La más noble forma de defensa propia no es la que rechaza un ataque; más bien es la que impide que se produzca el ataque. Los sabios que habitan en esa región rara vez son atacados. ¿Por qué? Porque, como escribió Lao Tzu, la espada no encuentra dónde cortar con su hoja, el tigre no encuentra dónde clavar su zarpa y el rinoceronte no encuentra dónde hincar su cuerno. Puesto que el sabio es invisible para los presuntos agresores, tampoco lo importunan ni lo molestan. Si deseas habitar en esa región, entre otras cosas tendrás que abstenerte de agredir a la naturaleza. Por supuesto, dado que nuestro estilo de vida moderno por desgracia depende en buena medida del ataque y la profanación de la naturaleza —talando y quemando bosques, masacrando animales, degradando ecosistemas y envenenando las aguas— no puede decirse que vivamos en armonía con nuestro entorno. Por consiguiente, estamos muy lejos de la región más allá de la muerte, lejos de la acción a través de la no acción y lejos del Tao. Y las personas sufren en consecuencia.
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