lunes, 12 de septiembre de 2022

Konrad Lorenz

 Hace muchos años, un experto maestro de ciegos, vienés por cierto, me refirió que algunos jóvenes habían perdido la vista al intentar suicidarse de un balazo en la sien, y que desde entonces ninguno de ellos había repetido semejante tentativa. No sólo siguieron viviendo todos ellos, sino que también maduraron de modo sorprendente hasta ser personas equilibradas e incluso felices. Conozco un caso similar concerniente a cierta señora que, en su juventud, se precipitó por la ventana con el propósito de suicidarse y se fracturó la columna vertebral; justamente desde aquel día llevó una existencia dichosa y humana a pesar de su grave lesión. Sin duda alguna la aparición de un impedimento difícilmente superable fue lo que les hizo estimar otra vez la vida a todos aquellos jóvenes abrumados por su aburrimiento.

    A decir verdad, no nos faltan los impedimentos en este mundo, y debemos superarlos si queremos atajar el hundimiento de la Humanidad; sin duda el triunfo sobre ellos será lo suficientemente costoso como para proporcionar satisfactorias situaciones de confirmación a cada uno de nosotros. Una misión perfectamente realizable de los medios educativos, debería consistir en divulgar la existencia de tales impedimentos.


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