domingo, 10 de diciembre de 2023

Pascal Mercier

 




De todas nuestras innumerables experiencias, sólo hay una como máximo que expresamos en palabras y aun ésta, de manera totalmente casual y sin brindarle todo el cuidado que merece. Bajo todas esas experiencias mudas están escondidas esas que, imperceptiblemente, han dado forma, color y melodía a nuestras vidas. Si, como arqueólogos del alma, investigamos estos tesoros, descubrimos cuán desconcertantes son. El objeto de nuestra observación está en perpetuo movimiento, las palabras resbalan sobre lo vivido; finalmente el papel se cubre de flagrantes contradicciones. Durante mucho tiempo creí que se trataba de una carencia, algo que debía superar. Hoy pienso que se trata de algo diferente: el reconocimiento de ese desconcierto es el camino ideal hacia la comprensión de estas experiencias tan conocidas pero aun así tan misteriosas. Esto suena inusual, hasta literalmente inusual, lo sé. Pero desde que comencé a plantearlo de esta manera, tengo la sensación de estar verdaderamente despierto y vivo. 

Si en verdad sólo podemos experimentar una mínima parte de lo que hay dentro de nosotros, ¿qué pasa con el resto?

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