La edad no importa, a menos que seas un queso o un vino", es un
comentario ingenioso que juega con la idea de que el paso del tiempo
puede ser irrelevante o incluso beneficioso en ciertos contextos, pero
no en todos. Buñuel, con su característico humor mordaz, sugiere que
preocuparse por la edad es una vanidad humana, mientras que para cosas
como el queso o el vino, el envejecimiento es esencial para su
calidad. La frase captura una verdad profunda con
ligereza: la edad, en los humanos, es más una construcción social que un
determinante absoluto de valor o capacidad. En el caso de quesos y
vinos, el tiempo es un factor objetivo que mejora su sabor y carácter,
pero en las personas, la "madurez" depende más de la experiencia, la
actitud y el contexto que de un número. Buñuel, como buen surrealista,
nos invita a cuestionar las convenciones, aquí sobre cómo valoramos el
envejecimiento.

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