«¿Conoce usted sus propios temores? Temor de perder el trabajo, de no tener suficientes alimentos o dinero, de lo que los vecinos o el público piensen de usted, de no tener éxito, de perder su posición en la sociedad, de ser despreciado o ridiculizado; temor al dolor y a las enfermedades, a ser dominado, a no saber nunca qué es el amor o a no ser amado, a perder la esposa o los hijos; temor a la muerte, a vivir en un mundo que es como la muerte, de completo aburrimiento, de no vivir según la imagen que los otros han fabricado de usted, de perder su fe —todos éstos y otros innumerables temores—. ¿Conoce usted sus temores particulares? Y ¿qué hace usted con ellos generalmente? Usted huye de ellos, ¿no es verdad? ¿O bien inventa ideas o imágenes para ocultarlos? Pero huir del temor es sólo acrecentarlo.»
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