Cuando el Buda era muy viejo, justo antes de morir, dijo: “Mis queridos amigos, mis queridos discípulos, no se refugien en nada fuera de ustedes. En cada uno de nosotros hay una isla muy segura a la que podemos ir. Cada vez que regresa a su hogar en esa isla con una respiración consciente, crea un espacio de relajación, concentración y percepción. Si vives en esa isla en ti mismo con tu respiración consciente, estás a salvo. Ese es un lugar donde puede refugiarse siempre que se sienta temeroso, inseguro o confundido.
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