia en un colegio en EE. UU., y un chico me pregunta: «¿Cuáles son los países más peligrosos que has visitado?». Y le digo: «¿Cuáles crees tú?». Y me dice: «Irán, Sudán y Siria». Y digo: «No te lo vas a creer. Esos tres han sido los más hospitalarios». Y yo lo sé porque los he recorrido, no porque lo he visto en la tele. De hecho, no tengo tele desde hace muchos años.
Llegué a Nepal, entré a China, Mongolia y llegué a Japón en el 2011. ¿Sabéis lo que pasó en Japón en el 2011? El tsunami, ¿verdad? Me agarró el tsunami cuando estaba allí. Y fue una oportunidad de poder hacer mi espectáculo de payaso para la gente más humilde, los que habían perdido todo. Volé a Australia, recorrí Nueva Zelanda, llegué a Hawái, a Alaska, y recorrí toda América de punta a punta. Otra vez llegué a Ushuaia. Esta vez un día antes del invierno, con nieve. Subí a Brasil y en barco crucé a Europa. Llegué a Italia diez años después. Subí a Noruega, a Cabo Norte, bajé a Grecia… Todo esto en bici, ¿eh? Bajé a Grecia, subí a Inglaterra a ver a la reina, la vi, y volví a España, Portugal, y regresé a la ciudad de la que había partido 13 años después. El mismo día, el 19 de noviembre, pero 13 años después. La persona que llegó no es la misma que la que se fue. La persona que llegó había aprendido muchas cosas. Porque viajar es una gran universidad. Yo había recibido educación de mi familia, del colegio, de la universidad… Pero el viaje tenía otras enseñanzas para mí que luego quiero compartir con vosotros.
Al terminar, yo no tengo casa. Digo: «¿Dónde vivo?». Así que compré una autocaravana y vivo en una autocaravana. Voy dando vueltas por España dando conferencias. Vivo en el presente, porque para mí es el mejor país que existe. Después de haber recorrido más de 117 países, el presente es un país, y yo trato de vivir en el presente. Trato de darle a un botón que todos tenemos, que es el botón de la pausa. Yo le doy a la pausa varias veces al día. El mundo sigue corriendo. Y yo hago un ejercicio de respiración y digo: «Wow, estoy aquí. Estoy vivo». ¿Alguien sabe cuánto tiempo va a vivir? Todos tenemos fecha de caducidad, igual que los yogures. Está aquí, en la tapa, solo que está por debajo y no la vemos. Y este es uno de los sonidos más hermosos que hay en el mundo: el silencio. ¿Lo habíais escuchado antes? Es difícil escuchar en la ciudad el silencio. Se escucha en los desiertos. 


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