Quiero decir que conocerse a sí mismo en cierta Antigüedad lejos estaba de ser una actitud teórica, o una cerrazón introspectiva. Conocerse era preocuparse por sí mismo, o sea, ocuparse, cuidarse, pero en la práctica concreta y con transformaciones directas de nuestras costumbres cotidianas. Una filosofía de vida. Teoría y práctica no como dos esferas escindidas, sino ensimismadas.
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