jueves, 4 de abril de 2024

José Antonio Fernández Bravo

 Conchita Sánchez era experta de la Unesco en Ciencias exactas y Física moderna, una persona sabia, sumamente sabia. Me puso en contacto con ella. Yo al principio me dirigía a ella con un respeto casi improcedente, porque generaba un obstáculo más que una cercanía, hasta que logramos e hicimos una amistad impresionante. Conchita me dijo: “He hecho contigo lo que hacen los americanos en Cabo Cañaveral”. Y yo le dije: “¿Qué hacen los americanos en Cabo Cañaveral?”. Y ella me dijo: “Ponerte en órbita”. Hubo un antes y un después de conocer a Conchita. A partir de entonces, todos los esfuerzos eran para dirigir el estudio para entender a los niños. Para entenderles a ellos, no para que me entendieran a mí. Ya no era cuestión de quién me seguía a mí, sino de a quién podía seguir yo y cómo conseguirlo. 

Pero lo que tengo claro, con una claridad grande, es solo una de todo lo que os he contado, solo una: yo creo que no enseñamos lo que sabemos, enseñamos lo que somos. Uno no enseña lo que sabe, uno enseña lo que es. Así que si sigo haciendo algo, es aprender a ser. Bueno, si es importante escuchar para educar, no lo es menos educar para escuchar. 


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