viernes, 19 de marzo de 2021

 


Si llegamos a este universo no es por propia elección, y tampoco dependen de nuestra voluntad el tiempo ni el lugar. Durante unos breves instantes, como cósmicas luciérnagas, viajaremos con otros seres humanos, con nuestros padres, con nuestras hermanas y hermanos, con nuestros hijos, con nuestros amigos y nuestros enemigos. También viajaremos junto a otras formas de vida —desde bacterias hasta babuinos—, en compañía de peñascos y océanos, de auroras, de lunas y de meteoritos, escoltados por planetas y estrellas, por cuarks, fotones, supernovas y agujeros negros, familiarizados con babosas y teléfonos móviles, y rodeados de una inmensa cantidad de espacio vacío. Este desfile es denso, colorido, cacofónico y misterioso, y pese a que nosotros, los humanos, abandonemos el mundo de los vivos, la procesión continuará marchando. En un futuro lejano, otros viajeros se unirán a la rúa y otros la abandonarán. Al final, la procesión empezará a perder integrantes y menguará. Dentro de miles de millones de años, el desfile se desvanecerá como los espectros al amanecer y se disolverá en el océano de energía del que surgió originariamente.

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