Supongamos que, a pesar de nuestros intentos de desviar la ira, el comportamiento de otras personas nos enfada. Séneca afirma que recordar que nuestra conducta también irrita a otros nos ayudará a superar nuestra ira: «Somos malas personas entre malas personas, y solo una cosa puede calmarnos: tratarnos bien». También ofrece un consejo para la gestión de la ira que tiene un paralelismo en el budismo. Cuando nos enfadamos, dice Séneca, hemos de esforzarnos por «transformar todos los indicadores [de la ira] en sus opuestos». Hemos de obligarnos a relajar nuestro rostro, suavizar el tono de voz y caminar más despacio. Si lo hacemos, nuestro estado interior pronto se asemejará al exterior, y nuestra ira, según Séneca, se disipará. [10] Los budistas practican una técnica similar para sustituir los pensamientos . Cuando experimentan un pensamiento malsano, los budistas se esfuerzan en pensar en lo contrario: un pensamiento saludable. Si sienten ira , por ejemplo, se obligan a pensar en el amor. La idea es que como dos pensamientos opuestos no pueden coexistir en la mente, el pensamiento saludable desplazará al malsano. [11]
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