viernes, 29 de octubre de 2021

 ¿Cuáles son las formas de unidad que manifiestan los individuos más desarrollados de la especie humana?

    Hablando en términos generales, todos sabemos cómo son los estadios y los niveles «inferiores» del psiquismo: instintivos, impulsivos, libidínicos, ídicos, torpes y simiescos. También sabemos cómo son las etapas «intermedias»: socialmente adaptadas, mentalmente ajustadas, egoicamente integradas, sintácticamente organizadas y conceptualmente avanzadas. Pero ¿cómo son las etapas superiores? ¿Constituye el «ego integrado» o el «individuo autónomo» la meta más elevada que es capaz de alcanzar la conciencia humana? El ego individual es una unidad extraordinaria pero, si la comparamos con la Unidad global del cosmos, no es más que un insignificante fragmento de la realidad holística. ¿Es concebible que el doloroso parto de la naturaleza durante miles dé millones de años sólo haya servido para alumbrar este pequeño ratón egoico?
    El problema con este tipo de cuestiones consiste, por una parte, en definir exactamente qué es una personalidad de orden superior y en encontrar, por la otra, ejemplos de personalidades auténticamente superiores. En mi opinión, el avance de la evolución colectiva de la humanidad hará cada vez más fácil esa decisión porque los datos sociológicos nos, proporcionarán un porcentaje cada vez mayor de personas «iluminadas» y los análisis estadísticos de los psicólogos se verán obligados a incluir, en su enumeración de los distintos estadios del desarrollo, perfiles de los estadios de orden superior. Mientras tanto, sin embargo, el concepto de «orden superior» o de «desarrollo superior» seguirá siendo una noción fundamentalmente filosófica. No obstante, las pocas almas dotadas que se han tomado la molestia de analizar este problema han señalado que los grandes místicos y sabios constituyen ejemplos de personalidades características de algunos de los estadios más elevados -si no los superiores- del desarrollo humano. Así lo han afirmado literalmente Bergson, Toynbee, Tolstoi, James, Schopenhauer, Nietzsche y Maslow.
    El caso es que -como afirma el conocido estudio de Mas low- tal vez dispongamos ya de claros ejemplos de las personas más desarrolladas y evolucionadas: los grandes místicos y sabios del planeta. Supongamos, pues, que los auténticos místicos y sabios representan los estadios más elevados del desarrollo humano, estadios que se hallan tan alejados de la humanidad promedio y normal como ésta lo está de los simios. Si esto fuera así tendríamos un ejemplo aproximado del «estadio supremo de la conciencia», es decir, una especie de «estadio supraconsciente». Además, la mayor parte de los místicos y de los sabios nos han dejado registros suficientemente detallados de las distintas etapas y subetapas que fueron atravesando en las transformaciones que terminaron conduciéndoles hasta los dominios supraconscientes. Es decir, no sólo nos hablan del más alto nivel de conciencia y supraconciencia sino que también lo hacen de todos los niveles intermedios que conducen hasta él. De este modo, si unimos estos estadios superiores a los estadios inferiores e intermedios -tan meticulosamente estudiados y descritos por la psicología occidental- obtendremos un modelo global y equilibrado de la totalidad del espectro de la conciencia.

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