jueves, 13 de mayo de 2021

La idea de que el tiempo tiene muchas dimensiones ha sido enunciada a menudo para explicar las profecías. La esencia de esa concepción es que el tiempo puede ser, en otra dimensión, experimentado de un modo no consecutivo. Pasado, presente y futuro podrían existir simultáneamente. La idea de que existen otras dimensiones del tiempo es más fácilmente accesible por medio de aquellas que nos son ya familiares: la longitud, la altura y la anchura. A su vez, éstas son más accesibles si partimos de un punto que, geométricamente hablando, tenga ubicación pero no dimensiones. No obstante, se relaciona así con las figuras dotadas de dimensiones: Si un punto se mueve a través del espacio, marca una línea, que tiene como única dimensión la longitud. Si una línea se mueve por el espacio, traza la figura de un plano, dotado de dos dimensiones: largo y ancho. Y si un plano se mueve en el espacio traza una figura con tres dimensiones: largo, ancho y alto. Podemos también operar hacia atrás partiendo de un cuerpo tridimensional, y hallar que el corte transversal del cubo tridimensional es el plano bidimensional, que el del plano es una línea unidimensional , y que el de la línea es un punto sin dimensión. De esto podemos inferir que un cuerpo de tres dimensiones es la sección transversal de un cuerpo de cuatro dimensiones, y que un cuerpo tridimensional, cuando se mueve de cierto modo, producirá otro de cuatro dimensiones. Surge entonces la cuestión de qué clase de cuerpo podría tener por sección transversal una forma tridimensional, y en qué clase de nueva dirección podría moverse una forma tridimensional para producir otra de cuatro dimensiones, ya que un movimiento diferente de los de arriba, abajo, atrás, adelante o hacia un lado produciría simplemente una figura mayor, pero no de otra dimensión. La respuesta es la duración. Porque tan pronto como algo deja de durar, deja de existir. Deberíamos, pues, añadir a las tres dimensiones familiares la duración en e] tiempo como una cuarta dimensión. Por tanto, los cuerpos tridimensionales comunes deberían ser apropiadamente descritos como tetradimensionales, y un cuerpo con tres dimensiones se definirla dotado sólo de longitud, anchura y altura, pero no de duración. ¿Es tal cosa posible? Lo es, pero sólo hipotéticamente. Porque, en realidad, punto, línea y plano no existen verdaderamente como tales. Toda línea visible tiene tanto anchura como altura (y duración), lo mismo que todo plano físico tiene un cierto grosor además de longitud y anchura. Entonces, ¿qué movimiento debe experimentar una figura de tres dimensiones para producir un cuerpo de cuatro? Movemos un plano en la dimensión de la altura para producir un cubo; de modo que el movimiento de un cubo (hipotético) en la dimensión del tiempo debería producir una figura (real) de cuatro dimensiones. ¿Qué significa el movimiento en la dimensión del tiempo? Como ya dijimos, debe significar movimiento en una nueva dirección, no arriba, abajo, atrás, adelante o hacia un lado. ¿Existen otras ciases de movimiento? Para empezar, está el movimiento que la rotación de la Tierra imparte a cuanto está sobre ella y que pone en movimiento incluso objetos aparentemente inmóviles. Podemos, pues, decir que un cuerpo tridimensional es la sección transversal hipotéticamente inmóvil de un cuerpo real cuya cuarta dimensión, la duración, es inseparable del movimiento que un mundo giratorio imparte inevitablemente a todo. Otros movimientos inevitables son el de la Tierra alrededor del Sol, el del Sol en torno al centro de la galaxia y, quizá, el de la propia galaxia alrededor de algún punto desconocido. Dado que todo cuerpo perceptible está en realidad experimentando simultáneamente todos esos movimientos, podemos decir que todas las cosas tienen esas dimensiones, aunque de un modo usualmente imperceptible. Y dado que esos movimientos y las dimensiones que implican sólo son perceptibles dentro de un marco temporal, podemos referirnos a ellos como dimensiones del tiempo. Si la duración es uno de los aspectos del tiempo, ¿qué pueden ser los otros? Entre diversas posibilidades, podemos sugerir la aparición y la desaparición, el cambio y la recurrencia. De todas ellas, sólo la duración es perceptible. Cuando decimos que algo aparece, queremos decir que notamos de pronto su existencia; cuando algo desaparece, notamos su falta de existencia. Del mismo modo, hablamos de cambio, pero en realidad sólo desarrollamos el concepto en cuanto percibimos agregados de características que existen o dejan de existir. Así inferimos, pero no observamos, la repetición de la puesta del sol y del amanecer, el paso de las estaciones y el desarrollo de un niño. Y, sin embargo, las cosas aparecen y desaparecen, cambian y se repiten realmente, aunque no percibamos verdaderamente que lo hacen. Son, por así decirlo, hipotéticas para nosotros, y deben tener su realidad en otras dimensiones del tiempo, del mismo modo que el cuerpo tridimensional hipotético se hace real, es decir, perceptible, en la dimensión del tiempo a la que llamamos duración. Si un cuerpo tiene acceso a dimensiones superiores del tiempo, es al menos teóricamente posible que todos lo tengan, aunque de modo invisible. Podemos también suponer que tal acceso se realiza por medio de modos o niveles de conciencia poco usuales, y que uno de ellos es el que llamamos profecía.

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