Hablando de necesidades de cambio. Decía Einstein que si queremos que los resultados sean distintos hemos de emplear métodos nuevos.
Queremos cambiar el mundo para no tener tiempo en ocuparnos de cambiar ni un ápice de lo que desde hace tiempo sabemos que hemos de cambiar en nosotros mismos. Transferir a la película “cambiar el mundo” lo que hemos de cambiar en nosotros mismos es el antoengaño cotidiano, un autochantaje, una traslación afuera lo que debería haberse hecho dentro.
Entonces: ¿Vamos a seguir criticando a los “políticos parásitos” o plegaremos nuestra silla de ruedas y echaremos a andar? Como siempre, la vida es lo único y más precioso que tenemos (con permiso de los budistas), a nosotros nos toca hacer de ella una aventura intensa y divertida o buscar otro refugio, …otra coartada.
Por cierto, ¿realmente necesitan otra coartada para seguir criticando y mirando a otro lado, o se deciden a actuar? Pienso que el tiempo que perdemos criticando podríamos emplearlo en actuar.
El mundo es el espejo de cada uno, y por ende lo que critico es lo que no me atrevo a cambiar de mi mismo. Eso precisamente nos lleva al síndrome de la sociedad-parvulario: La gente no hace más que quejarse. ¿Para cuándo actuar?
Breve extracto de un artículo de Juan Trigo en Crisiseconómica2010
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