sábado, 26 de febrero de 2022

 


En el libro Principle—Centered Leadership [Liderazgo centrado en principios], Stephen Covey cuenta cómo Colón fue invitado en una ocasión a un banquete en donde se le ofreció el lugar más honorable en la mesa. Un cortesano frívolo que sentía celos por él, preguntó abruptamente: —Si usted no hubiera descubierto las Indias, ¿acaso no hay otros hombres en España que podrían haber realizado la empresa? Colón no respondió pero tomó un huevo e invitó a la compañía a que lo pararan. Todos lo intentaron, pero nadie lo logró, después de lo cual el explorador hizo una hendidura en la mesa, y lo paró. —¡Así podríamos haberlo hecho todos!—gritó el cortesano. —Sí, si solo hubiera sabido cómo—respondió Colón—. Y una vez que les mostré el camino hacia el Nuevo Mundo, nada es más fácil que seguirlo.



Pero cuando las palabras de ese poeta se tornan el canto de un búho, o se convierten en el aullido de un lobo cuyo lamento nocturno les dice, penetrando los tejados de la conciencia: “Cinco estudiantes como gorriones sin alas/ hicieron una ronda al corazón ciudadano,/ cayendo, asesinados, de la frente a los pies,/ creciendo desde la muerte al infinito./ Ahora digo,/ ¡Traidores, hombres sin hombría, cobardes!/ ¿Estáis locos para asesinar la eternidad?/ ¡Pronto vendrá vuestro día, desgraciados!” (de Asesinados en junio).

O qué tal estos improperios, lanzados con evidente saña sobre las buenas conciencias: “Suceden cosas/ tan extrañas/ en mi pequeño país,/ que si de verdad/ hubiera cristianos/ creerían,/ sin duda,/ en la muerte/ auténtica de Dios.” (de La tumba de Dios)

Entonces, salieron a buscarlo. Era más fácil matar a un lobo; urgía balear al búho prendido a la rama de la conciencia. Y mataron a Otto René Castillo, en la base militar de Zacapa, en marzo de 1967.

En él se cumple la máxima de Miguel Ángel Asturias, para quien el poeta “es una conducta moral”, pues consecuente con sus ideas revolucionarias, un día de 1966 decidió que se haría combatiente guerrillero y se integró a las Fuerzas Armadas Rebeldes. Antes de dar ese paso, ya tenía una trayectoria académica, poética y política en países como México, Alemania, Hungría, Checoeslovaquia, Chipre y El Salvador. La experiencia adquirida lo colocaba frente a las tres copas que suelen ser las más codiciadas por los escritores de mundo: la fama, el éxito y la gloria. Solo tenía que extender la mano. Ya había bebido de las dos primeras, pero ambas no sirven para nada —pues éxito y fama los tuvieron también personajes como Hitler—, mas la gloria está reservada para otros. Y Otto René pudo seguir un rumbo glorioso por Europa, continente que —en aquel entonces— era un océano literario que garantizaba el ascenso de los buenos escritores hacia premios importantes.

El éxito le había llegado desde joven. En 1956, tenía 20 años y ganó el premio Autonomía, de la Universidad de San Carlos de Guatemala, con su poema Vámonos patria a caminar. A ese galardón le siguió el de 1957, con el Premio Internacional de Poesía de Budapest. Ese año, la Universidad de San Carlos le concedió el premio Filadelfo Salazar, por sus altos méritos estudiantiles, que consistió en una beca para estudiar en la República Democrática Alemana. Viajó a ese país en 1958, a estudiar germanística en la Universidad Karl Marx de Leipzig. En 1962, en Berlín, junto a otros jóvenes aprendió técnicas para hacer documentales con el cineasta holandés Joris Ivens.

Su futuro se avizoraba brillante. Decidió, sin embargo, escribir menos y actuar más; lo hizo por un auténtico amor a esta patria. Fue asesinado junto con la también combatiente Nora Paiz y 13 campesinos acusados de colaborar con la guerrilla. Fue torturado durante cinco días, después, lo fusilaron y lo quemaron. La misma suerte corrió Paiz. A Otto René, un oficial del Ejército le cortó partes de la piel con una hoja de afeitar amarrada a un bambú, en tanto se burlaba de él y le leía su propio poema: “Yo beberé tus cálices amargos. Yo me quedaré ciego para que tengas ojos. Yo me quedaré sin voz para que tú cantes.”

Pero ni muerto el lobo cesaron los lamentos, ni fusilado el búho terminó la voz de la conciencia; tampoco muerto el poeta concluyó su obra. La hermana mayor de Otto René, Zoila Castillo, publicó en 1979 su poesía en un libro titulado Informe de una injusticia. En una parte, nos dice Otto: “Nada es más invencible que la vida/ su viento infla nuestras velas”. Larga vida a sus palabras, que hoy flotan en la eternidad.

https://www.prensalibre.com/hemeroteca/el-injusto-final-de-un-poeta-extraordinario/

 Otra creencia errónea es que el dinero soluciona todos los problemas. En verdad lo cierto es lo opuesto, las personas con dinero tienden a estar menos contentos y tienen más problemas. Por ejemplo, Ernie J. Zelinski cita una encuesta reciente que muestra que un porcentaje mayor de las personas que ganan más de $75,000 al año están menos satisfechas con sus sueldos que las que ganan menos. También señaló: Un gran porcentaje de ricos tienen más problemas de alcohol y drogas que la población general. Tengo una teoría sobre cuán bien estaríamos con mucho dinero. Si estamos felices y resolvemos los problemas cuando ganamos $25,000 al año, estaremos felices y resolveremos bien los problemas cuando tengamos mucho más dinero. Si somos infelices y no resolvemos los problemas con $25,000 al año, podemos esperar lo mismo con más dinero. Seremos igualmente infelices y no resolveremos los problemas, pero con más comodidad y estilo. En definitiva, debe tratar de ayudar a las personas a entender que el dinero no sustituye las destrezas básicas para resolver los problemas que necesitan desarrollar. Los conflictos financieros casi siempre son un síntoma de otras dificultades personales.

viernes, 25 de febrero de 2022

 A finales de los 1800, un vendedor del este llegó a un pueblo fronterizo en algún sitio en las Grandes Planicies. Mientras hablaba con el dueño de una tienda de víveres, entró un ganadero, y el dueño se excusó para atender a su cliente. El vendedor no pudo evitar oír la conversación de ellos. Parecía que el ganadero deseaba crédito con algunas cosas que necesitaba. —Jake, ¿vas a poner algunas verjas esta primavera?—preguntó el dueño de la tienda. —Seguro, Bill—dijo el ganadero. —¿Vas a cerrar o a extenderte? —Extenderme. Voy a ocupar otras 360 acres al otro lado del arroyo. —Que bueno, Jake. Tienes el crédito. Ve a la parte trasera y pídele a Steve lo que necesites. El vendedor estaba confundido. —He visto todo tipo de sistemas de crédito—dijo—, pero jamás uno como ese. ¿Cómo opera? —Bueno—dijo el dueño de la tienda—, permítame decirle. Si un hombre cierra su cerca, significa que está asustado, tratando de retener lo que tiene. Pero si se extiende, está creciendo y tratando de mejorar. Siempre le doy crédito al que se extiende porque eso significa que cree en sí mismo. Tener fe en las personas requiere algo más que simples palabras o sentimientos positivos respecto a ellas. Tenemos que respaldarlas con lo que hacemos. Como lo percibió 43 claramente W.T. Purkiser, profesor emérito de religión en Point Loma College: «La fe es más que pensar que algo es cierto. Es pensar que es tan cierto que nos lleva a actuar». Si desea ayudar a otros y efectuar un impacto positivo en sus vidas, tiene que tratarlos con ese tipo de confianza. Ralph Waldo Emerson dijo: «Confíe en los hombres y le serán sinceros; trátelos bien y pronto serán grandes». Conviértase en un creyente en las personas, y hasta los poco experimentados y tentativos florecerán ante sus ojos.

jueves, 24 de febrero de 2022



 «Y el hombre… Pobre…, ¡pobre! Vuelve los ojos, como

cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!».





El presidente Abraham Lincoln, considerado como uno de los líderes y comunicadores más efectivos en la historia de nuestra nación, dijo: «Cuando me estoy preparando para razonar con un hombre, me paso un tercio de mi tiempo pensando en mí y lo que voy a decir, y dos tercios pensando en él y lo que va a decir». Ese es un promedio a seguir. Escuche el doble de lo que hable.

 En el primer día de clase, el profesor de “Introducción al Derecho” entró al aula y lo primero que hizo fue pedir el nombre de un estudiante que estaba sentado en la primera fila:


¿Cuál es su nombre?
Mi nombre es Nelson, Señor.
¡Fuera de mi clase y no vuelva nunca más! – Gritó el maestro desagradable.
Nelson estaba desconcertado. Cuando volvió en sí, se levantó rápidamente recogió sus cosas y salió de la habitación.
Todo el mundo estaba asustado e indignado, pero nadie habló.
¡Muy bien! – Vamos a empezar, dijo el profesor.
¿Para qué sirven las leyes? preguntó el maestro – los estudiantes seguían asustados, pero poco a poco empezaron a responder a su pregunta:
Para tener un orden en nuestra sociedad.
¡No! – Respondió el profesor.
Para cumplirlas.
¡No!
Para que las personas equivocadas paguen por sus acciones.
¡No!
¿Alguien sabe la respuesta a esta pregunta!
Para que se haga justicia – una muchacha habló con timidez.
¡Por fin! Es decir, por la justicia.
Y ahora, ¿qué es la justicia?
Todos empezaron a molestarse por la actitud tan vil del profesor.
Sin embargo, continuaron respondiendo:
A fin de salvaguardar los derechos
humanos …
Bien, ¿qué mas ? – preguntó el maestro.
Para diferenciar el bien del mal, para recompensar a aquellos que hacen el bien …
Ok, no está mal, pero respondan a esta pregunta:
“¿Actué correctamente al expulsar a Nelson del aula?”
Todos estaban en silencio, nadie respondió.
Quiero una respuesta por unanimidad!
¡No! – Todos contestaron con una sola voz.
Se podría decir que he cometido una injusticia?
¡Sí!
¿Y por qué nadie hizo nada al respecto? Para que queremos leyes y reglas, si no tenemos la voluntad necesaria para practicarlas? Cada uno de ustedes tiene la obligación de hablar cuando es testigo de una injusticia. Todo . ¡No vuelvan a estar en silencio, nunca más! Vayan a buscar a Nelson – dijo. Después de todo, él es el maestro, yo soy un estudiante de otro período.
Aprendan que cuando no defendemos nuestros derechos, se pierde la dignidad y la dignidad no puede ser negociada.

miércoles, 23 de febrero de 2022

  Por cada persona inteligente que se molesta en crear un esquema de incentivos, existe un ejército de gente, inteligente o no, que inevitablemente invertirá incluso más tiempo en tratar de burlarlos. El engaño puede formar parte de la naturaleza humana o no, pero sin duda constituye un rasgo destacado en prácticamente cualquier empeño del hombre. Engañar es un acto económico primitivo: obtener más a cambio de menos. Así que no sólo los nombres en mayúsculas —presidentes de empresa, deportistas adictos a las pastillas y políticos con sueldos abusivos— engañan. También lo hace la camarera que se guarda la propina en el bolsillo en lugar de echarla en el bote. O el encargado de la plantilla del supermercado WalMart, que recorta las horas de sus empleados en el ordenador para que su rendimiento parezca mayor. O el niño que, preocupado por pasar de curso, copia las respuestas del examen.




Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
Prefiero tener a la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad
de que el ser tiene su razón.


 La Muerte es quizá uno de los momentos más difíciles de la vida. Cuesta trabajo aceptarla y entenderla, porque no aprendimos a fluir con ella,  ni a hacerla parte de nosotros. 


Nos enseñaron a vivirla como un hecho traumático, en vez de vivirla como un proceso natural de gran trascendencia en el que hay que agradecer y honrar con Serenidad, Amor y Templanza al Sagrado Espíritu que nos acompañó en esta experiencia de vida, deseándole un buen viaje hacia su nueva experiencia evolutiva.

La palabra "Muerte" tiene tantas influencias negativas que habría que eliminarla de nuestro vocabulario y llamar a este proceso "Trascender" o "Trascendencia" porque eso es lo que hacemos, trascender a otra realidad, adecuada a nuestro estado de conciencia. Todos los miedos que tenemos en la Vida, la no aceptación de los ciclos, el apego, dependencias y las falsas seguridades que nos creamos tienen la raíz en el miedo a la muerte. 

Sólo el conocimiento, el entendimiento y el amor nos mostrará para qué nacemos, para qué estamos de forma temporal en este mundo material y para que abandonamos el cuerpo físico.

Si pudiéramos comprender que no somos un cuerpo con espíritu, sino un espíritu con un cuerpo temporal para transitar un ciclo de vida terrenal, la pregunta no sería ¿Por qué morimos?, sino, ¿Para qué tomamos este cuerpo físico?, ¿cuál es nuestra misión de vida?, ¿para qué abandonamos nuestro cuerpo físico y hacia dónde nos dirigimos en este infinito Universo?.
 
Cuando un Ser Querido abandona este mundo material en el que experimentamos la Vida, está naciendo en otros planos de existencia continuando con su libre evolución. Si abandonamos el apego y el sufrimiento y activamos el Amor incondicional hacia la persona que ha emprendido el viaje a otro nuevo mundo, los sentidos del Alma podrán percibir la energía y el Amor del Ser querido que se fue.

Recuerda siempre la chispa de vida que tenía el ser querido en sus ojos, recuerda su energía y su amor. ¡La muerte es un tránsito a la vida.

Créditos al autor

lunes, 21 de febrero de 2022



 No he visto en Rusia nada más grandioso e impresionante que la tumba de Tolstoi [...]. Nada de este mundo resulta más monumental –eso se experimenta de continuo– que la suprema sencillez. Ni la cripta de Napoleón bajo los mármoles de los Inválidos, ni el sepulcro de Goethe en la tumba principesca de Weimar, ni el sarcófago de Shakespeare en la abadía de Westminster impresionan a su vista una y otra vez las fibras más humanas del hombre como esa conmovedora tumba anónima perdida en el bosque, con su solemne silencio, en la que sólo susurra el viento y que está desprovista de todo aviso y palabra.



 Las imágenes son [...] puentes tendidos hacia una orilla invisible.

 CARLJUNG «Acerca de la relación de la psicología analítica con la poesía»

 Los símbolos no fluyen del inconsciente para decirnos lo que ya sabemos, sino para mostrarnos lo que todavía tenemos que aprender. 

ROBERT JOHNSON «We» [Nosotros]

 Cuando la mente está perturbada, el cuerpo se queja. 

El padrino III

 


Mientras tanto, sin la aprobación de sus padres, se había unido en matrimonio civil con una joven y cultísima dama de París, mujer de eminentes cualidades intelectuales, enérgica y devota de su marido, pero quizá no tan tierna y sumisa como él hubiera deseado. Precisamente por aquel tiempo (1826-1827) sufrió Comte su primer acceso de locura; los padres hubiesen querido recluirlo, pero su esposa supo retenerlo junto a sí con gran energía y curarlo.

Ya repuesto, Comte concentró sus energías en el Curso de filosofía positiva (1830-1842). Habiendo apreciado, bajo la influencia de Saint-Simon, la urgencia del problema social, Comte consagró su esfuerzo a concebir un modo de resolverlo, cerrando la crisis abierta por la Revolución Francesa y sus consecuencias. Halló la respuesta en la ciencia, hacia la que estableció un verdadero culto: el conocimiento objetivo que proporciona la ciencia debía aplicarse a la ordenación de los asuntos políticos, económicos y sociales, superando las ideologías apoyadas en la imaginación, los intereses o los sentimientos. 

Contra la libertad de pensamiento, origen de la anarquía moral que atribuía a la Revolución, no oponía el dogma religioso o los principios de la tradición, sino la «ciencia positiva» que, al atenerse a los hechos tal como son, proporcionaba según Comte el único punto de apoyo sobre el que se podría edificar un futuro de «orden y progreso». Contrario al individualismo y a la democracia, confiaba en un mundo regido por el saber, en el que productores y banqueros ejercerían una especie de dictadura. Tales ideas, fundamento del pensamiento positivista, tendrían un gran éxito en los países occidentales desde mediados del siglo XIX, proporcionando un credo laico para el mundo del capitalismo liberal y de la industria triunfante.

Sin embargo, Comte vivió una vida desgraciada: el exceso de trabajo agravó sus trastornos psicológicos, y acabaría provocando un intento de suicidio y el abandono de su mujer. Su rebeldía y su intransigencia, por otra parte, le impidieron insertarse en el mundo académico. Al tiempo que redactaba el Curso de filosofía positiva, Augusto Comte fundó con antiguos compañeros de la Escuela Politécnica la Asociación Politécnica, destinada a la difusión de las ideas positivistas, y, a pesar de la enorme fama conseguida, no logró nunca una sólida posición oficial; llegó a enseñar en la Escuela Politécnica desde 1832, pero no pudo obtener cátedra en ella, y fue expulsado en 1844.

Esta vida agitada, la constante concentración mental, el empeoramiento de las relaciones con su esposa, que terminaron con la separación (1842), y finalmente un nuevo amor senil y compartido sólo a medias por Clotilde Devaux, originaron hacia 1845 una nueva crisis mental, cuyos efectos se advierten en sus últimas obras, el Sistema de política positiva (1851-1854) y el Catecismo Positivista (1852). Esta última, en la que expuso el evangelio de la nueva religión positivista de la humanidad, ofrece matices desconcertantes en muchos aspectos y en su lenguaje..

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/comte.htm#:~:text=(Auguste%20Comte%3B%20Montpellier%2C%201798,y%20m%C3%A1ximo%20representante%3A%20el%20positivismo.

domingo, 20 de febrero de 2022




Dante, colega, el Infierno
está aquí, ahora.
ojalá lo 
vieras. Hemos dado 
con la fórmula para
cargarnos el planeta
y ahora hemos dado
con otra para abandonarlo.
Pero la mayoría tendrá
que quedarse y 
morir. Ya sea por la Bomba
o por la basura de huesos
amontonados
y otros contenedores descargados,
y mierda y cristal y humo.
Dante, colega, el Infierno
está aquí, ahora,
y la gente todavía contempla rosas,
monta en bici,
trabaja cada día,
compra cosas y cuadros y coches;
la gente sigue 
copulando
por todas partes, y los jóvenes ven
lo que les rodea y claman
que el mundo debería ser un lugar mejor,
como siempre han hecho,
y luego han envejecido
y han participado en el mismo juego de mierda.
Solo que ahora
los juegos de mierda de la historia
han jodido tanto todo que parece
imposible arreglarlo.
Algunos lo siguen intentando:
los llamamos santos, poetas, locos, idiotas.
Dante, colega, ¡oh Dante!, colega,
deberías vernos
ahora.

 Superficial es el alma que ha olvidado cómo estremecerse

  ¿Tiene la filosofía algo que ver con el amor? Todo, si hemos de creer a Platón. A pesar de que no todos los amantes son filósofos, los filósofos son los únicos amantes auténticos, ya que solo ellos comprenden lo que el amor busca ciegamente. En todos nosotros, el amor evoca la memoria inconsciente de la belleza de las Ideas, y esa memoria nos enloquece; nos sentimos poseídos por un sentimiento frenético de añoranza de nuestro complementario y de «procrear en lo Bello», como también bellamente propone El banquete (209 a. C.). Aquellos que poseen autodominio intelectual se unen intelectualmente y comulgan con las Ideas, lo cual es el objetivo de la filosofía, mientras que aquellos a quienes les falta ese autodominio purgan sus pasiones carnalmente y permanecen unidos al mundo.

    Platón enseña que el deseo erótico debe ser tratado con sumo cuidado precisamente porque muchas veces no llega al ámbito de la filosofía. Cuando el eros se libera en una persona inmoderada, el alma se hunde en el placer sensual, el amor al dinero, en la bebida e incluso en la locura. Tan grande es su poder que esta fuerza puede sojuzgar nuestra razón y nuestros instintos naturales, dirigiéndolos hacia su propio fin y convirtiéndose en un tirano del alma. En
La república
, Platón hace que Sócrates pregunte si la tiranía política puede ser otra cosa que la injusta regla de un hombre cuyo ser es dominado por sus deseos más bajos. Para Platón, el eros es una fuerza demoníaca que flota entre lo humano y lo divino, que nos ayuda a elevarnos o a hundirnos en una vida de sevicias y sufrimientos en la que los otros sufren con nosotros. El filósofo y el tirano, lo más alto y lo más bajo de la humanidad, están unidos por un perverso giro de la naturaleza: por el poder del amor.

sábado, 19 de febrero de 2022

 Bertrand Russell escribió: «Cometer actos de crueldad con la conciencia tranquila es un deleite para los moralistas; por eso se inventaron el infierno».

 


Nací para poeta o para muerto,
escogí lo difícil
—supervivo de todos los naufragios—,
y sigo con mis versos,
vivita y coleando.

Nací para puta o payaso,
escogí lo difícil
—hacer reír a los clientes desahuciados—,
y sigo con mis trucos,
sacando una paloma del refajo.

Nací para nada o soldado,
y escogí lo difícil
—no ser apenas nada en el tablado—,
y sigo entre fusiles y pistolas
sin mancharme las manos.

 


Confucio desconfiaba de la elocuencia; despreciaba a las personas muy habladoras y odiaba los juegos de palabra ingeniosos. Para él, parecía que la lengua afilada debía reflejar una mente superficial; a medida que la reflexión se hace más profunda, se desarrolla el silencio. Confucio advirtió que su discípulo favorito solía decir tan poco que a veces los demás se habrían preguntado si no era necio. A otro discípulo que le había preguntado sobre la virtud suprema de la humanidad, Confucio le respondió de una forma típica: «Quien posee la suprema virtud de la humanidad es reticente a hablar».

    Lo esencial está más allá de las palabras: todo lo que puede ser dicho es superfluo. Por ello un discípulo señaló: «Podemos oír y juntar las enseñanzas de nuestro Maestro en lo que respecta al conocimiento y la cultura, pero es imposible hacerle hablar sobre la naturaleza esencial de las cosas o sobre la voluntad del Cielo [7] ». Este silencio no reflejaba indiferencia ni escepticismo respecto a la voluntad del cielo. De hecho, conocemos muchos pasajes de las
Analectas
que Confucio consideró como la guía suprema de su vida; pero él habría suscrito la famosa conclusión de Wittgenstein: «De lo que uno no puede hablar, es mejor callarse». No negaba la realidad de lo que está más allá de las palabras, simplemente ponía en guardia contra la locura de intentar alcanzarla con palabras. Su silencio era una afirmación:
existe
una realidad de la que no podemos decir nada.
    Los silencios de Confucio se producían fundamentalmente cuando sus interlocutores intentaban llevarlo a la cuestión del más allá. Esa actitud ha inducido a menudo a los comentaristas a llegar a la conclusión de que Confucio era agnóstico. Esta conclusión me parece superficial. Consideremos este famoso pasaje: «Zilu preguntó sobre la muerte. El Maestro respondió: “¿Si no conoces la vida, cómo puedes conocer la muerte?”». Canetti añadió el siguiente comentario: «No conozco a ningún sabio que haya tomado más en serio la muerte que Confucio». La negativa a responder no es una forma de evadir el tema, sino que, por el contrario, es la afirmación más poderosa, puesto que las preguntas sobre la muerte siempre se refieren, de hecho, a un tiempo
más allá
de la muerte. Cualquier respuesta salta por encima de la muerte, haciendo desaparecer tanto ésta como su imposibilidad de comprenderla. Si existe algo
después
, lo mismo que si existe algo
antes
, entonces la muerte pierde parte de su peso. Confucio se niega a jugar con este inútil juego de manos.
    Al igual que el espacio vacío en la pintura, que concentra e irradia toda la energía interna del cuadro, el silencio de Confucio no es una retirada ni una huida; conduce a un compromiso inmediato y más profundo con la vida y la realidad. Cerca ya del fin de su carrera, Confucio dijo un día a sus discípulos: «Ya no quiero hablar más». Los discípulos quedaron perplejos: «¿Pero Maestro, si no hablas, cómo podremos, pobres de nosotros, ser capaces de transmitir ninguna enseñanza?». Confucio respondió: «¿Acaso habla el Cielo? Sin embargo, las cuatro estaciones siguen su curso y las cien criaturas continúan naciendo. ¿Acaso habla el Cielo?».
    Sin duda ya he hablado demasiado.

 


¿Nos da miedo pensar? 


"Los seres-humanos temen al pensamiento más de lo que temen a cualquier otra cosa del mundo; más que la ruina, incluso más que la muerte.

El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegios, las instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría del pasado.
Pero si el pensamiento ha de ser posesión de muchos, no el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas con el miedo. Es el miedo el que detiene al hombre, miedo de que sus creencias entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con las que vive no vayan a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vayan a resultar menos dignos de respeto de lo que habían supuesto.

¿Va a pensar libremente el trabajador sobre la propiedad? Entonces, ¿qué será de nosotros, los ricos? ¿Van a pensar libremente los muchachos y las muchachas jóvenes sobre el sexo? Entonces, ¿qué será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los soldados sobre la
guerra? Entonces, ¿qué será de la disciplina militar ¡Fuera el pensamiento! ¡Volvamos a los fantasmas del prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la guerra en peligro!
Es mejor que los hombres sean estúpidos, amorfos y tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres. Puesto que si sus pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como nosotros. Y este desastre debe evitarse a toda costa.
Así arguyen los enemigos del pensamiento en las profundidades inconscientes de sus almas. Y así actúan en las iglesias, escuelas y universidades."

Bertrand Russell: "Principes of Social Reconstruction". London, 1916.

viernes, 18 de febrero de 2022

 




¡Qué extraño es vagar en la niebla!
En soledad piedras y sotos.
No ve el árbol los otros árboles.
Cada uno está solo.

Lleno estaba el mundo de amigos
cuando aún mi cielo era hermoso.
Al caer ahora la niebla
los ha borrado a todos.

¡Qué extraño es vagar en la niebla!
Ningún hombre conoce al otro.
Vida y soledad se confunden.
Cada uno está solo.



 “Puedo enseñarle a cualquier persona cómo conseguir lo que quiere en la vida. El problema es que no puedo encontrar a quien pueda decirme qué es lo que quiere”.





 La llegada de Gautama Buda a la tierra como el príncipe Siddharta hacia el año 561 a. C. no fue sino otra etapa en los innumerables procesos de su reencarnación. Y sus vidas anteriores constituyen algunos de los pasajes más interesantes de las escrituras budistas. Registran la forma en que su alma había almacenado méritos que se recompensaban con reencarnaciones cada vez más elevadas y con la realización final que suponía la condición de buda y el nirvana. La historia de la tigresa hambrienta relataba cómo Gautama, en una encarnación anterior en la figura del príncipe Mahasattva, caminaba por la jungla, donde encontró a una tigresa cansada que pocos días antes había dado a luz siete cachorros. Como no podía encontrar carne ni sangre caliente para alimentarlos, todos ellos estaban a punto de morir de hambre. Mahasattva pensó: «Ha llegado el momento de sacrificarme. Durante mucho tiempo he servido a este pútrido cuerpo y le he dado lecho y ropas, comida y bebida y lo he transportado de un lado a otro… ¡Es mucho mejor abandonar este cuerpo desagradecido por decisión propia y en el momento oportuno! No puede subsistir para siempre, porque es como la orina, que necesita salir. Hoy lo utilizaré para una acción sublime y así me servirá como un barco que me ayudará a atravesar el océano del nacimiento y la muerte». Con esas palabras, el príncipe se lanzó a los pies de la tigresa, pero ésta estaba demasiado débil para moverse. Mahasattva, que era «un hombre misericordioso» no llevaba espada. Entonces, cortó su garganta con un afilado fragmento de bambú y cayó cerca de la tigresa, que no tardó en comer toda su carne y su sangre, dejando sólo los huesos. «Era yo —explicó Buda a su discípulo—, que en ese momento era el príncipe Mahasattva».



 ¿Qué hacía Dios antes de crear el mundo? Martín Lutero replicó: «Se hallaba sentado bajo un abedul cortando varas para quienes hacen preguntas impertinentes».

jueves, 17 de febrero de 2022

 


"We are the children of this beautiful planet that we have lately seen photographed from the moon. We were not delivered into it by some god, but have come forth from it. 


We may think of ourselves, then, as the functioning ears and eyes and minds of this earth, exactly as our own ears and eyes and minds are of our bodies. Our bodies are one with this earth, this wonderful ‘oasis in the desert of infinite space’; and the mathematics of that infinite space, which are the same as of Newton’s mind - our mind, the earth’s mind, the mind of the universe - come to flower and fruit in this beautiful oasis through ourselves.

‘The world,’ wrote the poet Rilke, ‘is large, but in us it is deep as the sea.’ We carry the laws within us by which it is held in order. And we ourselves are no less mysterious. In searching out is wonders, we are learning simultaneously the wonder of ourselves."

​-Joseph Campbell 

 


Mi mirar es nítido como un girasol.

Tengo la costumbre de andar por los caminos mirando para la derecha y para la izquierda,
y de vez en cuando mirando para atrás…
Y lo que veo a cada instante
es aquello que nunca había visto
y sé por eso dar con generosidad…
Sé tener el pasmo esencial
que tiene un niño si, al nacer,
notara que nació de veras…
Me siento nacido a cada instante
para la eterna novedad del Mundo…
Creo en el mundo como en un malquerer,
porque lo veo. Pero no pienso en él,
porque pensar es no comprender…
El mundo no se hizo para pensar en él
(pensar es estar enfermo de los ojos)
sino para mirar hacia él y estar de acuerdo…
Yo no tengo filosofía: tengo sentidos…
Si hablo de la Naturaleza no es porque sepa lo que es
sino porque la amo, y la amo por eso,
porque quien ama nunca sabe lo que ama
ni sabe por qué ama, ni lo que es amar…
Amar es la eterna inocencia,
y la única inocencia es no pensar…


 El objetivo de la sociedad en general, es el éxito en el mundo, mientras que el objetivo de la iluminación es trascender más allá de el.

 Por la humildad interior además de la sabiduría, el buscador de la verdad toma buena nota de las limitaciones inherentes de la propia psique humana y ya no se basa en el ego personal impresionable como único árbitro de la verdad.

    El desarrollo espiritual no es un logro, sino un modo de vida. Es una orientación que trae su propia recompensa, y lo que es importante es la dirección y los propios motivos.

    Sólo el escuchar una gran enseñanza es en sí mismo la consecuencia del mérito espiritual. Actuar en consecuencia es un beneficio aún mayor.

  ¿Qué podemos hacer realmente para ser útiles al mundo?
 Haz de tu vida un regalo y eleva a toda la humanidad siendo amable, considerado, perdonando y compasivo en todo momento, en todos los lugares, y bajo todas las condiciones, con todo el mundo y también contigo. Ese es el mayor regalo que nadie pueda dar.

miércoles, 16 de febrero de 2022

 —Tráeme un fruto de la higuera.

    —Aquí está, Señor.
    —Ábrelo.
    —Ya lo he hecho, Señor.
    —¿Qué ves?
    —Unas semillas muy pequeñas, Señor.
    —Abre una.
    —Ya lo he hecho, Señor.
    —¿Qué ves ahora?
    —Nada, Señor.
    —Hijo mío —dijo el padre—, lo que no percibes es la esencia y en esa esencia existe la poderosa higuera. Créeme, hijo mío, en esa esencia se halla el ser de todo lo que es. Eso es lo verdadero, eso es el ser.