viernes, 5 de abril de 2024



No tengo otra forma de definir a Rodolfo Walsh que tomar la frase de Madame de Staél referida a Schiller: “La conciencia es su musa”. Su conciencia lo seguía a todas partes. (“Me siento insultado, como me sentí sin saberlo cuando oí aquel grito desgarrador detrás de la persiana.”) Ése es el parámetro de su vida: su conciencia. Predestinación de mezclarse con la vida, de meterse. No fue consciente, tal vez, de su predestinación. La sangre que circulaba por sus venas no lo dejaba tranquilo con los productos que le depositaba en el cerebro. Sus mejores cualidades literarias fueron alma y humanidad. Rodolfo Walsh no existe. Es sólo un personaje de ficción. El mejor personaje de la literatura argentina. Apenas un detective de una novela policial para pobres. Que no va a morir nunca.

Osvaldo Bayer

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