jueves, 14 de octubre de 2021

 La vida es un dolor de parto, que vale la pena si podemos darnos a luz a nosotros mismos. Pero yo veo a personas que, en cierto sentido, han muerto para mantenerse vivas. Estoy hablando de convertirse en alguien que no se quiere ser, a causa de la presión de los padres o de otras figuras de autoridad, de convertirse en médico, maestro, fontanero o ama de casa, aunque ni el trabajo ni el papel tengan significado para uno. Y entonces, un día, nos dicen que sólo nos queda un año de vida. A algunas personas, descubrir que son mortales les da, finalmente, permiso para vivir su vida. Entonces es cuando el maestro deja su trabajo y se muda a la orilla del mar, cuando el médico se compra una flauta, el ama de casa vuelve a la universidad y el fontanero se hace escultor. Dejan que muera su falso yo para dar nacimiento a lo que verdaderamente son. Uno puede suicidarse sin dañar su cuerpo. No se necesita ningún permiso para hacer eso. Todos somos mortales. No esperes a que alguien te diga que tienes cáncer o sida. Empieza a vivir ahora. Bríndate una nueva fecha de nacimiento. Entonces el proceso de sanación psicológica y espiritual se podrá producir, y además puede ir acompañado de una curación física. El cambio físico es una consecuencia del hecho de haberse dado a luz a uno mismo, libre de las enfermedades del pasado. No te enfades contigo ni te culpes por la forma en que has sobrevivido y satisfecho tus necesidades. Todos los síntomas son honorables: te reencaminan, te llevan hacia delante. Lo pasado, ya pasó.

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