viernes, 9 de agosto de 2024

 Si la muerte pálida, con un terror agudo,

hiciera de las cuevas del océano nuestro lecho, 
Dios que escucha las olas rodar, se digne a salvar nuestra alma suplicante. 
Si la muerte se vuelve negra y el mar ahoga los lamentos, ni Dios ni los rezos nos sacarán de este infierno. 
Si las almas marineras no extienden sus blancas alas de gaviota, deje la muerte paso a la sirena, que a ella encomiendo mi cuerpo. 
El alma, acurrucada tras la luz del faro, guiará cada paso en falso y dejará que el tiempo derrumbe cada piedra que en forma de flecha apunta al mar.

The Lighthouse

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