sábado, 10 de agosto de 2024

 


Durante los veintiún años que viví en mi pueblo natal, el viaje más largo que realicé fue una excursión en tren a Qingtao. En aquel viaje, casi me pierdo entre los grandes trozos de madera de una serrería. Cuando mi madre me preguntó sobre el paisaje de Qingtao, le contesté que por desgracia allí no había nada excepto grandes trozos de madera. Pero gracias a este viaje a Qingtao, tuve muy claro que debía salir de mi pueblo natal y ver el mundo de fuera.

En febrero de 1976 cumplí todos los requisitos del reclutamiento militar, me llevé los cuatro volúmenes de la Breve historia de China que mi madre me había comprado con el dinero de unas joyas suyas que vendió, salí del distrito Dongbei de Gaomi, un lugar plagado de todos mis sentimientos, tanto positivos como negativos, y empecé una importante época de mi vida. Tengo que confesar que si no hubiera sido por los grandes progresos y el desarrollo de la sociedad china durante estos treinta años, por la apertura y la reforma, no existiría un escritor como yo.

Debido al aburrimiento de la vida militar, entré en una nueva oleada literaria y en la apertura de pensamiento de los años 80 del siglo pasado. Pero entonces, no era más que un chico a quien le gustaba escuchar cuentos y recitar lo que había escuchado, así que decidí empezar a contar cuentos con el bolígrafo. Sin embargo al principio este camino fue muy difícil porque no me daba cuenta de que mi experiencia de vivir en el campo durante más de veinte años era una riqueza. Pensaba que la literatura era anotar las cosas buenas y recordar a personas notables, creía que era simplemente describir a los héroes y modelos sociales, así que aunque publiqué algunas obras, no tenían mucha calidad.

En el otoño de 1984 aprobé el examen de ingreso y me incorporé a la Facultad de Literatura de la Academia de Artes del EPL (Ejército Popular de Liberación). Gracias a las indicaciones y a la ayuda de mi apreciado profesor, el famoso escritor Huaizhong Xu, conseguí elaborar algunos relatos y novelas cortas, tales como秋水 (El agua otoñal), 枯河 (Río seco), 透明的红萝卜(El rábano rojo invisible), Sorgo rojo, etc. En El agua otoñal, apareció por primera vez el nombre de mi pueblo natal: El distrito Dongbei de Gaomi, y a partir de ese momento, me sentí un campesino vagabundo que por fin ha encontrado el campo que buscaba, un escritor perdido que ha encontrado su propia fuente de inspiración. Tengo que confesar que en el proceso de creación del distrito Dongbei de Gaomi en mis obras, William Faulkner, el escritor estadounidense, y García Márquez, el escritor colombiano, me han inspirado mucho. Entonces no había leído sus obras minuciosamente, pero su espíritu creador y su generosidad me animaron mucho. Me hicieron entender que cada escritor debía tener una especialidad. Una persona tiene que ser modesta en su día a día, sin embargo, debe ser altiva y decidida en su producción literaria. Durante dos años seguí los pasos de estos dos maestros, pero luego me di cuenta de que tenía que alejarme de ellos. Esto lo expresé en un artículo: “Estos dos maestros son como dos hornos al rojo vivo y yo como un trozo de hielo, por lo que si me acercase mucho a ellos me evaporaría”. A mi juicio, la influencia que se recibe de otro escritor se debe a la semejanza espiritual que escondemos en el fondo del corazón, como lo que se dice en China: dos espíritus similares se entienden enseguida. Por tanto, aunque no les hubiera leído muy atentamente, con solo unas páginas podía entender lo que habían hecho, podía entender cómo lo habían hecho y a continuación me quedaba claro lo que debía hacer y la forma de hacerlo.

Lo que hice fue muy sencillo: contar mis cuentos a mi manera. Mi manera es la misma de los cuentacuentos del mercado de mi pueblo, a quienes conocía muy bien; es también la manera de mis abuelos y los ancianos de mi pueblo natal. Sinceramente, cuando cuento mis cuentos, no puedo imaginar quiénes serán mis lectores. A lo mejor, es alguien como mi madre, o alguien como yo. Mis cuentos son mis experiencias del pasado, como por ejemplo lo es, en Río seco, aquel chico al que pegan de manera horrible; en (El rábano rojo invisible) lo es aquel chico que no habla nada desde el principio hasta el final de la obra. Igual que a él, mi padre una vez me pegó terriblemente debido a un error que cometí. Y yo también tuve que encargarme de un fuelle durante la construcción de un puente. Por supuesto, cuanto más singulares sean las experiencias personales, más se incluirán en las novelas, pero las novelas deben ser imaginarias y fabulosas, no pueden incluir experiencias sin más. Muchos amigos míos me han dicho que El rábano rojo invisible es mi mejor novela. Respecto a esta opinión, no la contradigo, tampoco la admito, pero, de todas formas El rábano rojo invisible es la más emblemática de mis obras y destaca por su profundo significado. Ese chico de piel oscura que tiene una capacidad incomparable para aguantar toda clase de sufrimientos y otra capacidad sobresaliente para percibir los pequeños cambios de la vida es el espíritu de esta novela. Aunque he creado muchos personajes después de este, ninguno puede compararse con él porque prácticamente es el entero reflejo de mi espíritu. O mejor dicho, entre todos los personajes creados por el mismo escritor siempre habrá uno superior a los demás; este chico callado es de ese tipo, que no habla nada pero que es capaz de dirigir al resto de personajes y observar las maravillosas actuaciones de los demás en un escenario como el distrito Dongbei de Gaomi.

Mo Yan

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