Algunos de los episodios más importantes de la historia han tenido lugar tras una palabra de estímulo o una demostración de confianza por parte de un ser querido o de un amigo entrañable. De no haber sido por Sophia, su amante esposa, quizá no contaríamos hoy, entre los grandes nombres de la literatura, a Nathaniel Hawthorne. Cuando Nathaniel, con el corazón destrozado, volvió a casa a contarle a su mujer que era un fracasado y que acababan de despedirlo de su trabajo en la aduana, ella lo sorprendió con una exclamación de júbilo: —¡Ahora podrás escribir tu libro! —Sí —replicó él, con el ánimo por el suelo—, ¿y de qué viviremos mientras lo escribo? Se quedó pasmado cuando ella abrió un cajón y le mostró una importante suma de dinero. —¿De dónde has sacado eso? —exclamó. —Siempre he pensado que tú eres un hombre de genio —fue la respuesta de Sophia—, y que algún día escribirías una obra maestra. Por eso todas las semanas, del dinero que me dabas para la casa, he ido ahorrando un poquito. Con lo que tenemos aquí nos bastará para vivir un año entero. De la seguridad y la confianza de esta mujer nació una de las novelas más importantes de la literatura de los Estados Unidos, La letra escarlata.
Nido Qubein
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