viernes, 14 de mayo de 2021

 Desearía no tener historia de la que hablar. Durante mucho tiempo he fingido que mi infancia nunca existió. Tenía que mantenerla encerrada, contra mi pecho. No podía dejarla salir. Seguía en esto el dudoso ejemplo de mi madre. Tener recuerdos o no es un acto de la voluntad, y yo elegí no tenerlos. Puesto que necesitaba amar a mis padres en toda su imperfecta y escandalosa humanidad, no podía interpelarlos directamente acerca de los crímenes que cometieron con nosotros. No podía acusarlos de delitos que no habían podido evitar ni condenarlos por ellos. También mis padres tenían su historia, una historia que yo recordaba con ternura y dolor al mismo tiempo, una historia que me hacía perdonar sus pecados contra sus propios hijos. En una familia no puede haber crímenes a los que no alcance el perdón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario