La risa forma parte de la condición humana universal, y Occidente también ofrece muchos ejemplos de humor en el lecho de muerte. Dos de mis humoristas preferidos son Oscar Wilde y Voltaire. Ambos captaron el irresistible humor del Tao. Wilde falleció en un hotel barato de París, y se dice que sus últimas palabras fueron: «Uno de nosotros debe irse, o yo o ese papel pintado.» (1900) Voltaire era conocido por su ateísmo. Varios sacerdotes se reunieron para ir a verlo en su lecho de muerte y le advirtieron: «Ahora tienes la última oportunidad de renunciar a Satán y a sus obras.» Voltaire contestó: «No es momento de crearse nuevos enemigos.» (1778) Henri David Thoreau era un filósofo sereno, gracias en parte a su devota relación con la naturaleza. Cuando Thoreau estaba muriendo, su tía le escribió: «Ha llegado la hora de que hagas las paces con Dios.» «Querida tía —contestó Thoreau—, no recuerdo que hayamos reñido.»
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