"Los soberbios creen que se puede coger el fuego sin quemarse y agarrar la espada sin cortarse, pero quien rompe la paz se queda sin ella y quien siembra vientos en el mundo recoge tempestades en su alma".
"Los soberbios creen que se puede coger el fuego sin quemarse y agarrar la espada sin cortarse, pero quien rompe la paz se queda sin ella y quien siembra vientos en el mundo recoge tempestades en su alma".
Llegado a este Universo ignorando el porqué y el de dónde, como agua que, quiera o no quiera, corre, salgo de él como el viento que el desierto cruza, sin saber hacia dónde, quiera o no sigue andando. Por la séptima puerta, sidéreo peregrino, volé y fui a sentarme en el Trono de Saturno; y muchos nudos desaté en mi camino; mas no el nudo maestro del humano destino...
(1048-1131) Erudito persa: filósofo, matemático, astrónomo y poeta
He aquí que tú estás sola y que estoy solo.
El inconsciente es ante todo una curiosa memoria […] cuando se trata de un recuerdo inconsciente, su lugar de aparición no es necesariamente la mente. Puede manifestarse a través de actos impulsivos, como una serie de torpezas o incluso por una elección amorosa. Hablando con propiedad, esa vuelta al pasado no es mental sino en acto. En los asuntos del corazón no elegimos sino lo impuesto y no queremos sino lo inevitable.
Sólo hay cuatro tipos de oficiales. En primer lugar, están los que son perezosos y estúpidos. Déjenlos en paz, no hacen ningún daño… En segundo lugar, están los que son laboriosos e inteligentes. Son excelentes oficiales de estado mayor, que se aseguran de tener en cuenta todos los detalles. En tercer lugar, están los que son laboriosos y estúpidos. Son una amenaza y hay que despedirlos inmediatamente. Generan gran cantidad de trabajo irrelevante para todo el mundo. Y, finalmente, están los que son perezosos e inteligentes. Son dignos de los puestos más elevados.
GENERAL VON MANSTEIN, acerca del cuerpo de oficiales alemán
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
En algunos aspectos la ciencia ha superado ampliamente a la religión en lo que a provocar pavor se refiere. ¿Cómo es posible que casi ninguna religión importante haya analizado la ciencia y concluido: «¡Esto es mejor de lo que habíamos pensado! El universo es mucho más grande de lo que decían nuestros profetas, más preeminente, más sutil, más elegante. Dios tiene que ser aún más grande de lo que habíamos soñado.»? En lugar de eso, exclaman: «¡No, no y no! Mi Dios es un Dios pequeño, y quiero que siga siéndolo.» Una religión, antigua o nueva, que subrayara la magnificencia del universo como la ha revelado la ciencia moderna, podría ser capaz de levantar reservas en la reverencia y el temor apenas intuidas por los credos convencionales. Tarde o temprano deberá surgir una religión así. Dos o tres milenios atrás, nadie se avergonzaba por el hecho de pensar que el universo fue hecho para nosotros. Era una tesis atractiva, y compatible con todo lo que conocíamos; era lo que propugnaban los más eruditos sin salvedad. Pero hemos descubierto muchas cosas desde entonces. Defender hoy en día semejante postura equivale a pasar premeditadamente por alto la evidencia, y a una huida del autoconocimiento. Aun así, a muchos de nosotros esas desprovincializaciones nos causan encono. Si bien no llegan a triunfar, suponen un desgaste de las esperanzas, a diferencia de las felices certezas antropocéntricas de otros tiempos, que comulgan con la utilidad social. Queremos estar aquí con una finalidad, aunque, a pesar de tanta decepción, nada es evidente. «La vacía irracionalidad de la vida —escribió León Tolstoi— es el único conocimiento incuestionable a que tiene acceso el hombre.» Nuestra época sobrelleva la carga del peso acumulado en los sucesivos desprestigios de nuestras concepciones: somos recién llegados. Vivimos en una región olvidada del cosmos. Surgimos de microbios y detritus. Los simios son nuestros primos. Nuestros pensamientos y sentimientos no se hallan enteramente bajo nuestro control. Es posible que existan seres muy diferentes y mucho más listos en algún lugar. Y, por si fuera poco, estamos estropeando nuestro planeta y convirtiéndonos en un peligro para nosotros mismos. Bajo nuestros pies, la trampilla está abierta. Nos descubrimos precipitándonos en caída libre, pero sin fondo. Estamos perdidos en una inmensa oscuridad y no hay nadie que pueda mandarnos un equipo de rescate. Ante tan dura realidad, naturalmente, nos sentimos tentados a cerrar los ojos y fingir que nos encontramos seguros y confortables en casa, que la caída no es más que una pesadilla. No hemos alcanzado un consenso acerca de nuestro lugar en el universo. No hay acuerdo generalizado sobre una visión a largo plazo del objetivo de nuestra especie, de no ser, quizá, la simple supervivencia. Especialmente cuando corren malos tiempos, andamos desesperados buscando aliento y no nos sentimos receptivos para atender a la letanía de las grandes decepciones y las esperanzas frustradas. Sí estamos, en cambio, mucho más dispuestos a escuchar que somos especiales, sin importarnos que las evidencias que lo avalan tengan el grueso de una hoja de papel. Si solamente hace falta algo de mito y ritual para que podamos soportar una noche que parece interminable, ¿quién no va a compadecerse y comprendernos?
Hay quienes no pueden aflojar sus propias cadenas y sin embargo pueden liberar a sus amigos.
Debes estar preparado para arder en tu propio fuego: ¿Cómo podrías renacer sin haberte convertido en cenizas?
Así habló Zaratustra
Ser novelista fue para mí algo más que practicar un "género literario" entre otros; fue una actitud, una sabiduría, una posición; una posición que excluía toda identificación con una política, con una religión, con una ideología, con una moral, con una colectividad; una no-identificación consciente, obstinada, rabiosa, concebida no como evasión o pasividad, sino como resistencia, desafío, rebeldía. Terminé por tener extraños diálogos: '¿Es usted comunista, señor Kundera?'. 'No, soy novelista'. '¿Es usted disidente?'. 'No, soy novelista'. '¿Es usted de izquierdas o de derechas?'. Ni lo uno ni lo otro. Soy novelista.
"Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es".
La más noble forma de defensa propia no es la que rechaza un ataque; más bien es la que impide que se produzca el ataque. Los sabios que habitan en esa región rara vez son atacados. ¿Por qué? Porque, como escribió Lao Tzu, la espada no encuentra dónde cortar con su hoja, el tigre no encuentra dónde clavar su zarpa y el rinoceronte no encuentra dónde hincar su cuerno. Puesto que el sabio es invisible para los presuntos agresores, tampoco lo importunan ni lo molestan. Si deseas habitar en esa región, entre otras cosas tendrás que abstenerte de agredir a la naturaleza. Por supuesto, dado que nuestro estilo de vida moderno por desgracia depende en buena medida del ataque y la profanación de la naturaleza —talando y quemando bosques, masacrando animales, degradando ecosistemas y envenenando las aguas— no puede decirse que vivamos en armonía con nuestro entorno. Por consiguiente, estamos muy lejos de la región más allá de la muerte, lejos de la acción a través de la no acción y lejos del Tao. Y las personas sufren en consecuencia.
El descubrimiento de que no hay nada oculto y la verdad revelada en todo es la clave para la iluminación sobre los más simples asuntos prácticos y el destino de la humanidad. En el proceso de examinar nuestras vidas cotidianas, podemos encontrar que todos nuestros temores los hemos basado en la falsedad. El desplazamiento de lo falso por la verdad es la esencia de la curación de todas las cosas visibles e invisibles.
Clásicamente, la preparación para el trabajo espiritual serio es referido como "maduración", en ese momento cada simple palabra oída, frase, o nombre podría desencadenar la repentina decisión y compromiso con la verdad. El adviento de la dedicación espiritual por tanto pueden ser sutil, lento y gradual, y luego dar un salto repentino y muy importante. Por cualquier camino, una vez que la semilla cae en campo preparado, el viaje empieza de verdad. Por lo general, el punto de inflexión puede ser desencadenado por un inesperado /flash o visión, y desde ese momento, la vida cambia.Imaginen un asalariado, sea cual sea su profesión, que fue contratado seis meses atrás en una empresa cualquiera. Venía de pasar dieciocho meses en el paro, dieciocho meses de dificultades. Hacía más de quinientos días que se repetía noche y día: «¡Qué feliz sería si volviera a tener trabajo!». Por fin, hace seis meses, lo contrató una empresa: salario correcto, empleo a jornada completa, contrato indefinido... ¡La felicidad! Al menos, eso fue lo que pensó al principio. Pero el tiempo fue pasando. Una semana. Dos semanas... El problema, claro está, es que desde que lo contrataron ya no le falta el trabajo. Tiene trabajo, y tiene más bien mucho: está hasta arriba de trabajo, y muy pronto ¡está hasta las narices del trabajo! Porque si el deseo es falta, en cuanto el trabajo ya no le falta, ya no desea trabajar. Él, lo que desea, como todo el mundo, son los fines de semana, las vacaciones, la jubilación... Y como el amor es deseo, si ya no desea trabajar, eso significa que ya no le gusta su trabajo. A él, lo que le gusta, como a todo el mundo, es el tiempo libre, el descanso, el ocio... ¡Menudo rollo tener que trabajar para ganarse la vida! ¡Ah! ¡Si le tocara la lotería y pudiera vivir de las rentas! En definitiva, lo que Platón nos ayuda a comprender, y que nos dice mucho sobre el trabajo y también sobre la condición humana, es que el trabajo solo hace feliz... ¡a un parado! Pero, desgraciadamente, no le hace feliz porque está en paro, ya que le falta el trabajo, y sufre por esta falta. Y el trabajo no hace felices a los asalariados, pues éstos tienen trabajo y éste por lo tanto no les falta, cosa que les hace incapaces de desearlo o de amarlo. O sea que, como habría podido decir Louis Aragon, ¡no existe trabajo feliz!
Tal vez algún día lo paranormal será normal o eventualmente será rechazado por infundado. Sea como fuere, la decisión debe tomarse sobre la base de criterios científicos sólidos pero el paradigma inconveniente no debería ser negado de manera indiscriminada.
Project of Universe (Moscú, 2009)
KENT Pero yo a ti sí.
OSWALD ¿Quién soy yo?
KENT Un bergante, un bribón, un lameplatos, un granuja rastrero, altanero, vacío; un lacayo ambicioso y pelagatos con calzas de estopa; un pícaro miedica, pleiteador, hijo de puta, mira-espejos, servil y relamido; un esclavo pobretón, que haría de alcahuete por dar buen servicio y que no es más que una mezcla de granuja, pordiosero, cobarde, rufián e hijo y heredero de perra mestiza; un tipo al que voy a sacudir hasta arrancarle chillidos si me niega una sílaba de cuanto le he llamado.
A solas con todo el mundo
Pero ¿cómo es posible que el FMI y el Banco Mundial insistan tanto en aplicar las políticas inadecuadas que tan malos resultados generan? Esto se debe a que su estructura de gobierno los predispone seriamente a favor de los intereses de los países ricos. Sus decisiones se toman básicamente en función del capital social en acciones que posee un país (dicho de otro modo, tienen un sistema de un dólar, un voto). Esto supone que las naciones ricas, que controlan colectivamente el 60% de las acciones con derecho a voto, ejercen un control absoluto sobre sus políticas, mientras que Estados Unidos tiene de hecho derecho a veto con respecto a las decisiones en las 18 áreas más importantes.20 Una consecuencia de esta estructura de gobierno es que el Banco Mundial y el FMI han impuesto a los países en vías de desarrollo paquetes de medidas estándar que son considerados universalmente válidos por los países ricos, en lugar de políticas que se diseñan cuidadosamente para cada nación subdesarrollada concreta, generando así, de manera previsible, malos resultados. Otra consecuencia es que, aunque sus medidas puedan ser adecuadas, a menudo han fracasado porque los locales se resisten a ellas al serles impuestas desde fuera. Respondiendo a las crecientes críticas, el Banco Mundial y el FMI han reaccionado recientemente de varias maneras. Por un lado, se han dado algunos pasos de fachada. Así, el FMI llama ahora al Programa de Ajuste Estructural el Programa de Reducción de la Pobreza y Crecimiento, con el fin de demostrar que se preocupa por los problemas de la pobreza, aunque el contenido de ese programa apenas ha cambiado con respecto al anterior. Por otro lado, se han hecho auténticos esfuerzos por abrir diálogos con un electorado más amplio, especialmente el compromiso del Banco Mundial con ON'G (organizaciones no gubernamentales). Pero las repercusiones de esas consultas son, en el mejor de los casos, insignificantes. Además, cuando un número cada vez mayor de ONG en países en vías de desarrollo es financiado indirectamente por el Banco Mundial, el valor de semejante ejercicio es cada vez más dudoso.
La principal actividad de los cerebros es cambiarse a sí mismos.
Marvin L. Minsky
Cuando cambia tu mente, tu cerebro también cambia. Como dice la obra del psicólogo Donald Hebb: cuando las neuronas se disparan juntas, se «cablean» juntas: la actividad mental crea realmente nuevas estructuras neuronales (Hebb 1949; LeDoux 2003). Por eso, hasta una idea pasajera puede dejar marcas duraderas en el cerebro, de modo parecido a como un chaparrón primaveral puede dejar un pequeño rastro en una colina. Por ejemplo, los taxistas de Londres, cuyo trabajo requiere que recuerden muchas calles retorcidas, desarrollan un hipocampo —una región cerebral clave para los recuerdos visuales-espaciales — más grande, porque esa parte tiene una carga de trabajo extra (Maguire et al. 2000). A medida que te conviertes en una persona más feliz, la región frontal izquierda de tu cerebro se hace más activa (Davidson 2004). Lo que fluye por tu mente esculpe tu cerebro. De modo que puedes emplear tu mente para cambiar a mejor tu cerebro, lo que beneficiará a todo tu ser y a cada persona cuya vida tenga contacto contigo.
Durante una campaña pacífica hay un ingrediente esencial: el autocontrol. En la cárcel, Mandela aprendió mejor que nadie a mantener la cabeza fría. Decidió estudiar bien a su enemigo. Leyó infinidad de libros sobre la cultura y la historia de los afrikáners. Vio partidos de rugby. Aprendió el idioma. «Si le hablas a alguien en un idioma que entiende», dijo luego, «el mensaje va a su cabeza. Pero si le hablas en su lengua materna, el mensaje va a su corazón.»
“Unos meses atrás, después de haber conocido a Eckhart Tolle y estudiar sus libros, me desperté y de pronto lo capté. Entendí cómo el pensamiento era sólo una cosa ilusoria y de cómo el pensamiento es el responsable de la mayoría de los sufrimientos que experimentamos. Me pregunté: ¿Quién es el que es consciente de que estoy pensando? Y de pronto fui arrojado a este expansivo, grandioso sentimiento de libertad de mi mismo, de mis problemas (…) Sentí que era más grande que mi cuerpo, era todo. Ya no era un fragmento del Universo, era el Universo. Y desde ese día he tratado de regresar allí. Viene y se va. Pero al menos sé donde quiero ir”.
Entre los temas que surgieron en esta sesión estaba la extraña añoranza que sentía por su antigua vida de adicta. Su explicación de que quizás anhelase una vida simple nos remite a las primeras líneas del presente libro y al pensamiento de Heidegger, quien afirma que cuando uno se sumerge en lo cotidiano les vuelve la espalda a los asuntos más profundos y al autoexamen incisivo.