En términos generales, el lenguaje utilizado por las personas es crítico y represivo en un noventa por ciento y asertivo en sólo un diez por ciento. Esto tiene una explicación. La sociedad es envidiosa y competitiva; es consciente de que el lenguaje asertivo es el mayor poder sobre la tierra, pues tiene el poder de liberar la conciencia de la ignorancia, del temor, del egoísmo y de convertir a las personas en líderes. Y un líder es “peligroso”, porque tiene el poder, la necesidad y el valor de luchar por su libertad y por la libertad de los demás. Un líder asume el compromiso del cambio social y esta posibilidad asusta a la sociedad mediocre y perezosa. La sociedad se defiende ahogando todo deseo de desarrollo y de libertad a través de un lenguaje crítico y represivo.
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