"Hay estados que nunca hubiésemos soñado siquiera. El de ahora, por ejemplo. Es un estado de espera vacía. De angustia desprendida. De sutil melancolía árida. Un estado que no sirve para producir o gozar Belleza. Ni para bendecir sentido alguno ni para nada. Es algo ineficaz y resignado que no piensa en la muerte pero tampoco en la vida. Que le da lo mismo las apariciones alternadas del sol que los huesos helados. Me imagino que este es el estado en que los hombres hacen las grandes capitulaciones. Hoy podría romper la imagen de Van Gogh y escuchar una novelita radial. Hoy prestaría el libro de César recomendándolo. Hoy podría hojear una revista sin mirar los colores. Hoy podría casarme. Hoy podría quemar este cuadernillo y decir que el fuego es lindo. Hoy sonreiría a cualquier niño excesivamente abrigado, pues sé que hay que sonreírles y decir ¡qué gracioso! Hoy no miraría el rostro pordiosero, pues no es más que un despojo humano y le daría algo, no mucho, y cerraría la puerta diciendo que soy buena. Hoy miraría mi cuarto y calcularía cuántas personas entran en él y proyectar un cocktail para uno de estos días. Hoy. Hoy. Estados que vuelan. Mi ave duerme la siesta. La pobrecita está fatigada. Me aburro sin ella. Estado de nada".
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