miércoles, 23 de noviembre de 2022

César Rendueles

 


Recuerdo una obra de teatro de Rodrigo García titulada: Compré una pala en IKEA para cavar mi tumba . No se me ocurre mejor resumen de la España de la década dorada, entre 1996 y 2006. El capitalismo se nos metió en el cuerpo como una enfermedad infecciosa. Y nos lo llevamos a nuestra casa y a nuestro trabajo. Y un día el escaparate se convirtió en un basurero:

    Si pensamos hoy en aquel tiempo lo vemos como un enorme desguace, un vertedero por cuya ladera rodó todo lo acumulado, todo lo adquirido y luego desechado, sustituido por nuevas adquisiciones que no tardarían en rodar ladera abajo: ahí, en la fosa, está el amasijo de hierros del viejo utilitario de los primeros sueldos reemplazado por un deportivo o un monovolumen a plazos; ahí también despanzurrados, los muebles de aglomerados y automontaje que cumplían su ciclo y dejaban su sitio a nuevos muebles que a menudo seguían siendo de aglomerado y automontaje pero más caros; ahí electrodomésticos, televisores, ordenadores, teléfonos condenados a la obsolescencia programada o desplazados por nuevas necesidades; ahí montañas de ropa prematuramente envejecida, pasada de moda, aburrida, arrojada a contenedores solidarios para que la acabasen vistiendo ancianos africanos; ahí restos de comida precocinada, comida a domicilio, comida japonesa, comida mexicana, restaurantes donde una cena cuesta medio salario mínimo pero una vez en la vida todos deberíamos regalarnos algo así; ahí botellas de cerveza internacional, botellas de vino altamente puntuado en una web, vasos con restos de ginebras exóticas y tónicas de importación, rodajas de pepino y hielo mineral; entradas amarillentas de multicines, teatros, conciertos, exposiciones, musicales, circos del sol, parques temáticos; ahí regalos especiales, escapadas románticas, cruceros por fiordos, balnearios, spa , masajes y envolturas de barro, de chocolate, de vino, de piedras volcánicas, juguetes de sex shop , joyas de aniversario, litografías numeradas; ahí carricoches y cunas y ropas amontonadas por edades y juguetes ennegrecidos y cuentos con todas las pestañas arrancadas .

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