jueves, 17 de septiembre de 2020
Alejandro Jodorowsky
Yo soy inmortal, sencillamente porque la muerte es sólo un concepto. Nada desaparece, todo
cambia. Si acepto mis incesantes transformaciones, entro en la eternidad. Yo soy infinito porque mi
cuerpo, mascarón de proa del universo, no termina en mi piel: se extiende sin límites. Yo lo sé todo
porque no sólo soy mi intelecto sino también mi inconsciente, formado por la energía oscura que sostiene
a los mundos, no soy sólo las diez células cerebrales que empleo cotidianamente, sino también los
millones de neuronas que forman mi cerebro. Soy omnipotente cuando ceso de encerrarme como
individuo y me identifico con la humanidad entera. Soy omnipresente porque, junto con todos los otros
seres, formo parte de la unidad: lo que sucede, aunque sea en el lugar más lejano, me sucede. Soy
increado porque antes de ser un organismo fui materia ígnea, antimateria, energía, vacuidad. Mi carne
está formada por residuos de estrellas que tienen millones de años. Estoy en el cielo porque mi tierra es
un navío que recorre un universo que a su vez recorre incontables otras dimensiones. Soy perfecto
porque he domado mis egos haciendo que se unan a la perfección del cosmos. Yo soy todo porque soy al
mismo tiempo yo y los otros.
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