Como ya he mencionado, la selección de los kapos era por vía negativa; para esa tarea se elegía exclusivamente a los prisioneros más brutales (aunque, por suerte, hubo algunas felices excepciones). Pero además de esta selección de los kapos llevada a cabo por las SS, y que podríamos llamar «activa», se producía una continua autoselección «pasiva» entre todos los reclusos del campo. En general lograban sobrevivir solo aquellos prisioneros que, endurecidos tras años de deambular por distintos campos, habían perdido todos los escrúpulos en su lucha por la supervivencia, y para salvarse recurrían a cualquier medio, honrado o deshonroso, sirviéndose incluso de la fuerza bruta, el robo o la traición a sus amigos. Los escasos afortunados que sobrevivimos, gracias a una concatenación de casualidades o milagros —llámese como se quiera—, estamos convencidos de que los mejores no regresaron.
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