Cuando un hombre decide hacer algo, debe ir hasta el fin —dijo—, pero debe aceptar responsabiliad por lo que hace. Haga lo que haga, primero debe saber por qué lo hace, y luego seguir adelante con sus acciones sin' tener dudas ni remordimientos acerca de ellas. Me examinó. No supe qué decir. Finalmente aventuré una opinión, casi una protesta. —|Eso es una imposibilidad! —dije. Me preguntó por qué y dije que acaso, idealmente, eso era lo que todos pensaban que debían hacer. En la práctica, sin embargo, no había manera de evitar la duda y el remordimiento. —Claro que hay manera —repuso con convicción. —Mírame a mí —dijo—. Yo no tengo duda ni re mordimiento. Todo cuanto hago es mi decisión y mi responsabilidad. La cosa más simple que haga, llevarte a caminar en el desierto, por ejemplo, puede muy bien significar mi muerte. La muerte me acecha. Por eso, no tengo lugar para dudas ni remordimientos. Si tengo que morir como resultado de sacarte a caminar, entonces debo morir. “Tú, en cambio, te sientes inmortal, y las decisiones de un inmortal pueden cancelarse o lamentarse o dudarse. En un mundo donde la muerte es el cazador, no hay tiempo para lamentos ni dudas, amigo mío. Sólo hay tiempo para decisiones.”
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