martes, 31 de enero de 2023

Antonio Machado



 Está la plaza sombría;

muere el día.

Suenan lejos las campanas.

De balcones y ventanas

se iluminan las vidrieras,

con reflejos mortecinos,

como huesos blanquecinos

y borrosas calaveras.

En toda la tarde brilla

una luz de pesadilla.

Está el sol en el ocaso.

Suena el eco de mi paso.

¿Eres tú? Ya te esperaba…

¿No eras tú a quien yo buscaba?

CESARE PAVESE

 


Siempre es un error pensar que uno puede ejecutar una acción o comportarse de cierta manera una vez y no más. (Éste es el error de los que dicen: “Esclavicémonos y ahorremos cada centavo hasta que tengamos treinta años, y entonces nos divertiremos”. A los treinta se habrán aficionado a la avaricia y el trabajo intenso, y nunca se divertirán…) Lo que uno hace lo hará otra vez, como es probable que lo haya hecho ya en el pasado remoto. Lo angustioso en la vida es que son nuestras propias decisiones las que nos lanzan por ese camino, bajo las ruedas que nos aplastan. (Lo cierto es que, antes aun de tomar esas decisiones, íbamos ya en esa dirección.) Una decisión, una acción, son augurios infalibles de lo que haremos en otro momento, no debido a una razón vaga, mística o astrológica, sino porque surgen de una reacción automática que se repetirá. 


Ernesto Sabato

 


Los conflictivos años de mi secundaria, además del tiempo de dolorosas angustias, fueron también de importantes descubrimientos. El primer día de clase aconteció una portentosa revelación. En un banco no demasiado visible, asustado y solitario chico de un pueblo pampeano, vi a don Edelmiro Calvo, aindiado caballero de provincia, alto y de porte distinguido, demostrar con pulcritud el primer teorema. Quedé deslumbrado por ese mundo perfecto y límpido. No sabía aún que había descubierto el universo platónico, ajeno a los horrores de la condición humana; pero sí intuí que esos teoremas eran como majestuosas catedrales, bellas estatuas en medio de las derruidas torres de mi adolescencia. Para apaciguar el caos de mi alma volqué mis emociones y ansiedades en una serie de cuadernos, diarios, que quemé cuando fui más grande. Por la angustia en que vivía, busqué refugio en las matemáticas, en el arte y en la literatura, en grandes ficciones que me pusieron al resguardo en mundos remotos y pasados. De la biblioteca del colegio, tan vasta, y para mí inexplorada, aunque estaba sabiamente organizada, leí siempre a tumbos, empujado por mis simpatías, ansiedades e intuiciones. Recuerdo las bibliotecas de barrio fundadas por hombres pobres e idealistas que, con grandes esfuerzos, luego de todo un día de trabajo, aún tenían ánimo para atender cariñosamente a los chicos, ansiosos de fantasías y aventuras. Desde mi modesto cuartito de la calle 61, me embargaba hacia los mundos de Salgari y de Julio Verne; así como más tarde me recreé en las grandes creaciones del romanticismo alemán: Los bandidos de Schiller, Chateaubriand, el Goetz Von Berlichingen, Goethe y su inevitable Werther, y Rousseau. Con el tiempo descubrí a los nórdicos: Ibsen, Strinberg, y a los trágicos rusos que tanto me influyeron: Dostoievski, Tolstoi, Chejov, Gogol; hasta la aventura épica del Mío Cid y el entrañable andariego de La Mancha. Obras a las que una y otra vez he vuelto, como quien regresa a una tierra añorada en el exilio donde acontecieron hechos fundamentales de la existencia. Crimen y castigo, que a los quince años me había parecido una novela policial, luego la creí una extraordinaria novela psicológica, hasta finalmente desentrañar el fondo de la mayor novela que se haya escrito sobre el eterno problema de la culpa y la redención. Aún me veo debajo de las cobijas, devorando con avidez aquella obra en edición rústica, de doble o triple traducción. Aún me oigo reír por el desenfado y la encarnecida ironía con que Wilde desnudaba la hipocresía victoriana. O el temblor que sentía entre las páginas de Poe y sus maravillosos cuentos; o las paradojas de Chesterton y el misterioso Padre Brown. Con los años leí apasionadamente a los grandes escritores de todos los tiempos. He dedicado muchas horas a la lectura y siempre ha sido para mí una búsqueda febril. Nunca he sido un lector de obras completas y no me he guiado por ninguna clase de sistematización. Por el contrario, en medio de cada una de mis crisis he cambiado de rumbo, pero siempre me comporté frente a las obras supremas como si me adentrara en un texto sagrado; como si en cada oportunidad se me revelaran los hitos de un viaje iniciático. Las cicatrices que han dejado en mi alma atestiguan que de algo de eso se ha tratado. Las lecturas me han acompañado hasta el día de hoy, transformando mi vida gracias a esas verdades que sólo el gran arte puede atesorar.

lunes, 30 de enero de 2023

Herta Müller

 


¿Tienes un pañuelo? Me preguntaba mi madre cada mañana en el portón de mi casa, antes que saliera a la calle. Yo no lo tenía y entonces regresaba a mi cuarto y sacaba un pañuelo. No lo tenía el pañuelo cada mañana, ya que cada mañana esperaba esa pregunta. El pañuelo era la prueba de que mi madre me protegía por la mañana. Durante el resto del día y los demás quehaceres cotidianos quedaba a merced de mí misma. La pregunta «¿Tienes un pañuelo?» era un afecto indirecto. Uno directo hubiera sido molestoso, cosa que no existía entre los campesinos. El amor se disfrazaba de pregunta. Solamente de esa manera podía ser expresado, así seco y determinante como una orden de trabajo. Esa voz áspera de mi madre enaltecía la ternura. Cada mañana estaba yo en el portón de mi casa, una vez sin pañuelo y una segunda vez con el pañuelo. Sólo así salía a la calle, como si en el pañuelo estuviera mi madre protegiéndome.


-

Shoshana Zuboff

 El filósofo estadounidense John Searle, llega a una conclusión similar en su propio análisis del libre albedrío. Él apunta a la «brecha causal» entre los motivos de nuestras acciones y la realización de estas. Nosotros podemos tener muy buenas razones para hacer algo, señala, pero eso no significa necesariamente que vayamos a hacerlo. «El nombre tradicional de esa brecha en filosofía es el albedrío .» En respuesta a la «sórdida historia» de ese concepto, él argumenta: «Incluso aunque la brecha sea una falsa ilusión, es una falsa ilusión que no podemos sacudirnos de encima. [...] La idea misma de hacer promesas y mantenerlas presupone la existencia de esa brecha. [...] [E]xige la existencia de una conciencia y de un sentido de la libertad en el agente hacedor y mantenedor de la promesa». El libre albedrío es la estructura ósea existencial que sostiene y traslada la carne moral de toda promesa, y el hecho de que yo insista en su integridad no es una cesión a la nostalgia ni responde a ningún favoritismo caprichoso por la historia humana predigital porque la juzgue más auténticamente humana en algún sentido. Se debe a que es la única forma de libertad que podemos garantizarnos a nosotros mismos, sea cual sea el peso de la entropía o de la inercia, y con independencia de las fuerzas y los temores que traten de hacer que el tiempo se colapse en un combate eterno de boxeo con enemigos imaginarios «ahora, y ahora, y ahora». * Esos huesos son la condición necesaria para que sea posible la civilización como «medio moral» favorecedor de la dignidad del individuo y respetuoso con capacidades tan característicamente humanas como el diálogo y la resolución de problemas. Cualquier persona, idea o práctica que fracture esos huesos y desgarre esa carne nos hurta un futuro del que seamos autores individuales (yo) y colectivos (nosotros) . Estos principios no son unos complementos pintorescos, como Hal Varian y otros quieren hacernos creer. Son logros que costó mucho conquistar y que han ido cristalizando a lo largo de milenios de enfrentamiento y sacrificio humanos. Nuestra libertad solo florece cuando nosotros mismos tenemos la firme voluntad de cerrar esa brecha entre la formulación de promesas y su cumplimiento. Implícita en esa acción está la aseveración de que, mediante mi voluntad, puedo influir en el futuro. No implica que yo pueda tener una autoridad total sobre el futuro, desde luego, solo sobre mi pedacito de él. De ese modo, la afirmación del libre albedrío es también una afirmación del derecho al tiempo futuro como condición de una vida plenamente humana . ¿Por qué una experiencia tan elemental como esta reivindicación del tiempo futuro debe formularse como un derecho humano más? La respuesta corta es que es necesario hacerlo ahora porque es ahora cuando ha comenzado a correr peligro. Así, Searle sostiene que esos derechos elementales entendidos como «rasgos de la vida humana» solo cristalizan como derechos humanos formales en aquel momento de la historia en que se cierne sobre ellos una amenaza sistemática. Por ejemplo, la capacidad de hablar es elemental. Sin embargo, el concepto de libertad de expresión como derecho formal no surgió hasta que la sociedad hubo evolucionado hasta tal grado de complejidad política que la libertad de hablar y expresarse pasó a estar en peligro. El filósofo recuerda que el habla no es más elemental para la vida humana que respirar o que ser capaces de mover nuestro cuerpo. Y, sin embargo, nadie ha proclamado un «derecho a respirar» o un «derecho al movimiento corporal», porque esos derechos elementales no han sido objeto de un ataque grave y, por consiguiente, no han requerido de una protección formal. Que algo entre en la categoría de un derecho básico, según Searle, es un factor «pragmático» y «dependiente de la historia». Lo que yo doy a entender aquí es que nos enfrentamos ahora a un momento de la historia en el que un elemental derecho al tiempo futuro corre peligro de desaparecer en manos de una arquitectura digital «paninvasiva» de modificación conductual manejada por el capital de la vigilancia, que es también su propietario: una arquitectura que actúa así impelida por los imperativos económicos y las leyes del movimiento de ese capital, y todo en aras de los resultados garantizados que este aspira a conseguir. 


domingo, 29 de enero de 2023

 No comas mal; aliméntate saludablemente. Suficiente daño ya le has hecho a tu sagrado cuerpo. Comienza a cuidarlo y amarlo.


No te hagas daño.☄ No pienses en negativo; Cada pensamiento negativo intoxica tus células y afecta tu sistema nervioso, generando emociones dañinas y por consecuencia una realidad de baja frecuencia.

No te hagas daño. ☄Haz ejercicio físico diariamente y algo de yoga o estiramiento. Esto activa tu energía, te devuelve tu paz y elimina la fatiga y el cansancio. Mejora tu salud, previene numerosas enfermedades y prepara tu cuerpo para la meditación.
.
No te hagas daño. ☄No discutas con nadie. En donde no haya amor o no te respeten simplemente márchate, pero no te involucres en discusiones para tener la razón y mucho menos te esfuerces para que el otro cambie o vea su error. Si no ve, no ve. Suéltalo ya. Madurará cuando sea su momento. No busques comprensión, sólo sigue tu paz.

No te hagas daño. ☄No pases horas, días, semanas y meses mirando películas, televisión o navegando por Internet. La tecnología es la droga de los tiempos modernos.  No viniste aquí para distraerte con los placeres efímeros sensoriales, sino para realizar tu Ser que es la suprema y eterna dicha y servir a la humanidad. ¡Se fuerte!


No te hagas daño. ☄No postergues tus sueños. Muévete y confía. Recuerda estás dos palabras mágicas: muévete y confía. Ambas son imprescindibles para alcanzar el éxito. Si no te mueves nada sucederá, y si te mueves con dudas e inseguridad en tu mente, tampoco nada sucederá.
La vida es un juego. Sigue las leyes que fueron creadas para vivir en paz y armonía. Paso a paso debes deshacerte de tus apegos y malos hábitos. Son los buenos hábitos cotidianos los que te llevarán a las playas de la realización personal y espiritual. Erradicar tus malos hábitos y tus deseos mundanos y reemplazarlos por la meditación, el fortalecimiento de tu autoestima, el cuidado del cuerpo, el justo discernimiento entre el camino de la luz y del ego y el ejercitar tu atención para ejercer paulatinamente el dominio sobre tu mente, es lo que todos los seres humanos vinimos a hacer a este planeta. El éxito en la vida consiste en cambiar tus malos hábitos y reemplazarlos por buenos hábitos. Así, al vencer uno por uno de tus enemigos que insisten en alejarte de la auténtica felicidad del Ser , verás que en esta misma vida se puede lograr lo aparentemente imposible: ser constantemente feliz y estar constantemente en paz...

 Un alumno le dijo a su maestro - Señor admiro mucho su humildad, usted trata a todos por igual , me sorprende como se codea con los grandes reyes pero cuando un mendigo lo saluda lo trata de la misma forma-


El maestro responde " ¿Porque humildad? si para ti es especial es porque aun miras con los ojos de la separacion , cuando miras con los ojos de la unidad esto surge de forma natural porque ves al mismo SER en todo, si llega un rey no te pones por debajo de el solo porque tiene mas posesiones y si llega un mendigo no te sientes mas,  simplemente tratas a todos por lo que son.

A todos les llega la muerte por igual y con ella todas las posesiones desaparecen en un instante, ¡oh inocente ! he visto a los reyes perder todo y quedar sin nada en un segundo y he visto a los mendigos hacerse ricos de la noche a la mañana , por lo tanto no te deslumbres tan facilmente y recuerda que todo es una apariencia que puede cambiar en un instante" 

Maya Angelou

 


“Solo se puede llegar a ser verdaderamente exitoso en algo que te gusta. No hagas que el dinero sea tu meta. En lugar de eso, persigue cosas que te guste hacer y luego hazlas tan bien que la gente no te quite la mirada". 


escritora y activista por los derechos civiles estadounidense.

viernes, 27 de enero de 2023

steven d levitt

  


En 1995, el criminólogo James Alan Fox redactó un informe para la oficina del fiscal general del Estado que detallaba con gravedad el pico de asesinatos perpetrados por adolescentes que se avecinaba. Fox proponía un escenario optimista y otro pesimista. En el escenario optimista, creía que la tasa de homicidios cometidos por adolescentes se incrementaría en otro 15% en la década siguiente; en el escenario pesimista, sería más del doble. «La próxima oleada criminal será de tal envergadura —sentenció—, que hará que 1995 se recuerde como los buenos tiempos». Y entonces, en lugar de seguir aumentando, la criminalidad comenzó a descender. A descender y descender y descender aún más. La caída resultó sorprendente en varios sentidos: era omnipresente, las actividades criminales, en todas sus categorías, disminuían a lo largo y ancho del país; era constante, con descensos cada vez mayores año tras año; y completamente imprevista, sobre todo para los grandes expertos que venían prediciendo lo contrario.  Aun cuando los expertos no habían anticipado el descenso de la criminalidad —que, de hecho, ya se estaba produciendo cuando realizaron sus espeluznantes predicciones—, ahora se apresuraban a explicarlo. La mayor parte de sus teorías resultaban perfectamente lógicas. La economía emergente de los noventa, argumentaban, ayudó a hacer retroceder el crimen. Fue la proliferación de las leyes para el control de las armas, decían. Era el tipo de estrategias policiales innovadoras que se aplicaron en la ciudad de Nueva York, donde los asesinatos descendieron de 2.262 en 1990 a 540 en 2005.  Sólo presentaban un problema: que no eran ciertas.

    Entretanto, existía otro factor que había contribuido enormemente al extraordinario descenso de la criminalidad en los noventa. Había tomado forma veinte años antes e implicaba a una joven de Dallas llamada Norma McCorvey.
    Como la mariposa del proverbio que bate sus alas en un continente y finalmente provoca un huracán en otro, Norma McCorvey alteró de forma espectacular el curso de los acontecimientos sin pretender hacerlo. Lo único que ella quería era abortar. Era una mujer de veintiún años, pobre, sin educación, no cualificada, alcohólica y consumidora de drogas, que ya había entregado a dos hijos en adopción y ahora, en 1970, se encontraba de nuevo embarazada. Pero en Texas, como en casi todos los estados del país en esa época, el aborto era ilegal. La causa de McCorvey fue adoptada por gente mucho más poderosa que ella. La convirtieron en la litigante principal en una demanda colectiva por la legalización del aborto. El demandado era Henry Wade, fiscal del distrito del Condado de Dallas. El caso llegó finalmente al Tribunal Supremo de Estados Unidos; para entonces, el nombre de McCorvey había sido disfrazado como Jane Roe. El 22 de enero de 1973, el tribunal falló a favor de la señorita Roe, permitiendo así el aborto legalizado en todo el país. Aunque entonces ya era demasiado tarde para que la señorita McCorvey/Roe abortase: había dado a luz y entregado al niño en adopción. (Años más tarde renunciaría a la causa de la legalización del aborto y se convertiría en una activista pro vida).
    En lo que respecta al crimen, resulta que no todos los niños nacen iguales. Ni mucho menos. Décadas de estudios han demostrado que un niño que nace en un entorno familiar adverso tiene muchas más probabilidades de convertirse en un delincuente. Y los millones de mujeres con mayores probabilidades de abortar tras el caso «Roe contra Wade» —madres pobres, solteras, adolescentes para quienes el aborto ilegal resultaba excesivamente costoso o inaccesible— con frecuencia constituían ese modelo de adversidad. Eran esas mujeres cuyos hijos, en caso de nacer, tendrían muchas más probabilidades que la media de convertirse en delincuentes. Pero como consecuencia del caso «Roe contra Wade», esos niños no nacían. Esta causa poderosa tendría un efecto tan drástico como lejano: años más tarde, justo cuando esos niños que no nacieron habrían alcanzado la edad de convertirse en delincuentes, el índice de criminalidad comenzó a caer en picado.
    No fue el control de armas o un fuerte crecimiento económico o las nuevas estrategias policiales lo que finalmente atemperó la ola de crimen en Estados Unidos. Fue, entre otros factores, el hecho de que la fuente de criminales potenciales se había visto reducida de forma drástica.
    Ahora bien, cuando los expertos en la caída de la criminalidad (antiguos catastrofistas) relataban sus teorías a los medios de comunicación, ¿cuántas veces citaron la legalización del aborto como una causa?
    Ninguna.

Rainer Maria Rilke

 


"Sus ojos, de tanto mirar entre las rejas están tan cansados que ya no pueden ver otra cosa, para él es como si hubiera mil rejas y tras estas mil rejas no existiera un mundo. Camina en círculos una y otra vez y sus vigorosos pasos son como una danza ritual alrededor de un centro, donde una voluntad gigantesca yace paralizada; de vez en cuando el telón de los ojos se levanta en silencio y penetra una forma, se desliza por el silencio tenso de los hombros, llega al corazón y muere".


  Las iniciales de «Creativo, único, Resuelto y Armonioso» forman la palabra «cura». La Biblia dice que Dios nos habla en sueños y visiones. Creo que deberíamos prestar atención a nuestros sueños y símbolos para ver qué nos dicen sobre nuestros conocimientos más profundos, tanto en el nivel psicológico como en el físico, para que podamos ponernos en contacto con esta importante, creativa e inteligente energía.

jueves, 26 de enero de 2023

Bill Bryson

 


Middley era ingeniero y el mundo habría sido sin duda un lugar más seguro si se hubiese quedado en eso. Pero empezó a interesarse por las aplicaciones industriales de la química. En 1921, cuando trabajaba para la General Motors Research Corporation en Dayton (Ohio), investigó un compuesto llamado plomo tetraetílico (conocido también equívocamente como tetraetilo de plomo) y descubrió que reducía de forma significativa el fenómeno de trepidación conocido como golpeteo del motor. Aunque era del dominio público la peligrosidad del plomo, en los primeros años del siglo XX podía encontrarse plomo en todo tipo de productos de consumo. Las latas de alimentos se sellaban con soldadura de plomo. El agua solía almacenarse en depósitos recubiertos de plomo. Se rociaba la fruta con arseniato de plomo, que actuaba como pesticida. El plomo figuraba incluso como parte de la composición de los tubos de dentífricos. Casi no existía un producto que no incorporase un poco de plomo a las vidas de los consumidores. Pero nada le proporcionó una relación mayor y más íntima con los seres humanos que su incorporación al combustible de los motores. El plomo es neurotóxico. Si ingieres mucho, puede dañarte el cerebro y el sistema nervioso central de forma irreversible. Entre los numerosos síntomas relacionados con la exposición excesiva al plomo se cuentan la ceguera, el insomnio, la insuficiencia renal, la pérdida de audición, el cáncer, la parálisis y las convulsiones. En su manifestación más aguda produce alucinaciones bruscas y aterradoras, que perturban por igual a víctimas y observadores, y que suelen ir seguidas del coma y la muerte. No tienes realmente ninguna necesidad de incorporar demasiado plomo a tu sistema nervioso. Además, el plomo era fácil de extraer y de trabajar, y era casi vergonzosamente rentable producirlo a escala industrial… y el plomo tetraetílico hacía de forma indefectible que los motores dejasen de trepidar. Así que, en 1923, tres grandes empresas estadounidenses, General Motors, Du Pont y Stardard Oil de Nueva Jersey crearon una empresa conjunta: la Ethyl Gasoline Corporation (más tarde sólo Ethyl Corporation), con el fin de producir tanto plomo tetraetílico como el mundo estuviese dispuesto a comprar, y eso resultó ser muchísimo. Llamaron «etilo» a su aditivo porque les pareció más amistoso y menos tóxico que «plomo», y lo introdujeron en el consumo público (en más sectores de los que la mayoría de la gente percibió) el 1 de febrero de 1923. Los trabajadores de producción empezaron casi inmediatamente a manifestar los andares tambaleantes y la confusión mental característicos del recién envenenado. Casi inmediatamente también, la Ethyl Corporation se embarcó en una política de negación serena e inflexible que le resultaría rentable durante varios decenios. Como comenta Sharon Bertsch McGrayne en Prometheans in the Lab [Prometeanos en el laboratorio], su apasionante historia de la química industrial, cuando los empleados de una fábrica empezaron a padecer delirios irreversibles, un portavoz informó dulcemente a los periodistas: «Es posible que estos hombres se volvieran locos porque trabajaban demasiado». Murieron un mínimo de quince trabajadores en el primer periodo de producción de gasolina plomada, y enfermaron muchos más, a menudo de gravedad. El número exacto no se conoce porque la empresa casi siempre consiguió silenciar las noticias de filtraciones, derrames y envenenamientos comprometedores. Pero a veces resultó imposible hacerlo, sobre todo en 1924, cuando, en cuestión de días, murieron cinco trabajadores de producción de un solo taller mal ventilado y otros treinta y cinco se convirtieron en ruinas tambaleantes permanentes. Cuando empezaron a difundirse rumores sobre los peligros del nuevo producto, el optimista inventor del etilo, Thomas Midgley, decidió realizar una demostración para los periodistas con el fin de disipar sus inquietudes. Mientras parloteaba sobre el compromiso de la empresa con la seguridad, se echó en las manos plomo tetraetílico y luego se acercó un vaso de precipitados lleno a la nariz y lo aguantó sesenta segundos, afirmando insistentemente que podía repetir la operación a diario sin ningún peligro. Conocía en realidad perfectamente las consecuencias que podía tener el envenenamiento con plomo. Había estado gravemente enfermo por exposición excesiva a él unos meses atrás y, a partir de entonces no se acercaba si podía evitarlo a donde lo hubiese, salvo cuando quería tranquilizar a los periodistas. Animado por el éxito de la gasolina con plomo, Midgley pasó luego a abordar otro problema tecnológico de la época. Los refrigeradores solían ser terriblemente peligrosos en los años veinte porque utilizaban gases insidiosos y tóxicos que se filtraban a veces al exterior. Una filtración de un refrigerador en un hospital de Cleveland (Ohio) provocó la muerte de más de cien personas en 1929 [4] . Midgley se propuso crear un gas que fuese estable, no inflamable, no corrosivo y que se pudiese respirar sin problema. Con un instinto para lo deplorable casi asombroso, inventó los clorofluorocarbonos, o los CFC. Raras veces se ha adoptado un producto industrial más rápida y lamentablemente. Los CFC empezaron a fabricarse a principios de la década de los treinta, y se les encontraron mil aplicaciones en todo, desde los acondicionadores de aire de los automóviles a los pulverizadores de desodorantes, antes de que se comprobase medio siglo después que estaban destruyendo el ozono de la estratosfera. No era una buena cosa, como comprenderás. El ozono es una forma de oxígeno en la que cada molécula tiene tres átomos de oxígeno en vez de los dos normales. Es una rareza química, porque a nivel de la superficie terrestre es un contaminante, mientras que arriba, en la estratosfera, resulta beneficioso porque absorbe radiación ultravioleta peligrosa. Pero el ozono beneficioso no es demasiado abundante. Si se distribuyese de forma equitativa por la estratosfera, formaría una capa de sólo unos dos milímetros de espesor. Por eso resulta tan fácil destruirlo. Los clorofluorocarbonos tampoco son muy abundantes (constituyen aproximadamente una parte por cada mil millones del total de la atmósfera), pero poseen una capacidad destructiva desmesurada. Un solo kilo de CFC puede capturar y aniquilar 70.000 kilos de ozono atmosférico . Los CFC perduran además mucho tiempo (aproximadamente un siglo como media) y no cesan de hacer estragos. Son, por otra parte, grandes esponjas del calor. Una sola molécula de CFC es aproximadamente diez mil veces más eficaz intensificando el efecto invernadero que una molécula de dióxido de carbono…y el dióxido de carbono no es manco que digamos, claro, en lo del efecto invernadero. En fin, los clorofluorocarbonos pueden acabar siendo el peor invento del siglo XX. Midgley nunca llegó a enterarse de todo esto porque murió mucho antes de que nadie se diese cuenta de lo destructivos que eran los CFC. Su muerte fue memorable por insólita . Después de quedar paralítico por la polio, inventó un artilugio que incluía una serie de poleas motorizadas que le levantaban y le giraban de forma automática en la cama. En 1944, se quedó enredado en los cordones cuando la máquina se puso en marcha y murió estrangulado.

Vincent Van Gogh

 


"Yo sería feliz en un lugar donde solo pueda escuchar el trino de las aves y las flores me recibieran cada mañana. Donde el viento dé los mejores consejos y el sol muestre su mejor rostro para plasmarlo con mi alma".



Otto René Castillo

Invencibles - Otto René Castillo

Amor, nosotros somos invencibles.
De historia y pueblo estamos hechos.
Pueblo e historia conducen al futuro.

Nada es más invencible que la vida;
su viento infla nuestras velas.

Así triunfarán pueblo, historia y vida
cuando nosotros alcancemos la victoria.

Amanece ya en la lejanía de nuestras manos.
Y la aurora se despierta en nosotros,
porque somos los constructores
de su casa, los defensores de sus luces.

Ven con nosotros que la lucha continua.
Levanta tu orgullo miliciano, muchacha.

¡Nosotros venceremos, mi dulce compañera!

miércoles, 25 de enero de 2023

William Ernest Henley

 


En la noche que me envuelve,

negra, como un pozo insondable,

le doy gracias a los dioses que pudieren existir,

por mi alma inconquistable.

En las garras de las circunstancias,

no he gemido, ni he llorado.

Bajo los golpes del destino,

mi cabeza ensangrentada jamás se ha postrado.

Más allá de este lugar de ira y llantos,

acecha la oscuridad con su horror,

Y sin embargo la amenaza de los años me halla,

y me hallará sin temor.

No importa cuán estrecho sea el camino,

ni cuántos castigos lleve a mi espalda,

Soy el amo de mi destino,

Soy el capitán de mi alma. 

Paramahansa Yogananda

  


"¿Has oído alguna vez de las extraordinarias circunstancias bajo las cuales tu padre se hizo discípulo de Lahiri Mahasaya?”

    Era apacible tarde de verano, cuando Abinash y yo nos reunimos en mi casa, y él hizo esta interesante pregunta. Yo moví la cabeza en sentido negativo con una sonrisa de anticipada satisfacción. "Hace años, antes de que tú hubieras nacido, le pedí a mi jefe, tu padre, que me permitiera una licencia de una semana para ausentarme de mi trabajo y visitar a mi gurú en Benares. Tu padre ridiculizó mi plan”.
    "¿Te vas a convertir en un religioso fanático?” me preguntó. "Mejor concentra tu atención en el trabajo, si quieres adelantar”.
    "Ese día, caminando tristemente rumbo a mi casa por una vereda del bosque, me encontré con tu padre, que venía en un palanquín; se bajo de él, y despidiendo a los sirvientes que lo traían, principió a caminar a mi lado. Tratando de consolarme, indicóme las ventajas de trabajar para obtener un éxito material en el mundo. Pero yo lo oía distraídamente. Mi corazón repetía: "¡Lahiri Mahasaya, yo no puedo vivir sin verte!”
    El sendero nos condujo a la parte más tranquila de la pradera, en donde los rayos del sol del atardecer aún cubría las altas espigas de la hierba. Nos paramos en medio del campo, para contemplarlo, cuando, a unas cuantas yardas de nosotros, la forma de mi gran gurú apareció repentinamente .
    "¡Bhagabati, eres demasiado duro con tu empleado!” La voz resonaba en nuestros asombrados oídos. Mi gurú desapareció tan misteriosamente como había venido. De rodillas, yo exclamaba: "¡Lahiri Mahasaya! ¡Lahiri Mahasaya!” Tu padre quedó inmóvil de estupefacción durante algunos minutos.
    "Abinash, no sólo te doy permiso para ausentarte, sino que yo también me lo concedo para salir mañana mismo para Benares”.
    "¡Debo conocer a este gran Lahiri Mahasaya, quien puede materializarse a voluntad para interceder por ti! Llevaré conmigo a mi esposa y le pediré a este maestro que nos inicie en el sendero espiritual. ¿Nos guiarás tú hacia él?”
    "Por supuesto que sí”. El gozo me rebosaba al ver la respuesta milagrosa que mi oración había tenido, y el muy favorable cauce que este asunto había tenido.
    "La noche siguiente, tu padre y yo tomamos el tren para Benares. Al otro día, subimos a un carro tirado por un caballo, y luego caminamos por callejuelas estrechas para llegar a la casa apartada de mi gurú. Entrando en su pequeña sala, le hicimos reverencia; estaba ensimismado en su postura meditativa habitual, la del loto. Luego, sus penetrantes ojos se fijaron parpadeando en tu padre.
 "Bhagabati, eres demasiado duro con tu empleado”. Sus palabras fueron las mismas que él mismo había pronunciado dos días antes en la pradera de Gorakhpur. Y luego agregó: "Mucho me alegro que le hayas permitido a Abinash que viniera a verme y que tú y tu esposa lo hayan acompañado”.
    Para satisfacción de tus padres, los inició desde luego en la práctica de Kriya Yoga

 En una ocasión el explorador y biólogo marino francés Jacques Cousteau, ante la pregunta «¿Qué es un científico?», contestó: Es un hombre curioso que mira a través del ojo de una cerradura, la cerradura de la naturaleza, para saber qué pasa.

martes, 24 de enero de 2023

Nick Herbert



 El mayor misterio de la ciencia es la naturaleza de la conciencia. No es que tengamos teorías malas o imperfectas de la conciencia humana; simplemente no tenemos teorías, en absoluto. Prácticamente todo lo que sabemos de la conciencia es que tiene algo que ver con la cabeza, más que con el pie. 

James Kavanaugh



 " Yo soy uno de los buscadores . Hay , creo, millones de nosotros . No somos infelices , pero tampoco somos muy contenidos. Continuamos explorando la vida , con la esperanza de descubrir su último secreto. Continuamos explorando nosotros mismos , con la esperanza de entender. Nos gusta caminar por la playa, nos sentimos atraídos por el mar, atrapados por su poder, su movimiento incesante , su misterio y la belleza indescriptible . Nos gustan los bosques y montañas , desiertos y ríos ocultos , y las ciudades solitarias también. Nuestra tristeza es una parte tan importante de nuestras vidas como es nuestra risa . Compartir nuestra tristeza con quien amamos es tal vez tan grande como una alegría que podemos sentir - a menos que sea para compartir nuestras risas .

Nosotros los buscadores somos ambiciosos sólo para la vida misma, para todo lo bello que puede proporcionar. Mas que nada amamos y queremos ser amados. Queremos vivir en una relación que no va a impedir nuestro vagabundeo, ni impide nuestra búsqueda , ni encerrarnos en muros de la prisión , que nos quitará lo poco que tenemos para dar . No queremos ponernos a prueba con otro o competir por amor.
Para vagabundos , soñadores y amantes , para los hombres y las mujeres solitarias que se atreven a pedir a la vida todo lo bueno y lo bello . Es para aquellos que son demasiado gentiles para vivir entre lobos " .

Bertrand Russel

 


Los animales son felices mientras tengan salud y suficiente comida. Los seres humanos, piensa uno, deberían serlo, pero en el mundo moderno no lo son, al menos en la gran mayoría de los casos. Si es usted desdichado, probablemente estará dispuesto a admitir que en esto su situación no es excepcional. Si es usted feliz, pregúntese cuántos de sus amigos lo son. Y cuando haya pasado revista a sus amigos, aprenda el arte de leer rostros; hágase receptivo a los estados de ánimo de las personas con que se encuentra a lo largo de un día normal. Una marca encuentro en cada rostro; marcas de debilidad, marcas de aflicción... decía Blake. Aunque de tipos muy diferentes, encontrará usted infelicidad por todas partes. Supongamos que está usted en Nueva York, la más típicamente moderna de las grandes ciudades. Párese en una calle muy transitada en horas de trabajo, o en una carretera importante un fin de semana; vacíe la mente de su propio ego y deje que las personalidades de los desconocidos que le rodean tomen posesión de usted, una tras otra. Descubrirá que cada una de estas dos multitudes diferentes tiene sus propios problemas. En la multitud de horas de trabajo verá usted ansiedad, exceso de concentración, dispepsia, falta de interés por todo lo que no sea la lucha cotidiana, incapacidad de divertirse, falta de consideración hacia el prójimo. En la carretera en fin de semana, verá hombres y mujeres, todos bien acomodados y algunos muy ricos, dedicados a la búsqueda de placer. Esta búsqueda la efectúan todos a velocidad uniforme, la del coche más lento de la procesión; los coches no dejan ver la carretera, y tampoco el paisaje, ya que mirar a los lados podría provocar un accidente; todos los ocupantes de todos los coches están absortos en el deseo de adelantar a otros coches, pero no pueden hacerlo debido a la aglomeración; si sus mentes se desvían de esta preocupación, como les sucede de vez en cuando a los que no van conduciendo, un indescriptible aburrimiento se apodera de ellos e imprime en sus rostros una marca de trivial descontento. De tarde en tarde, pasa un coche cargado de personas de color cuyos ocupantes dan auténticas muestras de estar pasándoselo bien, pero provocan indignación por su comportamiento excéntrico y acaban cayendo en manos de la policía debido a un accidente: pasárselo bien en días de fiesta es ilegal. O, por ejemplo, observe a las personas que asisten a una fiesta. Todos llegan decididos a alegrarse, con el mismo tipo de férrea resolución con que uno decide no armar un alboroto en el dentista. Se supone que la bebida y el besuqueo son las puertas de entrada a la alegría, así que todos se emborrachan a toda prisa y procuran no darse cuenta de lo mucho que les disgustan sus acompañantes. Tras haber bebido lo suficiente, los hombres empiezan a llorar y a lamentarse de lo indignos que son, en el sentido moral, de la devoción de sus madres. Lo único que el alcohol hace por ellos es liberar el sentimiento de culpa, que la razón mantiene reprimido en momentos de más cordura. Las causas de estos diversos tipos de infelicidad se encuentran en parte en el sistema social y en parte en la psicología individual (que, por supuesto, es en gran medida consecuencia del sistema social). Ya he escrito en ocasiones anteriores sobre los cambios que habría que hacer en el sistema social para favorecer la felicidad. Pero no es mi intención hablar en este libro sobre la abolición de la guerra, de la explotación económica o de la educación en la crueldad y el miedo. Descubrir un sistema para evitar la guerra es una necesidad vital para nuestra civilización; pero ningún sistema tiene posibilidades de funcionar mientras los hombres sean tan desdichados que el exterminio mutuo les parezca menos terrible que afrontar continuamente la luz del día. Evitar la perpetuación de la pobreza es necesario para que los beneficios de la producción industrial favorezcan en alguna medida a los más necesitados; pero ¿de qué serviría hacer rico a todo el mundo, si los ricos también son desgraciados? La educación en la crueldad y el miedo es mala, pero los que son esclavos de estas pasiones no pueden dar otro tipo de educación. Estas consideraciones nos llevan al problema del individuo: ¿qué puede hacer un hombre o una mujer, aquí y ahora, en medio de nuestra nostálgica sociedad, para alcanzar la felicidad? 

lunes, 23 de enero de 2023

Alejandro Jodorowsky






MI PRIMER ENCUENTRO CON SALVADOR DALÍ.

Voy a contarte lo que va a seguir, consciente de que si alabar   los valores del otro es noble, alabarse a sí mismo es despreciable.  Sin embargo el hecho es que, viéndome en dificultades con el famoso pintor, pude ganarle esa especie de match de box espiritual al que me arrastró.

Cuando estaba yo invadido por un fervor místico preparando la realizción de mi futura película "DUNA", tuve la suerte que mi productor consiguiera que Salvador Dalí me hiciera el favor de recibirme. Yo quería que él interpretara en mi DUNA el rol del Emperador de la Galxia. A Dali le encantaba rechazar publicamente a quienes le ofrecían participar en alguna aventura artística... Me recibió en un restorante chic de París, acompañado por un grupo de sus admiradores.  Hizo que me sentara a su lado, y así, a boca de jarro, me lanzó estas palabras:
-"Siendo jovenes como usted, Pablo Picasso y yo, cuando íbamos a la playa, siempre encontrábamos un reloj enterrado en la arena. ¿Usted, alguna vez, ha encontrado un reloj en la arena?"
Me sentí perdido. Si le respondía que sí había encontrado un reloj, pasaría por un joven fatuo  que se creía tan grande como esos dos genios. Si le contestaba que nunca habia encontrado un reloj, pasaría por ser un despreciable mediocre... Era tan grande mi deseo de obtener que Dali aceptara el papel que le ofrecia, que mi inconsciente hizo estallar en mi boca esta respuesta:
-"Nunca he encontrado un reloj en la arena, pero he perdido muchos."
Dalí, carraspeó unos segundos y luego, sonriendo, me dijo:
-"Lo espero la próxima semana en Barcelona.  Ahí discutiremos el monto de mi contrato."
.


Eben Alexander

 


Según la neurociencia convencional, debido al grave daño sufrido por mi cerebro a causa de una aplastante meningoencefalitis bacteriana, no tendría que haber experimentado nada –¡absolutamente nada!–. Pero mientras mi cerebro se veía asediado e inflamado por la infección, disfruté de una fantástica odisea durante la que no recordé nada de mi vida en la Tierra. Esta odisea pareció durar meses o años; fue un viaje elaborado en muchos niveles de las dimensiones superiores, a veces vistas desde la perspectiva de la infinitud y la eternidad, fuera del espacio y el tiempo. Semejante inactivación completa de mi neocórtex, la superficie externa del cerebro, tendría que haberlo incapacitado totalmente, excepto las experiencias y las memorias más rudimentarias; sin embargo, me vi inmerso en la persistencia de una enorme cantidad de memorias ultrarreales, vívidas y complejas. Al principio me limité a confiar en mis médicos y en su advertencia de que «el cerebro moribundo puede hacer todo tipo de trucos». Al fin y al cabo, a veces había dado a mis propios pacientes la misma «advertencia». Por tentador que fuera simplemente aceptar mi curación extraordinaria y mi actual bienestar como un milagro inexplicable, yo no podía hacer eso. En lugar de ello, me sentí impulsado a hallar una explicación al viaje que realicé durante el coma –una experiencia sensorial que ponía en entredicho nuestros conceptos neurocientíficos convencionales acerca del papel del neocórtex en la conciencia detallada–. La inquietante perspectiva de que las tesis fundamentales de la neurociencia fueran incorrectas me llevó a un terreno más profundo en mi diálogo final con el doctor Joseph aquella tempestuosa tarde de invierno. –No tengo explicación alguna respecto a cómo es posible que haya tenido esas experiencias mentales, tan vibrantes, complejas y vívidas, estando en coma profundo –le dije–. Parecían más reales que todo lo que he experimentado hasta ahora. Le conté cómo muchos detalles situaban claramente la mayor parte de mi experiencia entre el primer y el quinto día de mi coma de siete días de duración, y sin embargo las pruebas neurológicas, los valores de laboratorio y los resultados de las resonancias confirmaban que mi neocórtex estaba demasiado dañado por la grave meningoencefalitis para haber vivido esa experiencia consciente. El doctor Joseph y yo coincidíamos en que mi cerebro había estado gravemente dañado por un caso casi fatal de meningo-encefalitis bacteriana. El neocórtex –la parte que la neurociencia moderna nos dice que ha de estar al menos parcialmente activa para que haya experiencia consciente– era incapaz de crear o de procesar nada ni siquiera remotamente parecido a lo que yo experimenté. Y sin embargo, lo experimenté. Para citar a Sherlock Holmes: «Cuando se ha excluido lo imposible, lo que quede, por improbable que sea, ha de ser la verdad». Así pues, he aceptado lo improbable: esa experiencia muy real ocurrió, y yo fui consciente de ella –y mi conciencia no dependía de tener un cerebro intacto–. Solo permitiendo que mi mente (y mi corazón) se abrieran lo más ampliamente posible pude ver las grietas en la concepción convencional del cerebro y de la conciencia. Fue gracias a la luz que pudo entrar por esas grietas que empecé a vislumbrar las verdaderas profundidades del debate mente-cuerpo.


J. B. S. Haldane



 El universo no solo es más extraño de lo que suponemos, es más raro de lo que podemos suponer. J. B. S. Haldane (1892-1964), biólogo evolucionista británico

sábado, 21 de enero de 2023

Robert Green

 


Tu primera tarea es examinar las emociones que contagian sin cesar tus decisiones e ideas. Aprende a preguntarte: ¿a qué se debe esta cólera o rencor? ¿De dónde procede esa constante necesidad de atención? Bajo ese escrutinio, tus emociones dejarán de dominarte. Pensarás por ti mismo en lugar de reaccionar a lo que los demás te dan. Las emociones tienden a limitar la mente, a hacer que nos centremos en una o dos ideas que satisfacen nuestro deseo inmediato de poder o atención, ideas que suelen resultar contraproducentes. Ahora, con un espíritu sosegado, tomarás en cuenta una amplia variedad de opciones y soluciones. Deliberarás más antes de actuar y reevaluarás tus estrategias. Esa voz se volverá cada vez más clara. Cuando la gente te asedie con sus interminables dramas y sus emociones insignificantes, te molestará la distracción y aplicarás tu racionalidad para superarla. Como un atleta que se fortalece mediante el entrenamiento, tu mente se volverá más flexible y resistente. Lúcido y tranquilo, verás respuestas y soluciones creativas que nadie más podrá imaginar

Tao Te Ching



«Cuando tú encuentres el camino, otros te encontrarán a ti, y, al pasar por el camino, serán atraídos hasta tu puerta. Y el camino que no puede oírse resonará en tu voz, y el camino que no puede verse se reflejará en tus ojos.»

Jan Hus

 


Hus reprochaba a los representantes eclesiásticos su manera de comportarse y su baja moral. Se oponía a la supuesta omnipotencia de los sacerdotes que consistía en el derecho de otorgar la absolución de los pecados. Argumentaba que tal derecho sólo lo tenía Cristo. En su obra escrita más famosa 'De Eclessia' incluso advierte a los creyentes que la cabeza de la Iglesia es Jesucristo y que no hay que obedecer al Papa si sus órdenes contradicen la Biblia. Aparte de estas ideas bastante provocadoras, propuso privar a la Iglesia de sus bienes y repartirlos entre los que más ayuda necesitaban, o sea, utilizarlos para fines caritativos, auspiciados por el mismo monarca y la alta aristocracia. an Hus llegó a Constanza con el fin de defender sus ideas, de disputar con los sacerdotes e imponer su verdad, pero fue detenido y encarcelado. Los sacerdotes insistían en que renunciara a sus tesis, pero Hus lo rechazó. El tribunal de Constanza quemó varios de sus libros como símbolo de ‘archiherejía’ y Hus fue condenado a muerte.

El 6 de julio de 1415, Jan Hus fue quemado vivo y sus cenizas fueron arrojadas al río Rin para asegurar que no se conservara ni la mínima huella de su herejía en el Sacro Imperio Romano Germánico.

La Iglesia sostuvo que con la muerte de Hus la situación en el país se estabilizaría. Sucedió todo lo contrario, y la muerte de Jan Hus no hizo morir sus ideas. Su terrible y conmovedor fallecimiento impulsó el surgimiento del movimiento revolucionario de los husitas.

https://espanol.radio.cz/jan-hus-el-hombre-que-quiso-reformar-la-iglesia-8685359


viernes, 20 de enero de 2023

Siddhartha Mukherjee



 El mito del «suicidio racial» y el «deterioro racial» era contrapesado por el mito opuesto de la pureza racial y genética. Una de las novelas más populares de los primeros años veinte, devorada por millones de estadounidenses, era Tarzán de los monos, de Edgar Rice Burroughs, la historia sensiblera de un aristócrata inglés que, huérfano y criado por monos en África, no solo conservaba la tez, el porte y la proporción corporal de sus padres, sino también la rectitud moral, los valores anglosajones y hasta el uso instintivo de cubiertos para comer. Tarzán —«de figura recta y perfecta, musculoso como el mejor de los antiguos gladiadores romanos»— ejemplificaba la última victoria de la naturaleza sobre la crianza. Si un hombre blanco criado por monos de la selva podía conservar la integridad del hombre blanco en un traje de franela, entonces la pureza racial podía mantenerse en cualquier circunstancia.

Charles Bukowski



 "Ardo en el infierno 

hay una parte de mí que no encaja en ningún lugar 
mientras otra gente encuentra cosas 
que hacer
con su tiempo
sitios adonde ir
unos con otros
cosas que decirse
unos a otros.
yo 
ardo en el infierno
en algún lugar al norte de México.
aquí no crecen flores.
no soy como
los demás.
los demás son como
los demás.
todos son iguales: 
toman parte
se agrupan
se arraciman
se les ve
risueños y satisfechos
y yo
ardo en el infierno.
mi corazón tiene un millar de años.
no soy como
los demás.
moriría en sus merenderos
ahogado por sus banderas
aporreados por sus canciones
aborrecido por sus soldados
corneados por su sentido del humor
asesinados por su inquietud.
no soy como 
los demás.
ardo 
en el infierno.
el infierno que 
yo mismo soy".