miércoles, 27 de diciembre de 2023

James Clear

 Al final del año 2012 estaba sentado en un viejo departamento localizado a unas cuantas cuadras de la calle más famosa de Estambul, Istiklal Caddesi. Estaba a la mitad de un viaje de cuatro días por Turquía y mi guía, Mike, se relajaba sentado en un destartalado sillón a un par de metros de donde estaba yo. Mike no era un auténtico guía de turistas. Solamente era un tipo que provenía de Maine, en los Estados Unidos de América, y que había estado viviendo en Turquía durante cinco años. Él había ofrecido mostrarme los alrededores mientras yo estaba en el país, y yo acepté su oferta. Durante la noche a la que me estoy refiriendo, me habían invitado a cenar junto con él y algunos de sus amigos turcos. Éramos siete en total y yo era el único que nunca había fumado al menos una cajetilla de cigarros al día en algún momento. Le pregunté a uno de los turcos cómo había empezado a fumar. —Amigos —me dijo—. Siempre empiezas con tus amigos. Un amigo fuma, y luego tú lo pruebas también. Lo que resultaba fascinante era que la mitad de las personas en esa habitación había conseguido dejar de fumar. Mike llevaba algunos años sin fumar en ese momento y él juraba a diestra y siniestra que había logrado abandonar el hábito gracias a un libro llamado La manera sencilla de dejar de fumar de Allen Carr. —Te libera de la carga mental de fumar —afirmó él—. Te dice: «Deja de mentirte a ti mismo. Tú sabes que realmente quieres dejar de fumar. Tú sabes que, en realidad, no disfrutas cuando fumas». Te ayuda a dejar de sentir que eres una víctima. Empiezas a darte cuenta de que no necesitas fumar. Nunca he probado un cigarro, sin embargo leí el libro después de esa conversación por curiosidad. El autor emplea una estrategia interesante para ayudar a los fumadores a eliminar su ansiedad. De manera sistemática replantea cada mito asociado al cigarro y le da un nuevo significado. • Tú crees que estás renunciando a algo, pero no estás renunciando a nada porque los cigarros no hacen nada por ti. • Tú crees que fumar es algo que necesitas hacer para socializar, pero no es así. Tú puedes socializar sin fumar. • Tú crees que fumar alivia el estrés, pero no es así. Fumar no calma tus nervios, al contrario, los destruye. Una y otra vez, el autor repite estas frases y otras semejantes: —Entiende esto con claridad —afirma—. No solamente no estás perdiendo nada y a cambio estás obteniendo estupendas ganancias positivas no solo para tu salud, energía y economía; también estás ganando seguridad en ti mismo, respeto, libertad y, sobre todo, estás alargando y mejorando la calidad de tu vida en el futuro. Cuando llegas al final del libro, fumar parece el acto más absurdo del mundo. Y si ya no encuentras ningún beneficio en fumar, ya no tienes ninguna razón para fumar. Se trata de una inversión de la Segunda Ley del Cambio de Conducta: hazlo poco atractivo.

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