"La aplastante mayoría de los seres humanos es totalmente incapaz de ponerse en el lugar anímico de otro. Esto, incluso, es un arte muy raro, que ni siquiera va demasiado lejos. Aun la persona a la que creemos conocer mejor y que nos reafirma ella misma ser un libro abierto, en el fondo nos es ajena. Es de otro modo. Y lo máximo y mejor que podemos hacer es, por lo menos, intuir ese ser otro, respetarlo y guardarnos de la soberbia estupidez de querer interpretarlo".
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