miércoles, 17 de junio de 2020

Alejandro Jodorowsky

En estos momentos nada me puede pasar, no necesito nada de nadie, dejo para más tarde mis miedos y mis rencores, me presento ante mí con lo único que tengo: la convicción de estar vivo. Yo, así, desnudo, vacío, sin compararme, sin juzgarme, sin que mi personalidad aparente me haga desear el reconocimiento de los otros antes de reconocerme a mí mismo, voy a sentir los latidos de mi corazón ahora. Él no es mi enemigo, no cuenta los minutos que me quedan por vivir, no me amenaza con paralizarse y matarme, es un centro de vida, late con la fuerza de la eternidad, transmite el amor infinito, la manifestación en mi cuerpo y en mi mente de la vida universal. El corazón es mi Maestro. Me entrego a él... Mi Espíritu, limpio de palabras, es energía pura. La siento. Dejo que se disuelva lentamente en mi corazón. Los latidos se hacen más conscientes... Mi fuerza sexual, cuando no se dirige a un objeto exterior, tiene la belleza y la potencia de la virginidad. También la vierto en mi corazón... Poco a poco percibo mis huesos, mi carne, mi piel, mis vísceras. En mi percepción, mi cuerpo no es materia sino sensaciones, diferentes gamas de energía. Una por una las sumerjo en mi corazón. En él he disuelto mis pensamientos, mis sentimientos, mis deseos. Todo mi ser está en mi corazón, es mi palacio, mi templo, me dejo sostener por él, rodearme. Soy un niño dorado encerrado en un vientre infinito. Soy una Consciencia que late con un ritmo abisal... Y conmigo late la tierra, el planeta, el sistema solar, las galaxias, el universo y la energía que lo sostiene. Me convierto en el centro vital del cosmos. Vienen a sumergirse en mis latidos los astros, las entidades invisibles, los seres vivientes, las plantas, los minerales, las moléculas, los átomos. Y el palpitar de mi corazón repite una y otra vez: YO-SOY-DE TI. y con él, la creación entera (cada átomo, cada grano de arena, cada roca, cada hoja, cada flor, cada animal, cada hombre, cada mujer) clama: YO-SOY-DE TI. Ya esa oración se agregan los que fueron, las legiones de muertos y las legiones de seres y astros que nacerán: YO-SOY-DE TI... YO-CONFÍO-EN TI. Me entrego a tus designios con una confianza total. El universo entero confía en ti. Somos uno. No hay devorador ni devorado: es un intercambio continuo de vida. Tengo confianza porque sin ti no existiría, me estás dando lo que me pertenece. Nada te pido, te lo agradezco todo, cada latido de mi corazón resuena en la eternidad. Y mi voz y tu voz, al mismo tiempo, dicen: YO SOY DE TI. YO CONFÍO EN TI... ERES MI FELICIDAD.

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