BRUTO.—¡No, Casio, no; ni creas tú, noble romano que Bruto se dejará llevar cautivo a Roma! ¡Es un alma demasiado grande! Pero este mismo día debe consumar la obra comenzada en los idus de marzo, e ignoro sí hemos de volvernos a ver. Por lo tanto, démonos un eterno adiós. ¡Por siempre y para siempre, adiós Casio!… Si volvemos a vernos, en fin, sonreiremos de gozo. Si no, ha estado bien esta despedida.
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